Sus pulmones se llenaron nuevamente al ser liberada y arrojada al suelo. Cayendo sobre su espalda, Skay solo pudo toser con desesperación. Y, a pesar del dolor intenso de su garganta, logró levantar la cabeza, buscando algo en su alrededor que le dé sentido al hecho de que no estaba muerta.
Una enorme bestia tenía entre sus colmillos el cuerpo del cazador, que se retorcía como un gusano en los dedos de un niño, desesperado por zafarse de su agarre. Pero el enorme animal no pretendía hacerlo, en su lugar, apretó sus fauces creando el sonido aterrador del crujir de sus huesos, rompiendo varios a la vez, destrozando al hombre con un solo movimiento. Y al final, tan solo quedo un cuerpo que derramaba sangre al suelo, inerte entre sus labios, un cuerpo que ya no le podría hacer daño a ningún otro Silver.
La niña reconoció al enorme animal, se trataba de Cerberos, el perro de tres cabezas. Skay buscó a su alrededor a la persona que lo había invocado, y una sonrisa se dibujó en su cara al encontrarla. Elizabeth Silver caminaba hacia ella con paso decidido, su expresión sombría era muy diferente a la expresión feliz y esperanzada de su hija, quien parecía estar viendo a una diosa inmortal frente a frente.
La niña estaba decidida a creer que su madre salvaría el día, y mantendría a todo el mundo a salvo. Y no estaba muy lejos de la realidad, en especial cuando la mujer iba flanqueada por dos bestias del triple de su tamaño, que la seguían de cerca obedeciendo cada una de sus órdenes.
—Mamá —La llamó arrodillada en el suelo mientras que su madre la observó desde arriba.
La mujer le tendió la mano, ayudando así que se levantara, y en cuanto la niña pudo, le rodeó la cintura en un abrazo.
—¿Estas bien? Iba de camino a casa cuando vi la explosión, ¿Qué paso con tus hermanos?
—Estoy segura de que pudieron huir, la trampilla del sótano estaba abierta y ellos ya no estaban —Respondió la niña más aliviada que nunca, ahora que estaba con su madre no había nada que le pudieran hacer—. Los estuve buscando, pero no los pude encontrar.
—Deben de estar con tu padre, todos los que tienen cartas salieron a luchar en cuanto se dio la alarma.
De pronto el sonido estridente de las balas se oyó cercano, haciendo eco en las calles. Las bestias que las protegían se pusieron en guardia, y la niña se percató que su madre apretaba la empuñadura del látigo que colgaba de su cinturón.
—Quédate atrás —le advirtió mientras se ponía en guardia.
Obediente la niña corrió a esconderse detrás de un contenedor de basura, dejando que su madre se haga cargo de la situación. Sagaz, Cerberos rodeó a la mujer, colocándose en medio de las tres bestias. Tres figuras aparecieron al final de la calle, dos hombres y una mujer armados hasta los dientes y con armadura negra. Ver las bestias no fue una sorpresa, y aun así parecían haber encontrado aquello que habían estado buscando. Elizabeth caminó decidida hacia ellos, colocándose al frente, seguida de cerca por Cerberos, quien mostraba sus dientes sangrientos a los cazadores.
—Veo que me encontraste, no es así, Sabueso —La voz de Elizabeth era potente y firme, incapaz de sentirse inferior ante aquellos humanos.
El soldado que iba al medio demostró ser el aludido, con una sonrisa escalofriante. Skay lo reconoció como el Sabueso en cuanto vio sus ojos, oscuros y sedientos, ese hombre estaba hecho para acorralar a sus presas, él sabía dónde buscar, y sabía cómo atraparlas.
—Lo siento Elizabeth, pero las cosas resultaron así. Te pediría que te rindas y me dejes seguir mi cacería, pero hoy no es un día en el que dejemos prisioneros. Todo aquel que porte el emblema Silver morirá esta noche.
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Invocadora de Titanes
FantasiTras un golpe de estado que derroco al rey anterior, los Magos fueron prohibidos, y por lo tanto cualquier individuo que presentara habilidades mágicas fueron perseguidos hasta la extinción. Aun así, años después de la extinción de los magos nuevas...