Steel Systrom: El chico que saltaba sobre los tejados

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29 de marzo de 1998

La lluvia caía sobre la ciudad sumida en brumas, mientras que en sus calles solo se podía oír el eco de los pasos de un niño, sus zapatos raídos golpeaban los charcos que habían en la grava, logrando que el agua salpicara con fuerza. Corría lo más rápido que podía sin tener nada que lo proteja de las gruesas gotas de agua que caían del cielo. Una llovizna suave se había convertido rápidamente en tormenta, haciendo que todos los vendedores callejeros cerraran sus tiendas, razón por la que al final no logró conseguir su comida del día.

El estómago de Steel gruñó, estaba hambriento y no tenía de donde alimentarse, las calles se encontraban vacías por lo que tendría que recurrir a su última opción. Se introdujo en un callejón y comenzó a saltar sobre los tachos de basura, alcanzando la sima de un muro, y escalando por la tubería del techo acabó sobre uno de los edificios. Corrió por varios techos, saltando de uno en uno con una gran habilidad. Cualquiera que lo viera en ese momento podría pensar que él podía volar.

Terminó en el patio trasero de una pequeña casa, parecía una choza casi abandonada, aun así, una tenue luz iluminaba su interior. Sigiloso se metió en el patio, esquivando cualquier cacharro y basura que pudiera hacer un sonido, así como lo había hecho cientos de veces antes. Usando la puerta de atrás, se introdujo en la casa, sumiéndose a una penumbra cegadora, aun así, Steel conocía qué camino tomar. La lluvia se escuchaba ahogada en el interior de la casa, era tan fuerte que parecía que el techo no podría soportarlo mucho más tiempo.

La puerta del patio trasero llevaba a una pequeña cocina, los platos de varios días estaban en el lavavajilla, y muchos de ellos tenían varios tipos de hongos, el suelo se sentía viscoso, mientras que una gran capa de tierra cubría toda superficie visible. Ignorando la suciedad se acercó a la puerta que llevaba al salón, la abrió con sigilo, y siendo tan silencioso como un gato, se introdujo en él.

El lugar estaba levemente iluminado por un televisor encendido, una película se trasmitía en él, el sonido bajo de los parlantes a penas se oía gracias el estruendo que hacia la lluvia al golpear la vieja chapa que cubría aquella casa. Frente al televisor, en un viejo sillón raído, había un hombre recostado, en su mano se posaba una botella de cerveza mientras él dormía profundamente, sus fuertes ronquidos tenían una lucha de poder con la lluvia.

Steel se paró a los pies de aquel hombre y lo observó allí, dormido, completamente indefenso. Marcas de furia se dibujaron en la expresión del muchacho, furia causada por el miedo y la impotencia, pero más que nada por el rencor que sentía. Con un suspiro relajó sus rasgos, miró el pasillo que llevaba a las habitaciones, con algo de suerte encontraría algo que comer y podría dormir un par de horas. Contó el número de botellas de un litro que había bebido ese hombre, siete y media con la que había descansando en su mano, eso alcanzaría para dormir al menos siete horas antes de que despierte, aun así, él se iría antes de que eso sucediera.

Volvió a la cocina y abrió la heladera, usualmente había algo de comida en ella, ese hombre no pretendía alimentar a su propio hijo, aun así, nunca faltaba la comida que se compraba para sí mismo. Halló algo de carne de cerdo y pan, lo colocó todo en un plato y se marchó hacia el pasillo ignorando al hombre en el sillón. Su cuarto estaba sumido en el silencio, sin encender las luces se sentó en una cama vieja y se puso a comer a oscuras. El lugar seguramente no había cambiado desde la última vez que había estado allí, cuando se fue la primera vez, su padre había entrado en el cuarto buscando dinero, pero Steel no era tan tonto como para dejar objetos con valor en ese lugar, por pocos que estos fueran.

Tragó su comida con ganas, cuando esta se terminó, decidió darse una ducha, sabiendo que el sonido del agua no sería suficientemente fuerte como para escucharle por en sima de esa lluvia. La pantalla de la lámpara del baño estaba tan sucia que la luz apenas iluminaba lo suficiente como para que el chico pudiera verse en el espejo, el cual también tenía una gruesa capa de tierra. Mientras se quitaba la ropa empapada, el frio comenzaba a sentirse con más intensidad, su cuerpo había comenzado a temblar hace un par de horas atrás, aun así, no sintió el verdadero frio hasta que no entró en el interior de esa casa.

Invocadora de TitanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora