El silencio reinó la celda. Ian permaneció un momento callado, casi como si le permitiera a Scarleth terminar de absorber cada silaba de su última frase. Tenía sentido que Halley fuera un monstruo tal y como ella lo era, ya que las dos estaban rotas, y las personas rotas nunca podían pertenecer por completo en aquel mundo, y por un momento, Scarleth sintió tanta pena por aquella niña que una lagrima resbaló por su mejilla.
—En cuanto me enteré no esperé mucho, fui directo a contárselo a mi padre —Scarleth sintió el arrepentimiento en su voz, aunque no estuvo del todo segura de porque se arrepentía— Era lo correcto, por lo menos eso fue lo que pensé en el momento... Mi padre conoce las leyes, y la gente como tú debe vivir en celdas, es lo que dicta la ley de nuestro Imperio. Pero estoy seguro que lo que me guio a decírselo a mi padre no fue mi deseo por hacer lo correcto, no, lo que me llevó a decírselo fue aquel deseo imperioso de que por una vez el me vea a mí, no a mi hermano, ni a mi hermana, a mí, porque yo lo obedecía, siempre hice todo lo que él quería, como lo era el informarle sobre la verdadera identidad de Halley.
«No lo pensé demasiado, ni siquiera me detuve a asimilar lo que significaba que metieran en la cárcel a una niña como lo era mi hermana, en una celda solitaria. Ni siquiera vos apareciste en mi mente, tu cuerpo débil y lastimado tuvo que haber sido una advertencia, pero solo me negué a ver la situación que tenía en mis manos.
«En cuanto intenté decírselo mi padre se negó a creerme, creo que ni siquiera intentaba escucharme de verdad, como si mi voz fuera tan solo un murmullo. Pero no me detuve ahí, insistí hasta que al fin me escuchó. En el momento no supe descifrar su reacción, supongo que fue parte de mi negación a la realidad. Mandó a llamar a mi hermana en seguida, me obligó a permanecer allí hasta que ella llegara. En cuanto ella me vio lo vi en sus ojos, el dolor por mi traición. En el momento me dije que hacía lo correcto, que si ella se creía traicionada era su culpa por pensar de mi algo que yo no era, y ciertamente no lo era.
«Padre la interrogó hasta que ella admitió tener habilidades mágicas, en cuanto lo dijo, los ojos de Halley se apagaron, como si diera su vida por finalizada, y no fue hasta cuando vi la mano de mi padre levantarse en un puño y golpear a mi hermana que sentí yo también ese miedo. Ella cayó al suelo de un solo contacto, tan débil y liviana como siempre había sido. Quise preguntarle a mi padre porque lo hacía, pero él me calló con una simple mirada.
«Fui tan cobarde que cerré los ojos cuando la volvió a golpear, una y otra vez, mi cuerpo temblaba como hoja de papel, mis puños cerrados querían detenerlo, hacer algo para que se detuviera. Y lo hice, salte delante de ella separando a mi padre de mi hermana, los fríos ojos que me miraron los había visto cientos de veces, y, aun así, en aquella ocasión fue como un golpe certero, siniestro como la voz que salió de su boca.
—Siempre fuiste débil —Soltó como si yo le estaba demostrando cuánta razón había tenido todo este tiempo— Sin talento alguno, te había dado por perdido hace tiempo, jamás fuiste digno de mi atención. ¿Pero esto? Creo que te descuide demasiado, superaste mis expectativas.
«No recuerdo cómo fue que hice para soportar aquellas palabras, quizás fue que ya sabía aquello muy dentro mío, después de todo era lo que veía en sus ojos todas las mañanas cuando comíamos en la mesa, decepción y vergüenza, no era nada nuevo. De todas formas, fue como si alguien revolviera el cuchillo que atravesaba mi piel.
«El momento en el que se giró y saco la antigua espada que colgaba sobre la chimenea es borroso en mi mente, tan solo recuerdo el momento en que la tendió frente a mí, obligándome a que la tomara con mis propios dedos. Sus palabras aún resuenan en mi mente, como el dolor que persiste tras un golpe.
—Es momento que te enseñe por fin como ser un hombre —Sus palabras duras cayeron sobre mí como un balde de agua fría.
«Con la espada pesando en mi mano me giré para ver a mi hermana, en sus ojos pude leer la comprensión y el horror de lo que estaba por suceder, aun así, yo seguía negándolo, la realidad aun resbalaba de mis manos. Recuerdo la sensación fría de mi sudor al resbalar por mi espalda. Me volví, de nuevo hacia mi padre sin entender, o negándome a hacerlo, le pregunté y por un momento creí ver gracia en los ojos del hombre.

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Invocadora de Titanes
FantasyTras un golpe de estado que derroco al rey anterior, los Magos fueron prohibidos, y por lo tanto cualquier individuo que presentara habilidades mágicas fueron perseguidos hasta la extinción. Aun así, años después de la extinción de los magos nuevas...