Capítulo 13

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Cuando me desperté, me di cuenta de que ya no estaba en el coche. Me froté los ojos y miré a mi alrededor en un entorno desconocido. Estaba claro que estaba en una habitación, probablemente la de Adonis por su fuerte olor que lo impregnaba todo. Me senté y miré a mi alrededor, pero él no estaba. Sin embargo, mis pertenencias sí estaban allí, esparcidas por toda la habitación. Me tomé un tiempo para admirar su dormitorio. La cámara enorme, probablemente de más de dos metros de ancho. Tenía un televisor gigante en la pared y dos sofás cerca de los ventanales. También había un balcón.
El esquema de colores era todo gris y negro punto a pesar de que me encantaba la habitación, pensé que transmitía lo ocupado que estaba Adonis. Todos los mandos de la televisión tenían polvo, como si no los hubieran usado en años. Adonis debió de trabajar mucho si apenas estaba en su habitación, y eso me hizo admirarlo más. Por alguna razón, sentí que era mi deber asegurarme de que Adonis descansara, porque claramente lo necesitaba.
Las palabras de Sophia volvieron a mi mente; Adonis había estado lidiando con muchas cosas porque no había encontrado a su compañera. Ahora que yo estaba aquí, ¿le haría la vida más fácil? Eso esperaba. Me levanté de la cama y abrí la puerta del dormitorio. No había nadie en esta planta, o nadie que pudiera ver. ¿Tal vez debería buscar a Adonis? Mi loba estaba completamente de acuerdo.
《No, creo que sería una mala idea. Debería quedarme en la habitación y deshacer el equipaje. No hay ninguna razón para ir a buscarlo》. Una vez cerré la puerta, miré todas mis cosas y luego alrededor de la habitación. Había mucho espacio, pero el problema que tenía era: 《¿Dónde lo pongo?》. Revisar sus pertenencias para hacer espacio para las mías me parecía mal. Maldita sea, tal vez tenía que ir a buscarlo. Suspirando, me dirigí de nuevo hacia la puerta cuando sonó un golpe. Sabía que no era Adonis porque mi loba se habría vuelto loca. Debía ser algún guardia que Adonis había mandado. Abrí la puerta y allí estaba Savannah. Genial, simplemente genial. Era la última persona que quería ver, y estaba claro por su expresión facial que yo también era la última persona que ella quería ver.
- ¿Puedo ayudarte?- pregunté.
- ¿Dónde está Dimitri?- respondió ella.
- ¿Por qué?- pregunté. No me gustaba el hecho de que quisiera ver a Adonis.
- Mira, tienes que aprender a meterte en tus asuntos. Primero me avergüenzas delante de toda esa gente y ahora metes las narices donde no te llaman.- me espetó Savannah.
- Vaya, lo siento mucho, como si yo quisiera encontrar a mi compañero que casualmente era tu cita. Superalo y, si quieres hablar con Adonis, búscalo tú misma. Está claro que lo que quieras hablar con él no es de mi incumbencia.- me encogí de hombros.
- Vaya, ¡eres tan patética e infantil!- suspiró Savannah.
- Vete a ka mierda. No quiero verte aquí.- la fulmine con la mirada, y estaba a punto de cerrar la puerta cuando el ambiente cambió de repente.
Se volvió más eléctrico, y solo había una persona que podía hacer eso: Adonis. Y mirada se encontró con la suya mientras subía las escaleras hacia mí. Se me hizo un nudo en la garganta. Adonis era realmente atractivo. 《Maldita sea, no, Adilah. No deberías tener estos pensamientos peligrosos》.
- ¿Qué está pasando aquí?- pregunto Adonis.
Observé como Savannah se arreglaba el pelo y se ajustaba las tetas. Esta chica no tenía ni puta vergüenza.
- Tu y tu novia arreglad vuestra mierda. No tengo tiempo para esto.- repuse, mirando fijamente a Adonis.
Sin esperar respuesta, cerré la puerta de golpe y me apoyé en ella. No llevaba ni un día entero aquí y ya me encontraba inmersa en un drama. Lo que debería haber hecho era sentarme en la cama y esperar a que Adonis entrara, pero en lugar de eso me quedé escuchando. Adonis dejó escapar un gran suspiro, y oí que Savannah intentaba hablar, pero Adonis la hizo callar.
- Esta planta es solo para mí compañera y para mí. Sabes que no deberías estar aquí. Lo único que has hecho es causarme más problemas.
La culpa empezó a correrme el corazón. ¿He sido demasiado dura con él? Claramente, no estaba impresionado con Savannah y quería acabar con la situación. Ahora bien, si estuviera en mi sano juicio, les habría dejado a ellos dos que se ocuparan de lo que fuera. Sin embargo, no estaba en mis cábalas, porque no lo hice. Al contrario, abrí la puerta, cogiéndolos a ambos por sorpresa. Mientras Adonis parecía aliviado de verme, Savannah estaba lívida. Esta perra tenía que aprender su lugar.
- De hecho, retiro lo dicho. Necesito a Adonis y, como es mi compañero, tengo prioridad. Deberías pedir cita, aunque no puedo garantizar que te reciba. Es un hombre muy ocupado. Ahora adiós, estoy segura de que recuerdas el camino de salida.
Sonreí dulcemente a Savannah antes de coger la mano de Adonis y llevarlo de vuelta al interior de la habitación. La oí murmurar un 《perra》 antes de irse. Tal vez ahora había entendido la indirecta. Adonis tenía una enorme sonrisa en la cara mientras me miraba.
- No te hagas ilusiones, me estaba cabreando y realmente te necesitaba.- Le dije.
Su estúpida sonrisa no desapareció, sino que se hizo más grande. Toda su cara se iluminó y sus ojos brillaron de alegría. Vaya, estaba tan sexy así... 《¡No!》. Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos. Maldito Adonis y su sonrisa sexy. ¿Qué demonios me estaba haciendo? Mi loba se volvió loca al ver a Adonis sonreír así. Me miró y dijo:
- Me acabas de reclamar tuyo, pequeña compañera. Mi licántropo y yo somos muy felices.
Sus palabras me hicieron jadear. ¿De verdad? ¡Caramba! ¡Lo he hecho! He reclamado a Adonis como mi compañero. Ni siquiera sabía que lo había aceptado.
- ¿Y tú?- le pregunté, volviéndome hacia él.
Me sonrió y me agarró de la mano para acercarme a él. Aquella acción provocó una descarga eléctrica que me recorrió la columna, lo que no impidió que me encantara.
- Ya te reclamé la primera vez que te conocí, ¿recuerdas?- me susurró al oído.
No me fiaba de mi voz, así que me limité a sentir. Adonis me levantó la barbilla para que le mirara los ojos.
- Si quieres, pequeña, te proclamaré delante de todo el mundo. Entonces todos sabrán que eres mía.- dijo Adonis.
Jadeé ante la lujuria y la sinceridad que había en sus ojos. Sabía que decía la verdad; no era difícil verlo. Los muros que había construido se estaban desmoronando lentamente, y no habría nada que pudiera hacer para evitarlo. Adonis me tenía en trance, un trance del que no quería salir nunca.

Reina de los licántroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora