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Charles

Iba a odiarme, no querría saber nada de mí, estaba claro. Y yo no quiero estar así con ella cuando mañana volvía a Madrid. Tenía que hablar con ella, explicarle las cosas, decirle algo, pero me daba miedo. Nada, con miedo no se vive. Venga, Charles, échale huevos. Decidí llamarla.

–Anda… Hola.

–¿Podemos hablar?

–Sí, claro.

–Ven, por favor.

–Voy.

Y en cinco minutos llegó. Yo suspiré.

–No soy alguien a quien le suela pasar esto, lo primero de todo. Y… sí, es verdad eso de que me gustas. No quiero que pienses que voy a intentar nada, porque no lo haré. Actualmente mi respeto está por encima de mis sentimientos, así que eso no es lo que debería preocuparte.

–Me sabe muy mal.

–Da igual, no es la primera vez que me gusta una mujer que es literalmente imposible para mí.

–Joder, Charles.

–De verdad, no importa.

–Vale… Solo no quiero verte mal.

–No estoy mal.

–Por si acaso, el desamor es muy malo.

–¿Te crees que no lo sé?

–Ya…

–Yo… Da igual.

Me moría por ella.

–Estás enamorada de Carlos.

–Sí…

–Entonces no puedes hacer nada por mí, más que darme tu amistad.

–Lo siento.

–¿Por tener tus sentimientos en otra persona? No es culpa tuya.

–Ya, pero me sabe mal.

–No te preocupes por mí… –para eso ya estoy yo, porque tanto yo como el que está leyendo esto sabemos que voy a acabar mal.

–Te quiero ver sonriendo, ¿eh? por favor.

–Claro –sonreí. Voy a ser la persona deprimida más feliz que vas a ver en tu vida.

–Eso es.

Ella estuvo un rato más conmigo y se fue. Me tumbé en la cama, me tapé la cara con la almohada y fue en ese momento cuando ya no pude aguantar las lágrimas. Odiaba esto. No quería estar enamorado de la persona incorrecta. No quería sufrir. Quería que ella desapareciera de mi vida, arrancarla de mi aunque eso doliera más todavía. Ojalá pudiera, pero la necesitaba. No podía separarla de mí, me hacía feliz. Y era tan feliz que me hacía, que ahora no la sacaba de mi cabeza. Esto da asco. Quería abrazarla. Solo eso. Con abrazarla ya estaba lleno. ¿Y si la buscaba? Nah… Era tarde. Muy tarde. Si tan solo me hubiera esforzado en conquistarla a sabiendas de que ella me iba a conquistar a mí… A la mierda, quiero verla. Cuando abrí la puerta para salir me choqué con un cuerpecito. Era ella.

–Perdón.

–Perdón.

La abracé. Sin un por qué. Simplemente lo hice. Ella se aferró a mi con fuerza. Y yo hice lo mismo. Me moría por besarla, pero si lo hacía, Carlos me mataría.

–Encontrarás a tu persona, Charles.

No, no me digas esto.

–... Sí.

𝒕𝒖, 𝒚𝒐, 𝒚 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒊𝒓𝒄𝒖𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓 [FIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora