Capítulo 26

53 5 0
                                        

Edryan

Metidos en un silencio sepulcral pongo en marcha el coche para dirigirme a casa. Lina no menciona palabra alguna, pero al lanzarle una corta mirada pude ver como ponía toda su concentración en devorar la diminuta barra de frutos que le había comprado. Como había deducido no había comido nada en todo el día y no me quiero ni imaginar las energías que ha agotado trabajando en ese hospital.

Con ella en mi coche procuro conducir en una velocidad apropiada para evitar cualquier altercado y llevar lo que queda de la fiesta en paz. Me uno al trafico de gente en la carretera y tras el silencio mi mente comienza a pensar en la situación en la que me encuentro. Una furia distinta a la que he sentido todos estos años se hace presente en mi ser y me obliga a volver mi mirada en Lina y no limitar mis palabras.

- ¿Cómo has salido de la mansión Lina? – pregunto aún sabiendo la respuesta para indagar más a fondo la reacción de ella y ver que tanta relación tiene con Joe como para atreverse a mentirme.

Empuña la envoltura en su mano y dirige su mirada hacia a mí. Veo la duda en sus ojos, en sus claros ojos que hacen que se me olvide mi pregunta por un instante bastante desorbitante. Puedo ver la batalla interna entre delatar a su cómplice o guardar el secreto y mentirme a la cara. Pasan unos segundo y Lina se propone a contestar.

- Lo hice sola – mintió. 

- ¿Estas segura? Creo saber que contrato a unos buenos hombres para que no se les escape nada y menos a alguien como tú. – trato de persuadir a que revele el nombre de Joe de una vez dándole otra oportunidad.



- Al parecer tienes que reevaluar a tus hombres porque yo sí lo hice.

No sé si fue su mentira o la forma tan segura y sin rodeos con la que me mintió lo que me hizo enojarme aún más. Me quedo lanzándole una mirada amenazadora para lograr romper ese escudo que tiene, pero me sorprende lanzándome una mirada igual a la mía. No sé si pasan segundos o minutos que nos mantenemos en esta lucha de quien aparta la mirada primero hasta que escucho el ruido de varios cláxones de atrás de mi coche indicándonos que nos movamos y sigamos con el tránsito. A regañadientes aparto mi mirada de la suya y la dirijo hacia el frente. Presiono el acelerador y me concentro en el camino y en lo rápido que ya quiero llegar a la mansión de una vez. Puedo sentir como Lina continúa mirándome solo que ahora no se que dice su mirada que al parecer tiene más que decir que su boca.

Al llegar Lina no aguarda a que salga del coche y rodearlo para abrirle la puerta, una vez las ruedas pararon ella se lanzó hacia afuera como si el ambiente de mi auto la agobiara, aunque no es la única que siente lo mismo.

Con pasos largos ella camina hacia la entrada ignorando a todos los hombres que tengo de seguridad asegurando la puerta. Ella no es tan baja, pero al verla caminar desde aquí se puede comparar como una niña enfurruñada que le han robado la pelota y va a quejarse con su mamá.

Alivianando un poco mi enfado insostenible mi comisura de la boca se levanta al imaginarme tal escena y verla a ella ahí. Ella entra sin titubeos y yo me obligo a dejar de mirarla y disponerme a seguirla.

Al entrar veo como sube con pasos fuertes por las escaleras rumbo a mi habitación o ahora nuestra habitación. Su ira se le puede ver a distancia al igual que su disgusto por haber sido atrapada en medio de su travesura que me hizo buscarla al otro lado de la cuidad.

Veo como sube y como su uniforme se pega a ella. Nunca he sido fan de los disfraces de profesiones, pero al verla a ella usando ese conjunto no solo para lucirlo sino para usarlo mis pensamientos cambian de cierta manera.

Intravenous Donde viven las historias. Descúbrelo ahora