¿Alguna vez has sentido que estás en un sueño increíble del que no quieres despertar jamás? ¿Si? Entonces, también debes conocer el dolor que se siente cuando te despierta bruscamente algún estúpido que no tiene ni idea de lo mucho que has invertido en tu sueño. Es decir, ¿quien quiere despertarse y enfrentarse a la dura realidad de la vida, donde nada es como en el sueño?
Eso es lo que me pasó a mí. El estúpido pitido de alguna máquina, junto con la decisión de alguien de pincharme con una aguja, fue lo que me despertó. No fue muy agradable. Imagínate: mi sueño, que era increíble debo añadir, se evaporo por su culpa. Gimiendo, parpadee varias veces para dar tiempo a mis ojos a que se adaptaran a la luz. Obviamente, esperaba ver a Adonis, pero no fue a él a quien vi al abrir los ojos. Vi a una enfermera que me pinchaba la mano con una aguja, pero ni rastro de Adonis.
La luz brillante me hizo cerrar los ojos de nuevo, pero los abrí pico después para examinar la habitación. Estaba claro que Adonis no estaba aquí. ¿Donde estaba? ¿Y por qué había esa estúpida luz tan brillante?
- Vaya, ¿estás despierta?- la enfermera se incorporó sobre mí y me iluminó los ojos.
- Por favor, no hagas eso.- sisee, apartamdola de un manotazo.
- ¡Lo siento mucho! Deja que vaya a avisar al medico de que estás despierta.- la enfermera salió corriendo.
La doctora no tardo en llegar t respiro aliviada cuando me vio. Me di cuenta de que había bajado las luces antes de acercarse. ¿A qué se debía?
- Majestad, es un alivio verla despierta y bien.- la doctora sonrió.
- Gracias, pero ¿puedes llamarme Adilah?- pregunte.
- ¿Cómo podrías hacerlo? Eres mi reina.- respondió con cara de horror.
- Ahora mismo soy tu paciente. Por favor, llámame Adilah.- Le suplique.
- Esta bien, solo esta vez.- cedió la doctora.
- ¡Bien! ¿Cómo te llamas? Debería dar las gracias a la persona que me ha salvado.- dije sonriendo.
- Jane.- me devolvió la sonrisa.
- Entonces, Jane, ¿te importaría decirme que demonios me ha pasado?- pregunté.
- Bueno, parece que tu cuerpo quería acelerar el proceso de transformarte a licantropa. Sin embargo, como no habías comido mucho, tu cuerpo no tenía suficiente energía para seguir el ritmo de los cambios. Por lo tanto, no tenías energía ni siquiera lana ponerte de pie, y te desmayaste.- explico Jane.
- Entonces, ¿ahora soy una licantropa?- pregunté.
- ¡Si, ahora eres una licantropa! Notarás algunos cambios, uno de los cuales es tu visita agudizada.- me dijo Jane.
- Por eso bajaste las luces.- ahora empezaba a tener sentido.
- Así es. Puede que tu cuerpo esté débil durante el resto del día, pero come bien y te repondras, Adilah.- dijo Jane.
- ¡Gracias! Ahora, mi siguiente pregunta: ¿Donde está mi compañero?- miré a Jane, cuyo rostro se volvió pálido.
- ¿El rey? Bueno... él...- se interrumpió Jane.
Inmediatamente mi corazón comenzó a acelerarse. ¿Le había pasado algo a Adonis? Me senté con la espalda recta y miré a Jane.
- ¿Ha pasado algo?- la presione.
Jame parecía confundida, como si no supiera si debía decírmelo o no. Antes de que pudiera responder, entro Lexi y dio un salto de sorpresa. No sabía qué estaba despierta.
- ¡Adilah, estas despierta!- Lexi se apresuró a acercarse.
- Si, ¿ahora puedes decirme donde esta Adonis?- no quería perder más tiempo.
- Debería haber adivinado que eso sería lo primero que querrías saber.- suspiró Lexi.
- Si lo sabes, dímelo, por favor.- Le rogué.
- Dimitri no estaba en un buen momento cuando te derrumbaste. Se volvió loco de rabia. Llegamos justo a tiempo para contenerlo. Pensé que iba a atacar a esta pobre doctora. Ni siquiera atendía a razones. Nadie puede decirle nada, y su licántropo. Oh, Adilah, no te soltaba. Intentamos explicarle que podrías estar muriendo, pero su licántropo no quería saltar tu cuerpo. Gabe y Evan tuvieron que llevárselo a rastras para que pudieran tratarte.- me dijo finalmente Lexi.
Tarde un rato en asimilar a esas palabras. ¿Adonis se puso así solo porque me derrumbe? ¿Ni siquiera se desprendía de mi cuerpo? No quería pensar en la posibilidad de que no me ocupara si se ponía así cuando simplemente me desmayaba.
- ¿Donde está?- me volví hacia Lexi.
- Esta en su celda, en la que tenía que encerrarse antes de encontrarte...- Lexi se interrumpió al ver que me levantaba.
- Adilah, las intravenosas. Por favor ten cuidado.- me advirtió Jane.
No le preste atención. Me quite las vías y me puse los zapatos, que estaban a los pies de la cama. Por suerte, todavía estaba vestida con mi ropa.
- Quiero disculparme porque mi compañero casi te mata.- me volví hacia Jane.
- No, no hace falta. No puedo imaginar el dolor que estaba pasando al verte así.- Jane nego con la cabeza.
《Yo tampoco, Jane》, pensé. Después de todo lo que Adonis había pasado , lo último que necesitaba era que sucediera algo así.
- ¿A donde vas?- me llamo Lexi a mi espalda.
- Voy a buscar a mi compañero.- dije saliendo de la habitación del hospital.
No debería ser tan difícil, especialmente con mi elevado sentido del olfato. La idea de que Adonis estuviera encerrado me producía ganas de llorar. ¿Como podía dejar que se quedara allí mientras yo estaba cómodamente instalada en una cama del hospita?. Mi cabeza empezó a dar vueltas al pensar en las horribles condiciones en las que podría estar Adonis. Tenía que llegar a él, ya. Tal y como había supuesto, mi olfato me ayudó a encontrar el lugar donde estaba Adonis. Evan y Gabe estaban de pie a un lado, hablando entre ellos. Normalmente no habría podido ir lo que decían, pero ahora que era una licántropa, era mucho más fácil.
- Espero que se despierte pronto. Ver a Dimitri así de nuevo es horrible.- Gabe sacudió la cabeza.
- Estoy de acuerdo, pero lo mantendremos encerrado hasta que Adilah este mejor. Dimitri nos mataría si se entera de que traemos a Adilah para calmarlo sin estar totalmente recuperada.- suspiro Evan.
Adonis era afortunado por tener amigos como Gabe y Evan; la preocupación por su amigo era obvia. La mirada de Gabe se encontró con la mía y se acercó corriendo, con Evan pisándole los talones.
- ¡Adilah, estas bien!- dijo Gabe, con un alivio evidente en su rostro.
- Si, Lexi me contó lo que pasó. Necesito ver a Adonis.- les dije.
- Por supuesto, nunca te detemdriamos. Después de todo, eres nuestra reina.- broneo Evan.
Gabe puso los ojos en blanco mientras yo me reía.
- Siempre sabes que decir.- sonreí.
- Es un talento que nadie más tiene.- Gabe juguetonamente a Evan en el hombro.
- Me siento halagado. Pero hablando en serio, los dos nos alegramos de que estés bien. Para llegar a Dimitri, tendrás que bajar esta escalera, y hay una puerta a la derecha; él está allí.- me explico Evan.
- Gracias.- sonreí.
Ninguno de los dos parecía preocupado; más bien parecían aliviados. Después de escucharse conversación, no me sorprendió. Querían que Dimitri saliera de esa habitación, lo que no hizo más que alimentar mis sospechas de que era un lugar horrible. Seguí las instrucciones de Evan y me detuve de la puerta. Mi corazón se acelerló, no porque me preocupara que Adonis me hiciera daño, sino porque me preocupaban las condiciones en las que se encontraba.
Antes de que pudiera abrir la puerta, un fuente de gruñido que solo puede hacer de adonisme hizo saltar. M*****, era mucho más potente de lo que esperaba. Mis oídos captaron el sonido de las cadenas.《Bien. Ahora, Adilah. Tienes que sacar a Adonis de esta habitación; no hay marcha atrás》. Sin perder un segundo más, abrí la puerta y ahogue un grito. Unos ojos negros atravesaron los míos. Joder, ese no era Adonis...
ESTÁS LEYENDO
Reina de los licántropos
Hombres LoboAdilah, una mujer loba de 19 años, nunca se había considerado una romántica empedernida hasta que el chico al que amaba la dejó al encontrar a su compañera. Con el corazón recién roto, asiste a regañadientes al Baile de los Licántropos, donde conoce...