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Carlos

Cuando tuve un rato me entretuve en hablar con los chicos porque quería saber si me dejarían una semana libre para irme a acompañar a Gala. No quería dejarla sola.

–A ver, ¿nos estás pidiendo una semana libre para acompañar a tu novia a buscar a su madre a Croacia? –mi jefe empezó a reírse–. Inventate una excusa mejor, por favor.

–¿No me crees?

–¿Quién se cree eso?

–Yo, porque literalmente tengo todas las pruebas para que nos creas –se metió Charles. Lo miré y sonreí. Joder, menos mal.

–Sorprendeme –rodó los ojos.

–Mira la conversación de mi teléfono.

Empezó a leer, y al acabar me mira.

–¿Y quién me garantiza a mí que eso sea verdad?

–¿Quieres que venga Alonso a decirte que es cierto? –suelta Charles incrédulo.

–¿Esto es en serio? –los miro.

–Es que no es creíble, que digamos.

–Pues la llamo y que os lo confirme ella, no tenemos porque mentir en algo así.

–Pues a ver, tu sabes que yo no soy una persona a la que se le dé bien mentir, si estuviera mintiendo, se me notaría, ¿verdad? –mi jefe puso su atención en Charles y asintió–. Entonces dale los días libres, que para algo tendremos un piloto suplente.

–Por favor.

A lo que después de mirarnos fijamente, suspiro, y asintió.

–No será mi problema cuando los fans te reclamen por qué no estuviste.

–Gracias.

–De nada, y ahora corre a apoyar a tu novia.

Les sonrió y me voy. Me hice la maleta y le envié un mensaje a Gala.

–Dime.

–Voy contigo.

–¿De verdad?

–Voy contigo te digo.

–Bieeen.

–Estaré en España mañana por la mañana, te quiero.

–Vale, yo también.

Y esa misma noche, volví a coger otro vuelo para España. Quería acompañarla en ese momento. Era importante para ella. Así que, llegué a España a las cuatro de la mañana, me sabía mal despertarla, pero tendría que hacerlo. Fui hasta su puerta y la llamé. Me abrió con cara de mala hostia, pero al ver que era yo me abrazó con todas sus fuerzas.

–Hola...

–Holaaa.

Entramos en su piso y fuimos directos a la cama, ella quería seguir durmiendo, y yo estaba hasta ahora sin dormir.

–¿Tienes sueño?

–Un poco, la verdad... –bostecé.

–Pues a dormir –me abraza, y yo la abracé también con fuerza. Había pasado miedo, porque de verdad, no quería perderla.

A los pocos días nos fuimos para Croacia, la veía nerviosa. Lo único que podía hacer yo era apoyarla, así que le di la mano, y la suya me la llevé a la boca para darle un beso en el dorso. Cogimos un coche de alquiler y nos fuimos a donde era la dirección de la casa de su madre.

𝒕𝒖, 𝒚𝒐, 𝒚 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒊𝒓𝒄𝒖𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓 [FIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora