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—  ¿Qué haga qué?
 
 
Una fuerte carcajada explotó de la boca de Wang Yibo, Zhan  esperaba su reacción, aquella propuesta bastante poco elocuente incluso para él, era demasiado. Wang era su secretario desde hace unos dos años, no lo conocía del todo, ya que no tenían un vínculo amistoso entre ellos, se trataba de trabajo, Zhan era su jefe, debía obedecer, hacer la mejor labor posible para no terminar en la calle, era simple. 

Llevar su agenda, amontonar papeles para su firma, programar sus reuniones, un trabajo bastante completo para un asistente personal, como el mismo se denominaba, secretario.

Wang Yibo no eligió aquel empleo, hasta hace poco menos de dos años, era un estudiante de ingeniería civil que había logrado su beca por sus altas calificaciones, pero todo su sueño se fue a la basura por culpa de su padre, un alfa que apostaba todo el dinero de su universidad, a tal punto de dejar sus cuentas en cero.

Ahora se encontraba en una de las empresas Xiao, como secretario de aquel omega tan perfectamente irresistible.

—  Sólo es un simple favor para tú jefe.

—  No puedo morderlo señor Xiao, usted no es mi omega.

Zhan pensó mucho mejor aquella propuesta, algo que poco a poco en su mente se reflejaba de la mejor manera fue cambiando. 

Debía encontrar la alternativa perfecta para atraer a su secretario, que más daba un poco más de mentiras, llevaba toda la mitad de su vida mintiendo, a sus padres, a sus amigos. Xiao rodeó su escritorio hasta llegar a un mini bar empotrado en la pared, agarró una botella de whisky bastante cara, llenó aquella copa con el amargo líquido y se lo bebió de un sorbo.  Wang Yibo mantenía su mirada fija en cada movimiento que su jefe hacía, esperando su próxima jugada.

—  ¡Me ayudarás, porque pienso cerrar tu contrato y me encargaré de que no consigas ningún trabajo en ningún lugar de Asia!

Wang Yibo arqueó una ceja, su jefe había tocado su punto débil, le daría donde más le dolería, todos sabían que Wang necesitaba mucho ese trabajo, nunca encontraría uno igual, donde le pagasen también.  

Su jefe era un perfecto y hermoso cabrón que sabía amenazar, aquella pequeña  imagen de un omega frágil que no sería capaz ni de matar a una mosca se estaba esfumado de su mente. Wang Yibo tenía deudas, problemas que necesitaba terminar para poder sobrevivir, pero su orgullo era lo más importante, eso lo mantenía firme. 

— Señor Xiao, olvidemos esta absurda conversación, mi horario laboral ha terminado, nos vemos mañana.

Agarró su mochila para dirigirse a la salida, pero las directas palabras de Zhan lo detuvieron, según como sucedieron las cosas fue una propuesta, una que no podía negarse a aceptar.

— Pagaré todas las deudas de tu padre, si aun no es suficiente entonces pagaré tus estudios, así podrás retomar tu carrera. ¿No querías ser ingeniero? 
 
Wang Yibo tragó áspero, con dificultad, que clase de tonto podría negarse a esas semejantes propuestas, cambiarían su vida de una buena vez, lo más importante ahora no eran las deudas de sus padres, al final lo había perdido todo, si no que continuaría sus estudios como tanto había ansiado desde el primer segundo en el que lo dejó todo. 
 
— Señor Xiao.

— Una semana Wang Yibo, te daré una semana para pensarlo bien.

[***]

Zhan regresó a casa, dejó su maleta a un lado del sofá, en cuanto escuchó unos pequeños pero fuertes pasitos correr despavoridos en su dirección, el pelinegro sonrió ampliamente inclinándose en el lugar, abriendo los brazos para recibir entre ellos, al pequeño niño castaño que caía en ellos con fuerzas. 

El pequeño sonreía eufórico, entre las cosquillas que Zhan le hacía con la nariz en su pequeño cuello, luego de que aquella pequeña cosa se agarrara de su cuello con fuerza, fue lanzado por los aires con cuidado, haciéndolo reír aún más fuerte. 

— ¡Oh mi pequeño Jojo! — Exclamó Zhan besando las regordetas y sonrojadas mejillas del niño de seis años de edad. 

— Papi, abuelo Lian ha comprado un enorme helado de chocolate para mí — Dijo abriendo las manos a ambos lados de su cuerpo tambaleándose de un lado a otro. Zhan amando la inteligencia de su pequeño hijo, sonrió. — Luego fuimos a visitar al abuelo Feng. 

