21

499 85 11
                                    

Hoy era el gran día. 

Conoceríamos el sexo de nuestros cachorros, esperábamos en la sala de espera del hospital hasta que nos tocara el turno, era increíble la cantidad de omegas y alfas que llegaban al lugar para saber sobre sus bebés, yo estaba tan feliz que no podía conmigo, Wang Yibo sostenía mi mano con suavidad, sonreía como niño pequeño cada vez que nuestras miradas se encontraba. 

Nuestra vida no podía ser mejor, tendríamos a dos nuevos integrantes nuevos llegar a la familia muy pronto, mi barriga estaba bastante crecida ya, dentro de dos días nos casariamos y tomarías un tiempo de descanso para nosotros dos, nada de sexo rudo, sólo seria un leve descanso, ya que cuando los cachorros estuviesen con nosotros no íbamos a tener un solo minuto de sosiego, sólo esperaba que no fueran tan revoltosos como su hermano mayor, desde la barriga daba fuertes patadas atormentando mis sueños. 

Por suerte estos dos eran muy tranquilos. 

— Tengo hambre.

Dije mirando a Wang Yibo que observaba curioso a todas las parejas a su alrededor. 

— Buscaré algo, regreso rápido. 

Lo vi ponerse de pie y caminar hacia la cafetería, en cuanto se perdió por el pasillo, acaricié mi pancita cariñosamente, sonreí entusiasmado cuando los sentí moverse, les gustaba las caricias, mucho, así que seguí dando masajes, todo estaba bien hasta que sentí a alguien sentarse a mi lado, me molesté ya que ese lugar era ocupado por Wang Yibo y no podía soportar que alguien más lo ocupara, alcé la vista curioso para ver de quien se trataba, parpadeé varias veces confundido, desde la última vez que hablé con ese hombre, fue mi primer encuentro sexual con Wang Yibo, lo recuerdo perfectamente, su decepción cuando sintió las feromonas de él en mí cuerpo. 

—  Lee Bai. 

— Te ves muy guapo con esa barriga ¿Qué es?

— Aún no lo sabemos, estamos aquí para eso. ¿Qué haces aquí?

Él me miró fijamente, puso una de sus manos sobre mi barriga, comenzó a sonreír y de alguna forma aquello me dio escalofríos, su mirada se había perdido completamente, oscurecida, sin rumbo alguno, tragué con dificultad, me sentía raro, sus feromonas apestaban a algo quemándose y me estaba sintiendo asfixiado a su lado. Nunca antes había sentido ese desagradable olor, ni siquiera de otros alfas dominantes que no tenían nada que ver conmigo. 

— He venido a buscar unas recetas.

— ¿Está enfermo tú hijo?

— Tiene fiebre, pero no tengo idea de cómo darle estos medicamentos. 

Tal vez su olor era provocado por la angustia, si su pequeño hijo estaba enfermo eso le afectaría, se sentiría culpable o le dolería su estado, cada vez que Jojo se enfermaba solía sentirme mal, era como si mi corazón se debilitara por ver a mi hijo tan enfermo y no poder hacer nada por él. Conocía el estado de Lee Bai, su omega los había abandonado, debía ser muy difícil cuidar de un niño solo sin la presencia del otro padre, era vital para el crecimiento de ambos niños tener a sus padres presentes, pero aquel pequeño niño no tenía esa posibilidad. Así que ahora me comenzaba a sentir mal por Lee Bai.

— Te puedo ayudar, cuando mi hijo se enfermaba solía dárselos. ¿Me dejas leer las indicaciones? — Él asintió dándome el pequeño frasco de pastillas junto a las indicaciones, desvíe mi mirada hacia el pasillo, Wang Yibo se estaba demorando demasiado con aquella merienda. — Es algo sencillo, debes darle cada 8 horas las pastillas, y va a ir mejorando. 

— Xiao Zhan, siento mucho pedirte esto, pero crees que puedas ir conmigo al coche, será solo por unos minutos, es que está muy alterado y no quiere que se las de yo, tal vez si siente el olor de un omega se las tome. 

𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora