Capítulo 1

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K.C.

Dos años más tarde

Shelburne Falls era una ciudad de tamaño promedio en el norte de Illinois. No demasiado pequeña, pero apenas lo suficientemente grande como para tener su propio centro comercial. A simple vista, era pintoresca. Dulce en su originalidad de "no hay dos casas iguales" y acogedor en una manera de "¿puedo ayudarte a llevar tus víveres al auto?".

Los secretos se mantenían a puerta cerrada y siempre había demasiadas miradas indiscretas. No obstante, el cielo era azul, el susurro de las hojas en el viento sonaba como música y los niños aún jugaban fuera, en lugar de estar con los videojuegos todo el tiempo.

Me encantaba este lugar. Pero también odiaba estar aquí.

Cuando me fui a la universidad hace dos años, hice una promesa de pasar todos los días tratando de ser mejor. Iba a ser una novia atenta, una amiga de confianza y una hija perfecta.

Rara vez iba a casa, eligiendo en su lugar pasar el verano pasado como consejera en un campamento de verano en Oregón y visitando a mi compañera de la universidad, Nik, en su casa en San Diego. Mi madre se había puesto a alardear de mi estilo de vida y mis viejos amigos no parecían extrañarme, así que todo había ido bien.

Shelburne Falls no era un mal lugar. Era perfecto, en realidad. Pero yo era menos que perfecta aquí y no quería volver a casa hasta poder mostrarles a todos que era más fuerte, más dura y más inteligente.

Pero esa mierda había explotado en mi cara. A lo grande.

No sólo volví a la ciudad mucho antes de lo que quería, sino que mi llegada traía con ella una orden judicial. Qué buena impresión, K.C.

Mi teléfono sonó y parpadeé mientras salía de mis pensamientos. Ajusté las sábanas, me senté en la cama y toqué la pantalla de mi teléfono Galaxy.

—Tate, oye. —Sonreí, sin siquiera molestarme en saludar—. Estás despierta temprano.

—Lo siento. No quise despertarte. —Su alegre voz era un alivio.

—No lo hiciste. —Saqué mis piernas de la cama y me levanté, estirándome—. Justo estaba levantándome.

Tate había sido mi mejor amiga durante toda la secundaria. Todavía lo era, supongo. Durante el último año, sin embargo, nuestra amistad había cambiado. No había estado allí cuando me había necesitado y ahora mantenía como dos metros de espacio personal cuando estaba alrededor. No la culpaba. Había metido la pata y ni siquiera había querido hablar de ello. O pedir disculpas.

Y a pesar de las repetitivas palabras de "sabiduría" de mi madre, debería haberlo hecho.

"Disculparte es rebajarte a ti misma, K.C. Nada es realmente un error hasta que admites que lo lamentas. Hasta entonces, es sólo una diferencia de opinión. No vuelvas a pedir disculpas. Te hace débil frente a los demás".

Pero Tate me seguía la corriente. Supongo que pensaba que necesitaba su amistad más de lo que ella necesitaba mi disculpa.

Pero en general, sabía dos cosas. Me quería, pero no confiaba en mí.

Tate masticaba algo mientras hablaba y escuché la puerta del refrigerador cerrarse en el fondo.

—Sólo quería asegurarme de que estés bien acomodada y que te sientas a gusto.

Bajé mi camisón blanco de vuelta sobre mi estómago mientras caminaba hacia las puertas francesas.

—Tate, muchas gracias a ti y a tu padre por dejarme venir aquí. Me siento como una carga.

Cayendo {F.A.S; #3} ➳ Jeon JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora