❛ El príncipe Kim Hongjoong se encuentra próximo a su coronación por lo que debe demostrar sus habilidades como líder del sur, mientras que Park Seonghwa debe cumplir con una misión real para poder conseguir la corona del norte. Seonghwa es enviado...
warning: este capitulo consta de escenas violentas.
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El castillo del norte estaba a la vista, la piedra negra con la que había sido construido sobresalía entre lo blanco de la tormenta de nieve que se desataba, tapando las huellas que dejaban.
Las antorchas apenas lograban disipar la neblina producto del frío, el interior del castillo era decorado con piezas de cristal, el silencio desaparecía al compás del sonido de la chimenea que se encontraba al fondo del salón, y de los pasos que ahora retumbaban entre las paredes.
Seonghwa y San fueron llevados hacia el interior como si se tratara de rehenes, ambos fueron arrodillados frente al rey, unos escalones debajo de donde se encontraba.
Seonghwa tenía lastimaduras que podían apreciarse aún con la capa negra que traía encima. Las heridas no preocuparon a nadie, ni al mismo Park Jinwook.
Seonghwa intentaba con todas sus fuerzas no quejarse del escozor en las heridas a causa del frío, se miraba ido, como si estuviera recordando algo que le incapacitara de encontrarse en el presente.
El rey Park alzó la barbilla mientras sostenía un bastón de oro con la mano derecha, sin decir absolutamente nada. Bajo sus pies descalzos, ambos alfas tenían la cabeza gacha como debía ser ante su imponente presencia.
— ¿por qué no mataste a Kim Hongjoong cuando tuviste la oportunidad?
El rey preguntó, causando que de su boca saliera vaho debido al frío. La voz de Jinwook había resonado entre las paredes del salón del castillo, causándole escalofríos a los soldados que estaban a los lados.
Jinwook se levantó del asiento y dio unos pasos, arrastrando la capa de piel de oso, mientras sus pies dejaban huellas en el suelo debido a lo cálidos que estaban, a comparación del piso que se encontraba como un tempano de hielo.
— lo sigo pensando y simplemente no lo entiendo. — aunque el rey pareciera sereno, había algo en su aura y olor que hacía notar lo molesto que estaba.
La mirada de Jinwook se detuvo sobre San, en un abrir y cerrar de ojos golpeó la cara del general con el bastón, causando que la figura de tigre que tenía en la punta impactara con fuerza en la mejilla del hombre, sobresaltando a la reina por tremendo golpe, el cual había expulsado sangre y por suerte, ningún diente.
— tuviste el atrevimiento de desobedecer a mis órdenes y en su lugar llevaste a este bastardo ante Kim Seunggi, ¿con que derecho?, ¿quién crees que eres para tomar decisiones por ti mismo, Choi San? — gruñó como si fuera un animal. — ¡contesta!
Cuando el rey estaba a punto de golpearlo otra vez, San se apresuró a arrodillarse hasta el suelo, colocando la frente cerca de sus pies mientras dejaba las manos a la vista pidiendo disculpas.
