31 de agosto de 2006
Despertó encadenada, sus muñecas estaban rodeadas por grilletes de hierro forjado, con cadenas que se unían atrapadas por un clavo enterrado en el suelo. Observó con confusión la línea roja que habían dibujado en sus muñecas, el roce del metal con su piel había logrado que su piel comenzara a abrirse. Se sentía mareada y confundida en aquel pequeño cuarto hecho de metal, la palabra bunker se le vino a la mente a pesar de no comprender la totalidad de su significado.
Se percató que no estaba sola, alzó la mirada para poder ver la alta figura frente a ella, le resultaba familiar, aun así, no la reconocía. La mujer traía puesto un uniforme militar formal y el cabello negro recogido en un rodete, su mano sujetaba un enorme cañón de cara al suelo, apoyada con total naturalidad de él como si fuera un simple bastón. La miraba con soltura y expresión petulante, sus ojos reclamaban ser superior en todos los aspectos.
Scarleth se mantuvo en una posición casi antinatural, arrodillada e inclinada sobre el suelo con los brazos estirados hacia el clavo que la inmovilizaba. No se animó a sostenerle la mirada por mucho tiempo, lo que hacía que Alexandra pusiera una expresión curiosa. Y es que Scarleth no lo sabía, pero estaba en constante evaluación, mentalmente la mujer tomaba nota de cada movimiento, de cada actitud, incluso de cada pensamiento que se dibujaba en la pálida cara de la pequeña, todo era parte de una exhaustiva investigación.
—Este lugar subterráneo es un bunker anti magia —Comenzó a decir la mujer con un extraño regocijo, tenía claro que no había forma que Scarleth entendiera sus palabras, de hecho, estuvo segura que había olvidado que alguna vez había usado magia. Aun así, Alexandra siguió hablando, solo queriendo hacerle ver a otra persona más, de lo que era capaz su aguda inteligencia— Esta hecho de la misma forma en la que está hecha tu cadena, con la única diferencia que en vez de retener tu magia dentro de tu cuerpo para que no puedas usarla, este bunker lo que hace es retener tu magia dentro del cuarto, impidiendo que salga de sus paredes, y por consecuencia, tampoco pueda entrar —Hizo una pausa, casi como queriendo permitirle que reflexione al respecto— Esto significa que aquellas plantas que usaste la última vez para matar a mis soldados no serán capaces de interrumpirnos de nuevo. Lo que te deja... bueno, inservible.
La niña no la miró, aun así, retuvo cada palabra en su cabeza, repitiendo algunas frases como un eco. Incapaz de darles un sentido claro decidió regresar a su propio mantra, susurrándolo en su cabeza como si fuera una melodía de fondo en un cuarto solitario. La mujer no parecía esperar respuesta, tampoco un gesto de reacción, por lo que cuando no la recibió pareció satisfecha. Volviéndose hacia la puerta redonda del bunker.
—Es hora, entren.
El gran círculo de acero que había en la pared se abrió, dándole paso a un grupo de soldados y a dos científicos jóvenes, una mujer y un hombre, ambos rubios platinado y piel cálida, sus ojos eran dos esmeraldas grisáceas que observaban todo con cautela exagerada. Tomaban notas en sus cuadernos al mismo tiempo, como si fueran dos robots programados para hacer exactamente lo mismo. Al final, detrás de ellos entraron cuatro figuras envueltas en monos blancos con las manos atadas con esposas de metal y en sus tobillos deslumbraban cadenas rojas.
Scarleth no los miró, siguió con la mirada en el suelo bajo su cuerpo. Su mente repetía su mantra mientras sus ojos jugaban con la visión de las líneas pintadas en el piso, un círculo perfecto que la rodeaba con una exactitud deliberada. Encerrarse en su propia cabeza parecía ser mejor opción que enfrentarse a la realidad, o por lo menos aquel fue el primer instinto que sintió la niña, casi como si su mente supiera que nada bueno sucedería. La curiosidad no la venció, el miedo prevaleció sobre sus músculos, obligándola a mantener aquella postura casi protectora de sí misma.

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Invocadora de Titanes
FantasyTras un golpe de estado que derroco al rey anterior, los Magos fueron prohibidos, y por lo tanto cualquier individuo que presentara habilidades mágicas fueron perseguidos hasta la extinción. Aun así, años después de la extinción de los magos nuevas...