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Xian había llegado a la mansión Xiao, en compañía de su hijo y su yerno, Cheng había sido claro en cuanto el cuidado que de ahora en adelante debía llevar Xian, un descanso prolongado, no realizar esfuerzo físico, caminar lo menos posible, durante tres días, si cumplía con todo aquello entonces se mejoraría en menos de dos días y volvería a su vida habitual. En cuanto el pequeño Jojo supo que su abuelo llegaría a casa, preparó su cama con ayuda de la mucama, apiló unas cuantas almohadas una encima de la otra ofreciendo comodidad.

— Voy a pedir que te preparen algo de comer. — dijo Xiao Zhan saliendo de la habitación, dejándolos solos.

— ¿Te duele?
Quiso saber Wang, ayudando a su padre a recostarse.

— Estoy bien, siento como si me hubiesen quitado un gran peso. — se echó a reír sarcástico.

— Papá, Cheng me dijo...

— Que llamaba a Lee Bai.

Wang Yibo no dijo nada, agarró una silla que yacía cerca a la puerta y la acercó hasta la cama para sentarse en ella, y así no incomodar a Xian, supuestamente el alfa esperaba algunas explicaciones por parte de su padre, pero aquello no parecía llegar, había un silencio bastante extraño entre ellos, dando por echo que nunca habían tenido una agradable relación, luego de que retomaran algo entre los dos, pues lo que pasaba ahora estaba terminando con lo reconstruido, en el fondo Wang Yibo sabia que el omega de su padre estaba resentido por obligarlo a abortar.

¿Qué esperaba a que este le dijera?

Xian no deseaba hablar sobre el tema, el cansancio lo vencía, el pelinegro notaba como los ojos de su padre se cerraban en señal de redención, lo dejó descansar. Al final tenían todo el tiempo del mundo para hablar. Xiao Zhan entró a la habitación con una bandeja cargada de frutas, pero al ver que su suegro dormía, lo dejó sobre la mesita de noche, pasó tan cerca de su esposo que este pudo sentir sus feromonas, las cuales estaban dirigidas a él con enojo, la molestia sobrecargaba sus venas, y todo se debía al mal trato por su esposo, luego de que le contase lo que había hablado con Cheng, lo podía entender ya que se trataba de su padre y le preocupaba, pero no podía tratarle tan mal.

— ¿Qué te pasa? — al darse cuenta, Wang Yibo lo tomó del brazo y lo llevó hasta su habitación quedándose a solas, ya que los niños estaban con sus abuelos.

— Nada.

— Xiao Zhan.

— He dicho que nada, estoy cansado, solo quiero darme un baño e irme a dormir, nada más, ¿me sueltas? — El omega se sacaba el agarre de su esposo con fuerza, pero este no tenía intenciones de dejarle marchar, todo lo contrario, dirigió ambas manos a sus caderas y lo atrajo con más facilidad hasta pegarlo a su cuerpo. Xiao Zhan sintió el calor corporal de su alfa mezclándose con el suyo, algo que lo estaba debilitando ya que solo faltaban dos días para su ciclo de celo, sentía el dulce aroma que desprendía su punto dulce al liberar aquella humedad tan provocativa. — Estoy molesto, me trataste muy mal en el hospital — susurró con sus ojos fijos en el pecho de su marido, aún cubierto por su camisa.

— Lo siento, sólo no me gusta que me ocultes cosas y mucho menos las mentiras.

Wang Yibo lo obligó a mirarle levantando su mentón con su dedo, en cuanto sus miradas se cruzaron aquel contacto que hacia su amor tan perfecto, hizo nuevamente clic y de pronto, todo aquel enojo se desvaneció, Wang Yibo lo besaba con desesperación, saliva y aliento mezclándose, ambos jadeando, sumergidos en el deseo, Xiao Zhan mordió los labios de su esposo con descaro provocando aún más el deseo de devorarle hasta el alma a su pequeño esposo, se morían de ganas de sentirse otra vez, tanto tiempo sin sentirse y aquello los estaba volviendo loco, sin darse cuenta, Xiao Zhan tenía sus pantalones en el suelo junto a su ropa interior, en cuanto el pelinegro llevó sus manos a las nalgas de su omega, sintió como la humedad de su entrada se enredada en sus dedos.

— No esperes tanto, estoy listo para recibirte. — murmuró Xiao Zhan con los ojos cargados de lujuria.

Wang Yibo obedeció, volteó a su omega pegando su pecho contra la puerta, abrió sus nalgas viendo hambriento aquel agujero que tanto anhelaba y sin más, entró en él con suavidad con miedo de lastimarle, a pesar de estar lubricado por su propio celo, tenía miedo de hacerle daño, pero el propio Xiao Zhan se autopenetraba obligándolo a unirse en él sin remordimientos. Así mismo fue, duro, rápido y sin detenerse eran las penetraciones. Wang Yibo se agarraba de las caderas de su esposos mientras que este mordía su lengua para evitar gritar del pacer, sentir la descarga eléctrica que recorría su interior los estaba matando lentamente a los dos, sentirse de nuevo era increíble.

— Por favor alfa, más duro.

Wang Yibo sonrió eufórico, sus ojos cargados de un color púrpura y sus colmillos radiantes repletos en saliva, había llegado su celo, otra vez, su esposo le había provocado el rut. Los movimientos se agilizaron, Wang no pretendía detenerse aunque su esposo se lo pidiese a gritos, continuó moviendo sus caderas con dureza sintiendo unas tremendas ganas de correrse en el interior de su omega pero aún así se contuvo, Xiao Zhan se había corrido sobre la puerta por tercera vez, pero parecía querer continuar, las feromonas de ambos mezcladas inundaban la habitación, olores entre vainilla y chocolate amargo era asombroso.

Wang Yibo acercó los colmillos a la mordida de Xiao Zhan que aún era bastante nueva, pero decidió renovarla, mordiendo en aquella zona. El rubio sintió un dolor en aquella zona que lo hizo debilitarse.

— Te amo, Xiao Zhan.

— Yo también, Wang Yibo.

Dicho esto, Wang Yibo sacó rápidamente su polla aún dura, antes de dejar su nudo en el interior de su omega. Lo cargó en sus brazos y lo llevó hasta la cama donde se acostó con él sobre su pecho, Xiao Zhan sonrió al sentir el semen caliente de su esposo mojar sus muslos, no se esperaba que este esperara acostarse cómodamente para venirse en su cuerpo.

— No estas ya enojado conmigo.

— ¿Te parece que lo estoy? — preguntó Xiao Zhan coqueto recorriendo los labios de Wang Yibo con su lengua. — Podemos seguir jugando un poco más. — Wang Yibo se echó a reír.

— Omega juguetón — dio una cachetada en las nalgas de Xiao Zhan.

Lee Bai había llegado a China del Sur aquella noche, no tenía intenciones de regresar hasta que las cosas no estuviesen más calmadas, pero ya que no existía ninguna alerta de búsqueda y captura suya, decidió regresar, aquel llamado extraño que recibió del omega interior de Xian fue lo que en realidad lo hizo volver a su país, no había dejado de pensar en Xian y en todo lo que se atrevió hacerle aquella semana, no se trataba de estar arrepentido, sino de que se había enamorado de Wang Xian, el omega de su padre, lo que comenzó como una cruel venganza, terminó en algo mucho peor, porque sabía de sobra que lo suyo con aquel omega estaba prohibido, y no era precisamente por ser el omega de su progenitor, sino por haber abusado de él y por consecuencia recibir su mayor odio.

— Señor Lee, bienvenido a Louyang. — su chófer lo recibió en el aeropuerto, era el único que conocía sobre su llegada.

— ¿Hiciste lo que te pedí?

— Señor, lo siento, pero él ha abortado.

Lee Bai apretó la mandíbula sintiendo por primera vez, como su lobo interior se retorcía del dolor.

— Escucha, he dejado un gran problema en Tailandia y estoy seguro que vendrán a por mí, tengo dinero de sobra, no escatimes en contratar buenos guardias y comprar armas, no importa cuánto cueste, lo pagas.

— Entendido señor. ¿Con respecto al omega?

— Mi omega.
Le rectificó.

— Su omega, ¿qué quiere que haga?

— Si mi medio hermano descubre que estoy en China no se alejará de él ni un segundo, así que vas a esperar a que esté solo y me lo traerás.

Lee Bai no esperó ninguna respuesta por parte de su mano derecha, bastó con dar la orden y caminar hasta el coche que lo esperaba, para una vez dentro, quitarse la gorra y las gafas que antes resguardaban su identidad. No cabía dudas de que haría hasta lo imposible por tener a Xian con él otra vez.

Nunca había sentido nada igual por otro omega antes.

Era amor, estaba seguro.


𝑳𝒂 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora