Adelanto de Ardiendo | HoSeok & Tate

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Tate

Parpadeé despertándome, la brisa fresca del verano acariciando mi rostro. La primera luz de la mañana se deslizó a través de mis puertas francesas y estiré los brazos por encima de mi cabeza, escuchando el zumbido de mi teléfono en la mesita de noche. El ruido era lo que me había despertado.

Me senté, lista para revisar el teléfono, cuando me detuve.

HoSeok estaba sentado en mi sillón colocado al lado de las ventanas. Al parecer, viéndome dormir.

Su presencia llenaba la habitación, ahogando todo como siempre lo hacía; no pude evitar el peso en mi corazón.

Se veía diferente.

Tenía el cabello gelificado, muy diferente al estilo militar reservado que había adoptado. Estaba vestido con vaqueros y una sudadera con capucha negra, ya que era una mañana fría.

Un estremecimiento sensual se disparó a través de mí y casi sonreí. Había extrañado ese aspecto peligroso y aprensivo suyo.

A excepción de las bolsas bajo sus ojos y los músculos adicionales, era exactamente igual al chico del que me había enamorado hacía casi tres años.

Pero apenas hablábamos en estos días y no había ido a casa con él desde que mi padre había vuelto a la ciudad. Aunque tenía casi veintiún años, papá no me permitía tener invitados durante la noche y había optado por no ir con HoSeok.

Después de lo que había escuchado de Kook, HoSeok seguía manteniendo la distancia.

Tenía miedo.

Mi teléfono sonó de nuevo e inclinó la barbilla, diciéndome que lo revisara.

Recogiendo mi teléfono, vi una foto de Juliet. Sonreí, viendo una selfie de ella y Kook con una bulliciosa ciudad detrás de ellos.

¡En Auckland, nena!, decía el mensaje de texto. Bajé mi teléfono, apartando el sueño de mis ojos.

—Lo hicieron —dije en voz baja—. Están en Nueva Zelanda.

Se quedó quieto, inquietantemente congelado mientras me miraba. Fue entonces cuando noté la bolsa de lona negra en el suelo.

Apreté la sábana.

—¿A dónde vas?

Vaciló, dejando caer su mirada, casi susurrando:

—Me iré por un tiempo, Tate.

Mi corazón continuó latiendo incluso aunque mi respiración se detuvo.

—¿El ROTC? —presioné.

—No. —Negó y se arrodilló—. Yo... —Dudó—. Tate, te amo...

Aspiré una bocanada de aire y aparté las mantas, causando que Madman saltara de la cama mientras me giraba.

—Kook tenía razón —dije atragantada, mi garganta repentinamente apretada.

—Kook siempre tiene razón —dijo suspirando—. Continuando de esta manera... — Negó—. Haría tu vida miserable.

Me volví para mirarlo, tantas preguntas llenando frenéticamente mi cerebro.

—HoSeok, si quieres dejar ROTC, entonces, déjalo —gemí—. No me importa. Puedes estudiar algo. O nada. Sólo...

—¡No sé lo que quiero! —estalló, interrumpiéndome—. Ese es el problema, Tate. Tengo que resolver las cosas.

—Lejos de mí —terminé.

Se levantó, pasándose las manos por el cabello.

—No eres el problema, nena. Eres lo único de lo que estoy seguro. —Su suave voz estaba llena de tristeza—. Pero tengo que crecer y eso no está sucediendo aquí.

Cayendo {F.A.S; #3} ➳ Jeon JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora