Invocadora de Titanes

Skay Silver: Batalla de Titanes y Cazadores

Skay corría calle arriba con la esperanza de que en cuanto llegara al centro de la ciudad encontraría a su padre, y así, él podría ayudar a Elizabeth. Si él la ayudaba junto con sus hermanos, estaba segura que podrían vencer al monstruo al que llamaban Sabueso. La gran batalla se oía cercana, y no pudo evitar sentirse extraña corriendo por esas calles tan conocidas con los gritos de las familias como si fueran música ambiental.

No todos en el clan usaban su magia para luchar, existían bestias para todos, y eso significaba que muchos en la ciudad eran personas pacíficas. Existían desde curanderos, bestias que eran usadas para cargar con lo más pesado, usados para construir y hacer envíos, inclusive había Titanes buscadores, que se encargaban de buscar cosas valiosas en la tierra, desde comida, joyas, nutrientes y hasta titanes que recolectaban los granos cultivos. La gran mayoría de las bestias eran pacíficas, algunas fueron creadas para luchar y defender, pero otras fueron creadas para la compañía, para ayudar y hasta ser parte de la familia.

Razón por la que muchos de los que vivían en esa villa no sabrían que hacer ante el enemigo, y eso, los cazadores, lo sabían, al igual que el Comandante Leyek. Planeaban no dejar a nadie con vida, aun a sabiendas que el ejército Silver sería menor a la cantidad de soldados que enviaban. Por eso cuando la niña alcanzó la plaza principal encontró algo más que cazadores y magos luchando, encontró una masacre.

Prácticamente todos los cuerpos tendidos en el suelo, inconscientes y sin respirar, tenían cabellos plateados y piel morena. Varias bestias seguían luchando contra los cazadores de armaduras plateadas. Pero lo que más aterrorizó a la chica, fue el ver a enormes seres con aspecto humanoide que se alzaban entre las bestias. Al comienzo pensó que eran invocaciones, pero mientras más analizaba su comporta-miento se dio cuenta que no lo eran. Parecían ser vehículos armados y controlados por Cazadores, enormes maquinarias hechas para matar, tan poderosos que podían derrumbar a las bestias de un solo cañonazo.

El espectáculo dejó a la niña en shock, mirara donde mirara solo podía ver sangre y caos, y en ninguna parte podía ver a su padre o a sus hermanos. Los pocos soldados del clan Silver que estaban cerca, se encontraban tan ensimismados en la lucha, que ninguno notó a la pequeña niña que salía de una de las calles laterales. A pesar de lo que suponía ver aquellos muertos, la niña tenía fija la idea de encontrar a su padre, por lo que comenzó a correr, introduciéndose al campo de batalla.

Intentando ocultarse entre escombros y muertos, buscó pasar desapercibida, a pesar de casi estar cometiendo suicidio. Pretendía ser cautelosa, al menos hasta poder decirle a su padre que su madre corría peligro. Se escondía tras una pila de cuerpos cuando sintió un zumbido en espalda, se giró para encontrarse con uno de esos enormes robots que controlaban los cazadores. La niña lo observó, le sacaba cinco versiones suyas de altura, haciéndola ver verdaderamente pequeña. Uno de los cañones de sus brazos se alzó, apuntando directo a su cabeza, la punta del cañón comenzó a brillar, soltando un zumbido vibrante.

La niña sabía lo que estaba por suceder y aun así no movió un musculo, solo podía contemplar la grandeza de los humanos y sus creaciones. Quizás era cierto que los magos se habían quedado atrás. Una enorme fiera de seis piernas y dos cabezas se abalanzó hacia el gran robot, tenían casi el mismo tamaño, pero eran completamente diferentes una de la otra. Las escamas verdes y azules que poseía el Titan fueron suficientes como para que la niña lo reconociera.

Luego de un forcejeo el Titán arrancó de raíz el cañón del gran robot acorazado. La bestia de dos cabezas era Orgin, y quien la había invocado había sido uno de los generales de su madre. Lo buscó con la mirada, pero él la halló primero, tomándola por detrás hizo que se mueva a tiempo que el gran robot caía sobre donde ella se encontraba poco antes.