— Unas vacaciones del jardín de niños no le vendrían mal. — Interrumpió el padre omega de Zhan, en cuanto entró al recibidor. — En una pequeña máquina de palabras. — Ambos hombres se echaron a reír dejando al pequeño niño seriamente confundido, pero luego la risa le fue contagiada y también se rió junto a los mayores. 

...

Wang Yibo no se encontraba entre la espada y la pared, simplemente estaba indeciso, por esa misma razón, Xiao Zhan fue justo, le dio una semana para pensar en su propuesta, mientras estuvieran en la oficina, no le tocaría el tema al menos que fuera por la propia boca de Wang, cosa que no pasaría ya que no es de dar su brazo a torcer, se puede estar muriendo desangrado que no le pediría ayuda; sabía mejor que nadie que era deberle un favor al mismo diablo, Zhan no era un mal jefe; es amable, justo, inteligente, sobre todo, es extremadamente irresistible, es tan guapo que debería ser un pecado, pero seguía siendo su jefe.
 
— ¿Qué se supone que debo hacer Bamie?

— Primeramente, no hablar con un perro, que tu seas uno, no significa que este animal de cuatro patas te responderá.
 
Wang Yibo soltó un bufido incómodo, cada vez que su padre recordaba que tenía hijo, era cuando llegaba a su departamento a joder toda la poca estabilidad emocional que le quedaba, debería tener un poco de vergüenza y no portarse jamás por todo él lugar, pero el único motivo de su visita era el maldito dinero,  sino que otro motivo lo traería de regreso.

El poco amor propio del señor Wang no le alcanzaba para darle a su propio hijo. 

— ¿Qué haces aquí Xian?
 
— Me duele cuando me llamas por mi nombre.

— Así te llamas. 

Wang Yibo sintió deseos de reír pero se contuvo, conocía a su padre, sabía él sarcasmo que él alfa se mandaba. Cuando su madre estaba casada con él fue un buen padre, pero sólo acabó con todo él día que los abandonó, ¿Quién quiere un  pobretón adicto al juego? Un buen día la omega agarró sus maletas y se largó, buena para nada, una solución era ponerse a trabajar para que al menos pudiese mantener a su hijo, no abandonarlo a su suerte con un hombre que no tenía nada para ofrecerle, bueno algo sí tenía, problemas y más problemas para él.
 
— No tengo dinero, así que puedes irte por donde mismo entraste.

El hombre enarcó una ceja.
 
— Llevas mucho tiempo trabajando para ese omega inútil, deberías exigirle una mejor paga.
 
— Tú si que eres un maldito inútil, búscate un maldito empleo y deja de apostar. 
 
— ¿Desde cuando te molesta mantener a tu padre?
 
— Desde que dejaste de serlo, sólo me das problemas, pierdes todo y desapareces, luego regresas a las mismas andadas, él que tiene que recibir las palizas de esos matones soy yo, por cierto, el señor Dylan te manda saludos.

Si a alguien le temía el señor Xian era a ese tal Dylan Wang, su cobrador de apuestas, cada vez que le pedía dinero se quedaba debiéndole mucho más de la cuenta, era algo estúpido, para que apostar algo que no tenías porque no lo podías pagar en años. Nam no era un buen tipo que digamos, era un matón, su negocio consistía en cobrar impuestos, echar a las personas de sus negocios, propiciarles palizas al que se hiciera él listo con algunos de sus jefes, nada bueno era su trabajo, aunque nadie dijo que el trabajo de un mafioso era noble o simple.
 
— ¿Sabe dónde me quedo? ¿No le has dicho verdad?

— No sé en donde te quedas Xian, sí lo supiera ya estuvieras muerto.
 
— Dylan no me quiere muerto, me quiere cobrar de otra forma.
 
Wang Yibo parpadeó dos veces por dos razones, una por él gas de la lata de cerveza que había agarrado de la nevera, dos por lo que su padre había dicho, le resultó un poco difícil de entender al principio. ¿De que otra forma cobrarías una deuda?
 
— No entiendo.
 
Confesó Wang Yibo.

— Dylan quiere acostarse conmigo.
 
Está vez la carcajada de Wang si se hizo sentir.
 
— Eso es absurdo, ambos son alfas, no te puede coger un alfa. ¿O si?


𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora