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Daniel

Sí, era todo inesperado. ¿Me arrepiento? Para nada. Es una tía tremenda.

Desde aquel día en esa fiesta, habían habido muchas más. En todos lados. Soy un tío que no es que tenga mucha vergüenza, por lo cual… alguna nos han pillado.

–Estoy hasta los huevos de quedarme a medias.

–Te lo compensaré.

–Más te vale.

–Lo harééé…

Asintió riendo.

–Tal vez, si Lando no hubiera entrado…

–Tal vez si tuviéramos más cuidado…

–¿Cuidado? ¿Qué es eso? –también cabe recalcar que soy muy bruto.

–Ay, Dani.

Me reí, y dejé un beso en sus labios.

–Mañana es la carrera.

–Sí. Y voy a perder, como siempre… –suspiré.

–Qué poca fe.

–Súbete tú y haz un podio tú con esa tostadora.

–Ya…

–Intentaré hacer alguna locura, a ver si puedo hacer algo.

–Yo confío en ti.

Sonreí. Era tan mona… confiaba en mí, aunque no tuviera por qué y simplemente podría ir con Max. Era una persona a la que podría estar abrazando toda una vida sin ningún tipo de inconveniente.

–Te quiero –dije antes de subirme al coche.

Solo quería que esta carrera me saliera bien. Que alguien más viese mi talento, y mis capacidades todavía visibles, para poder resurgir de las cenizas de lo que fui en Red Bull. Y por suerte, estuve quinto toda la carrera, hasta que hubo un accidente que asustó a los demás y a mí me bastó para adelantar a un par, quedando tercero. Hice podio, me quedaba con eso. Salí eufórico a abrazar a mis técnicos, y me percaté de que allí también estaba ella, por lo que la abracé antes que a nadie. Ella estaba feliz por mí, estaba orgullosa. Sus ojos me lo decían. Me quité el casco, ella me sonreía, y yo a ella.

–Enhorabuenaaaa.

–Gracias, preciosa –tomé sus mejillas entre mis manos y dejé un beso en su frente. A ella le encantaba eso.

Me fui al podio, entregaron los premios, y el champagne empezó a volar por todos lados. Era una de mis partes favoritas de hacer podio. Me quité el zapato, todos sabían lo que venía ahora. Lo rellené con champagne y me lo bebí de ahí, era asqueroso, pero era algo que llevaba haciendo desde mi primer podio. Y era algo que no iba a dejar de hacer, era tradición.

Después de un rato bajamos de allí, ella me esperaba.

–No me vas a dar un beso después de hacer eso.

–Peores cosas te has tragado –me pasé por el forro lo que acababa de decir y me la comí a besos.

–Cierto.

Me reí. Miré a mi derecha, noté una mirada, pero al darme cuenta de que no había nadie pensé que solo eran mis imaginaciones.

Carlos

Empezaba a recordar quién era esa mujer. Recuerdos acudían a mi mente y era ella. Y me acordé de lo mucho que la quería, y era tanto, que rompí a llorar sin saber por qué. La amaba más que a mi vida. Necesitaba que alguien me dijera el porqué me sentía así y que me ayudara. Y fui a buscar a Charles, seguro que él me ayudaba.

𝒕𝒖, 𝒚𝒐, 𝒚 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒊𝒓𝒄𝒖𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓 [FIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora