Elizabeth Silver: Lo que el fuego devoró a su paso

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Elizabeth llevaba el liderazgo de su ejército, a la cabeza, luchaba cara a cara contra el sabueso, mientras que los gigantes artificiales que el ejército humano había traído, luchaban contra su clan. Los cazadores se habían vuelto fuertes, ahora no solo sus armas eran poderosas, los vehículos armados que usaban contra los Titanes tenían una fuerza bestial, que llegaba a igualar la suya.

Cabalgando a Cerberos, Elizabeth sangraba, ya no era un simple rasguño lo que afectaba a su cuerpo. Durante lo que llevaban de batalla, el Sabueso había logrado acertar más de que un ataque, y, aunque ella seguía luchando erguida y con su látigo en mano, se encontraba malherida, mientras que solo tenía a Cerberos para continuar luchando. Sus Titanes habían sido vencidos uno a uno por las tropas del sabueso, con la ayuda de muchos de sus cazadores habían deshecho todos sus contraataques, dejándole solo una carta bajo la manga, la última de su mazo.

El sabueso tampoco estaba intacto, al igual que Elizabeth, este se encontraba malherido, pero eso tampoco evitaba que estuviera listo para continuar combatiendo, allí, con un revolver en una mano y en la otra el gran cañón de Rowen. El final de la batalla podía sentirse inminente, las tropas habían disminuido notablemente, mientras que los que quedaban, estaban tan exhaustos que sus cuerpos no respondían con todas sus fuerzas.

Cerrando los ojos, Elizabeth tomó la decisión. Se bajó de cerberos quien desapareció en una bruma. Logrando así, obtener la curiosidad del sabueso, los ojos penetrantes y sedientos de él siguieron sus movimientos sin atacar, permitiéndole que sacara una nueva carta sin problemas, se sentía confiado con el final de la batalla.

La líder del clan Silver era una mujer muy hábil en las artes de la invocación, y ciertamente una de las pocas invocadoras capaces de invocar a un ser celestial, un Titán casi tan poderoso como un dios, y una de las cartas legendarias. Es por eso que cuando se mordió el pulgar para la invocación sabía que tendrá que usar todo su poder para mantener el sello abierto hasta que la batalla termine. La sangre se escurrió de su mano hasta caer en la oscura tierra, logrando así, que el círculo esmeralda se expandiera bajo sus pies.

En el cielo se abrió una enorme grieta, un portal que expulsó al Titán más poderoso que había aterrizado en la tierra en varios siglos. El Gran Fénix Suzaku era un ave gigante, con un plumaje semejante al fuego. Sobrevoló el cielo, mientras que Elizabeth se vio obligada a poner una rodilla en el piso agotada. El sabueso observó al imponente Titán que amenazaba a su misión, comprendió entonces que Elizabeth no estaba tan lejos de poder ganar aquella batalla, su as bajo la manga era crítico. Indignado, bajó la vista para encontrarse con la invocadora, pero cuando ve que la mujer estaba arrodillada debido al esfuerzo que suponía mantener al Fénix en este mundo, soltó una sonrisa asquerosa.

—¡Ya veo! —Gritó con sarna— ¡Invocaste a una temible bestia, pero aun así apenas soportas mantener el sello abierto! No importa, si tú mueres el sello se romperá, así que tu enorme Titán no durará mucho tiempo.

El sabueso comenzó a reírse a carcajadas casi con locura, el calor de la batalla le hacía sentir las emociones amplificadas. Levantó el cañón, apuntando directamente al pecho de Elizabeth, preparado para acabar con su vida. La mujer se puso rápidamente en pie, esforzándose para mantenerse firme, preparándose para el impacto del cañón.

Apretó el gatillo y disparó, pero no impactó contra Elizabeth, si no que término impactando contra el fuego del Fénix. Expulsándolas desde su pico, comenzó a lanzar llamas hacia el ejército enemigo. La invocadora observó al gran Titán que había invocado, su plumaje se había convertido en llamas y sus ojos eran de un negro profundo, que no contenía luces.

El fénix, por su cuenta, comenzó a atacar al enemigo, derritiendo una a una cada arma y vehículo armado, hasta los imponentes robots se escurrieron al sentir el calor de las llamas de la gran ave. Los gritos fueron audibles en toda la villa, y esta vez, pertenecían a los cazadores, siendo devorados por el fuego, de la misma forma en la que los pobladores del pueblo habían sido quemados vivos con las explosiones causadas por los humanos. La batalla se había volteado, la ventaja ahora la tenía el Clan Silver, y sin poder evitarlo Elizabeth sonrió aliviada, había una oportunidad de vivir, de salvar a su pueblo y a su familia.

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