Capítulo 18

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Edryan

Ya soy un hombre casado. Que vengan las fiestas, los regalos y las felicitaciones ya nada me importa, mi vida está arruinada y lo puedo ver en la mirada de furia que me dirige la chica que ahora es mi esposa. Maldición. Desde el momento en el que acepté hasta el que casi la besé fue el punto final de mi condena. ¿Y todo para qué? Para ganarme un maldito respeto, ojalá matarlos a todos y no preocuparme por eso.

Hubo un momento en donde creí que ella se negaría, la vi dudar, en esos microsegundos mi corazón dejó de latir con la esperanza de que no aceptara y que toda esta farsa se extinguiera, pero aceptó. Las pocas ilusiones que me permití crearme en tan poco tiempo fueron aplastadas por esa aceptación tan vaga para cualquier que la haya escuchado, pero tan fuerte para mí. Cada sonido que fue provocado emitiendo esa palabra caló en cada parte de mi ser, mis nervios despertaron y mi tensión aumentó. Mirandola a los ojos pude ver su furia, su descontento y su dolor al ponerle la primera letra que comenzará esta historia no tan prometedora.

Luego de par de felicitaciones vacías y aplausos ensordecedores se nos acercan desde sus respectivos asientos mi padre junto a Her. Stuart se carga una mirada de suficiencia que claramente dice que ganó. Al contrario, Her camina con pasos decididos, pero con una mirada vacilante entre su hija y yo como si quisiera asegurarse de quien desprecia más este momento.

- Que caras tienen, sonrían que es su boda – comienda diciendo Stuart con un tono de burla en su voz

- Me reiré cuando todo este teatro se caiga – le contesto con actitud amenazadora

- No comiencen – nos para Her con su mirada fija a su hija que no se dedica a mirar a nadie solo a un vestido blanco de novia – mejor vayan a la camioneta, la celebración está a punto de comenzar y los están esperando – termina diciendo Her caminando hacia la salida llevándose a mi padre con el

En ese momento Lina y yo somos los únicos que quedamos en esta enorme iglesia, es primera vez que estamos solos desde que nos vimos por primera vez y no puedo negra que es algo raro y la situación me pone más nervioso de lo que debería. Ella no levanta su cabeza para nada y eso me deja a mi con la responsabilidad de ser el primero que mencione palabra.

- Creo que tendríamos que ir – comienzo hablando, pero al escuchar mi voz ella alza la vista me dedica una mirada brusca y comienza su camino hacia la salida.

Con la mitad de la frase en mi boca me quedo parado viéndola caminar con paso ligero hacia la puerta de salida en donde mismo entró en el desfile de la marcha nupcial. Al verla que se acerca a la puerta me dispongo a comenzar a caminar para llegar a la maldita fiesta que de seguro odiare.

Al llegar a la camioneta subo y me encuentro con una bola enorme blanca solo que en el centro se ve la cabeza malhumorada de Lina. El vestido es tan grande que su falda no cabe por completo en la parte trasera en donde estamos sentados. Me quedo mirando la cantidad de tela que la rodea y me encuentro con una mirada furiosa de Lina amenazándome sin palabras que no la mire y menos que mire su vestido que al observar su cara y sus gestos puedo suponer que lo odia.

El transcurso del viaje hacia la fiesta se me hace eterno he mirado y contado cada carro negro que se pasa por la ventanilla y cada edificio. No puedo ni moverme por el vestido y sinceramente tengo miedo de tocarlo. No sé de qué sea capaz esta chica, pero presiento que con solo ver su cara de enojo es capaz a muchas cosas.

Al llegar a la fiesta todos los invitados están adentrados esperando nuestra entrada. La camioneta nos deja en la entrada y yo me tomo un momento para respirar antes de dirigirme a Lina. Al girarme veo que está batallando para acomodar su vestido, hago un ademán para ayudarla, pero al ver ella mis intenciones y se aleja de un salto.

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