Capítulo 25

54 7 0
                                        

Lina

Enfocada en mi trabajo pienso en todo lo que he pasado en tan poco tiempo. De ser una de las mejores estudiantes de medicina terminé faltando constantemente poniendo en peligro mi residencia, perdiendo a mi madre y casándome con un mafioso y no cualquiera sino el líder de una mafia completa. ¿irónico no? Casarte con alguien que mata a diario siendo yo una estudiante de medicina que lo único que quiere es salvar a la gente.

De tantas cosas que pueden pasar en la vida de alguien al parecer todas las peores jamás pensadas están dispuestas a pasar por mí.

Lamentándome de mi vida me enfoco en todo lo acumulado que esta en mi escritorio y que tengo cero ganas de hacer. En momentos como ahora solo quiero desparecer y no tener que hacer nada por nadie ni rendir cuentas y mucho menos soportar gente que no quiero a mi lado. Creo que los dos días encerradas en esas cuatro paredes de la mansión me han comenzado a volver loca.

Comienzo con el primer bloque de papeles que tengo delante y las ganas de llorar aumentan al ver que me tomará demasiado tiempo y esfuerzo terminar todo esto.

Al menos pierdo mi tiempo aquí y no en esa mansión que parece que mi vida corre peligro cada dos de tres.

¡Quiero mi libertad de vuelta joder!

Aproximadamente tres horas y todavía sigo en el primer bloque de papel que me había propuesto a comenzar. Nunca había dejado que se acumulase mi trabajo y eso de hacer trabajo extra no me está viniendo nada bien. Nunca mi trabajo se enfocó en esto, siempre fue en ayudar a los doctores y atender a los pacientes con daños menores. Odio lo que estoy haciendo ahora y me lo merezco por irresponsable. Me dispongo a tomarme un receso de esta tortura laboral y voy a la máquina expendedora más cercana. Al llegar marco lo que quiero y me sale el aviso de poner el dinero primero. Introduzco mi mano en mi bolsillo y me doy cuenta de que no tengo nada, pruebo en el otro y está igual de vacío. Con el signo de interrogante marcado en mi rostro palpo cada bolsillo que tengo para al final darme cuenta de que no tengo absolutamente nada. Se me olvidó tomar mi cartera antes de irme a hurtadillas de la mansión.

Cierro mis ojos tirando la cabeza hacia atrás tratando de inhalar los más fuerte posible para no comenzar a despotricar a los cuatro vientos. ¿Cómo se supone que coma ahora? O peor ¿Cómo se supone que vuelva a aquella casa del infierno donde el diablo me espera? Y como si lo hubiera llamado escucho una voz penetrante.

- ¿Se le ofrece algo señorita? – dice una voz que en cuestión de segundos me congeló todos los huesos.

Me giro para comprobar de quien le pertenece la voz es el que creo quien es y al verlo ahí parado vestido de negro con una camisa de botones con los primeros dos desabotonados y sus pantalones de vestir del mismo color con su pelo un poco alborotado mi teoría fue acertada. No aparta su mirada de mí, sus facciones están tensas y su complexión recta. Se ve tan demandante que cualquiera caería a sus pies así sea por miedo o por deseo.

- Joder – es lo único que sale de mi boca al verlo tan cerca de mí y después de haberlo desobedecido.

 

- ¿Sabes? Para tener una boca tan bonita esa palabra está muy pegada a ella – dice mientras da un paso hacia a mi y yo retrocedo al mismo tiempo. ¿Acaso dijo que mi boca era bonita?



- Edryan, ¿Qué haces aquí? – le pregunto aun sin creer que haya venido hasta aquí

- Bueno, supongo que cuando un hombre llega a su casa y no ve a su esposa tiene a preocuparse – contesta dando otro paso hacia a mi haciendo que yo choque con la maquina expendedora quedando atrapada justo delante de él. – Así que la verdadera pregunta aquí es ¿Qué haces aquí Lina? – pregunta con una mirada desafiante que hace que tiemblen mis rodillas, pero hago acopio a todas mis fuerzas para no demostrarlo.



Intravenous Donde viven las historias. Descúbrelo ahora