Capítulo 2

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Carter me tomó de la mano, y ahora comprendí por qué estaba a mi lado. Sabía que Hunter y yo nos habíamos besado, sabía que estaba enamorada de Hunter y también sabía que me sentiría destrozada cuando lo viera. Mis ojos no se apartaban de la espalda de Hunter mientras él ayudaba a una chica impresionante a salir del coche. Una mirada a ambos y supe que eran compañeros. Sentí que el corazón se me rompía en millones de pedazos.
Mis nervios de loba no se habían debido a que Hunter fuera mi compañero, sino a que Hunter tenía una compañera. Había una gran diferencia. Las lágrimas pugnaban por brotar, pero me negué a dejarlas salir. Hunter no debía ver lo mucho que me afectaba; tenía que ser fuerte. Me giré para mirar a Carter, que tenía una mirada culpable. Le sonreí con tristeza y sacudí la cabeza. En realidad, no era culpa suya, ni tampoco de Hunter. No puedes elegir a tu compañera. Aunque esta era la única vez que deseaba que se pudiera hacer. Ver a la persona por la que suspirar dar la mano a su compañera y presentarla ante todos fue como una puñalada en el estómago.
Un desperdicio de cuatro años esperando sentada por él como una completa y absoluta idiota. Hunter avanzaba por la fila con su compañera. La sonrisa de su rostro fue otro golpe para mí. Me habría gustado que tuviera esa sonrisa cuando me miraba a mí, pero esa sonrisa estaba reservada para su compañera, y esa no era yo.
Solté la mano de Carter y me limpié las palmas sudoroso en los vaqueros. Hunter estaba presentando a su compañera a Sai y Zoya; la siguiente era yo. No podía permitir que viera lo mal que me sentía. En cambio me alegraría por él, como todo el mundo. Con suerte, conseguiría superar las presentaciones sin llorar.
Respire profundamente cuando Hunter se acercó a mí. De repente, los recuerdos con él cuatro años antes desfilaron ante mis ojos. Su magnífica sonrisa, ese increíble beso, sus promesas. Cerrando los ojos, salí de mi ensoñación. Cuando los abrí, Hunter me sonreía, pero no como antes. Solo una sonrisa amistosa, la misma que le había dedicado a los demás.
-Adilah, me gustaría que conocieras a mi compañera, Lana Reed. - Hunter señaló a su compañera.
-Es un placer conocerte, Lana. Buena suerte para domar a este.- bromeé.
Lana se rió y dijo:
-¡Me gustas! Eres divertida. Espero que podamos salir juntas. Necesito más amigas.
Se me revolvieron las tripas ante sus palabras; ¡era tan amable! Eso hacía más difícil odiarla.
-Por supuesto. Me encantaría salir contigo.- sonreí. 《Maldita seas por ser demasiado educada》. ¿Por qué no podía haberle dicho que simplemente no quería salir con ella?
Lana me devolvió la sonrisa, y la compañera avanzó por la fila. Carter se había ido, y yo me quedé allí de pie, a solas con mis pensamientos. Zoya me tocó suavemente en el hombro, haciéndome dar un brinco. La miré y contemplé la tristeza que había en sus ojos. Suspiré y negué con la cabeza. No quería hablar y no quería compasión. Solo quería sentarme en la habitación y llorar, pero todavía no podía irme.
En lugar de seguir con los ojos a Hunter y a Lana, me centré en Carter, que estaba hablando con los miembros del consejo. Cuando terminó de hablar, se volvió para mirarme, probablemente al percibir mi mirada firmemente fija en él. Se acercó y me susurró:
-Vete a casa, Adilah. Te doy permiso. No te quedes aquí mientras te rompes por dentro. Tienes que irte a casa.
Le miré con lágrimas en los ojos y le susurró entrecortadamente:
-¿Por qué no me lo contaste?
Carter parecía molesto. Se limpió la lágrima perdida que se le había escapado.
-Ay, Sonrisas. No sabía cómo hacerlo. No quería decírtelo por teléfono o por carta. Quería decírtelo en persona, pero no tuve la oportunidad de hacerlo. Lo siento mucho.
-No fue culpa tuya.- dije suspirando- Tengo que seguir adelante, pero también necesito algo de tiempo para asimilarlo.
Carter asintió con la cabeza, entendiendo lo que decía. Me besó en la frente y me di la vuelta. Oía Carter mi familia y a todo el mundo que me dejaba ir a casa porque estaba cansada. En cuanto llegué, subí corriendo las escaleras y me puse ropa cómoda. Solía ponerme la camiseta de Hunter todas las noches para dormir, pero la saqué del armario y la tiré directamente a la basura. Ya no debía ponérmela; había perdido todo derecho sobre Hunter cuando encontró a su compañera. Su compañera mi corazón se rompió aún más, si es que eso era posible.
Desplomándome sobre la cama, dejé que las lágrimas fluyeran. Dejé que empaparan mi almohada y por fin me permití llorar. Todo este desamor era demasiado para mí. Después de todo este tiempo de querer un compañero, de querer lo que tenían mis padres, descubrí que en realidad no deseaba un compañero. No quería que alguien me amara; estaba rota por dentro. No quería el dolor de tener un compañero. Se suponía que los compañeros eran algo mágico, y yo solía creerlo de todo corazón, pero ahora ya no punto los compañeros causan dolor y tristeza. ¿Quién quiere eso?
Las lágrimas no cesaron cuando mi familia regresó a casa. Oí a mi madre detenerse frente a mi puerta y rece para que no entrara. Contuve la respiración para detener mis sollozos. Si mamá me oía llorar, no dudaría en entrar en mi habitación.
- Tara, déjala dormir. Mañana tenemos que madrugar.- dijo la voz de mi padre punto oiga los pasos se alejaban y mira el techo punto papá tenía razón mañana partíamos temprano necesitaba dormir un poco.
Cerrando los ojos me dejé ir y me perdí en mi mundo de sueño etc.



Reina de los licántroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora