𝒕𝒖, 𝒚𝒐, 𝒚 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒊𝒓𝒄𝒖𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓 [FIN]

32

Gala

Llevaba días sin recibir ningún mensaje de Carlos y estaba preocupada. Pero Lando me llamó. Lando. No me lo esperaba.

–Ehm... Hola. No sé por dónde empezar a contarte esto.

–Uy.

–Carlos tuvo un accidente muy fuerte hace un par de semanas y está en un estado mental un poco complicado. No tiene daños cerebrales, pero ha perdido la memoria. Él cree que estamos en 2021 todavía. No te recuerda. Ni a ti, ni lo que ha pasado a partir de ese año.

–¿En serio...?

–Sí. Lo siento...

–Joder.

–Sí, joder. Estamos trabajando en ello. Pero vamos, que te ve en fotos, dice que eres preciosa, pero nada... y sigue pensando que todo es una mentira. Aunque cuando ha visto que Ric está en Alpha Tauri se ha rayado y creo que está empezando a entender un par de cosas, igual, sigue sin creérselo.

–Que dolor.

–Ven, igual nos puedes ayudar.

–Voy en cuanto pueda.

–Genial, te esperamos...

Carlos

De repente ya no es 2021 y tengo novia. Una chica preciosa, no voy a mentir, pero no sé quién es. Me han dicho que se llama Gala, que es escritora y que sigo sus libros. Vaaaale... Esto es muy raro. Ojalá saber quien es, acordarme de todo... pero no puedo.

☆☆☆

Vi a Charles venir con ella, me miró con tristeza. Si se supone que soy su novio y no sé quién es, normal que le duela.

–Hola –me sonríe esa chica.

–Hola.

No sé muy bien qué decir o qué hacer ante esto.

–¿Cómo te encuentras?

–Bien. Descolocadisimo, pero bien, supongo.

–Ya, nornal...

–Tu eras Gala, ¿verdad?

–No me jodas que sigues sin acordarte... –suspira mi amigo.

–¿Qué quieres que haga? ¡No me sale! ¡¿Me lo saco del culo?!

–Charles, calla.

A lo que él suspira y me deja a solas con ella.

–Ojalá pudiera acordarme de ti –sería el amor de mi vida.

–Esperemos que con ayuda puedas acordarte de algo.

–Lo han intentado, pero soy imposible, lo siento.

–Pues habrá que volver a empezar.

–¿Qué propones?

–Que me conozcas, aunque ya lo hagas, pero bueno, ya sabes, no te acuerdas.

–No, de nada.

–No pasa nada.

–Me jode.

–A los dos.

–¿Quieres un abrazo?

–Te lo doy.

Abrí los brazos, su pequeño cuerpo se pegó al mío y yo lo abracé con fuerza. Me sabía mal por ella, por nosotros. Ojalá algún día acordarme de algo. Miré sus ojitos brillando y suspiré. Ella se fue por dónde había venido, y yo dejé un golpe un poco brusco en un mueble por la rabia que me dio. No me hice nada, yo estaba bien, pero el mueble no, se había hundido un poco. Suerte que ella no estuvo para escucharlo ni verlo.