Capítulo 39

5.2K 262 1
                                    

Alguien debería haberme dicho que mi boca me metería en problemas. Ah, espera, sí lo hicieron. Sólo que nunca escuché. Adonis no perdió tiempo en levantarme y tirarme a la cama.  Sus ojos se clavaron en mí, desafiandome a moverme.
- Estás muy sexy, pero esto tiene que ir fuera. Quitátelo o te lo arrancaré yo mismo.- la mirada de Adonis no se apartaba de la mía.
Al oír su tono de voz tan serio, decidí que me convenía hacerle caso. Además, realmente me gustaba mi lencería. Me senté y me dispuse a salir de la cama, pero Adonis gruño.
- No, quitatelo acostada.
- ¿Qué? No.- me burlé.
- ¿De verdad quieres ponerme a prueba ahora, pequeña? No olvides que, además de hoy, también hay que castigarte por el otro día.- Adonis arqueo las cejas.
Joder. Se me había olvidado. Su rostro no mostraba ninguna emoción, pero el brillo de sus ojos lo delataba. Quería que le desafiara. Normalmente lo habría hecho, pero me arrastré de nuevo a la cama e hice un extraño bailebpara quitarme la lencería. No quería darle la satisfacción de castigarme. No era muy sexy, pero la mirada de Adonis mientras se relamia me hizo pensar lo contrario. Lancé la pieza de lencería a Adonis y, obviamente, la atrapó sin esfuerzo.
- ¿Por qué siempre tienes que burlarte de mí?- Adonis dejó escapar un gemido torturado.
Dejo caer el sujetador y se arranco los vaqueros y la camisa. Mis ojos se dirigieron directamente al creciente bulto que seguía cubierto. Adonis se arrastró hacia mi, haciéndome contener la respiración.
- ¿Por qué no puedes dejar que te folle como deseamos los dos? Deja que te meta la polla una y otra vez...
Parecía peligroso, con esos ojos y esa sonrisa risa suya. Definitivamente estaba metida en un problema. Me agarró por el to tobillo y tiró de mí hacia él, haciéndome jadear.
- ¿Donde está la diversión en eso?- respondí, con mi ritmo cardíaco aumentando alarmantemente.
- Mmm... cierto. Es mucho más agradable que me desafíes. Estoy deseando darte tu castigo.- sonrió Adonis.
- ¿Que castigo?- pregunté.
Ni siquiera vi cuando se quitó la última prenda hasta que su miembro se hundió en mí.
- Oh, mierda.- grité.
Adonis era implacable; sus empujones eran duros y rápidos. Me sujetaba las manos por encima de la cabeza, así que ni siquiera podía pasarle las manos por el pelo como quería.
- No te atrevas a correrte.- advirtió Adonis.
Antes de que pudiera protestar, me puso boca abajo y me levantó para que me pusiera de rodillas. De nuevo, sus duros empujones continuaron. La conocida presión aumentaba, haciéndome apretar los dientes y aferrarme a las sábanas. Adonis sabía claramente que estaba cerca, así que me dio una palmada en el culo antes de gruñirme al oido:
- No lo hagas.
Fue una tortura absoluta. Cada vez que estaba cerca, Adonis disminuía la velocidad y luego volvía a acelerar. Su brazo me rodeó el estómago y me puso de rodillas. La nueva posición me hizo gemir. Lo sentía más profundo que nunca y esto no me ayudaba.
- Oh Dios, Adonis.- la presión aumentó de nuevo.
Adonis no respondió, sino que reclamó mis labios en un beso abrasador que me hizo gemir. Mientras mis caderas se mecian con sus empujones, me encontré suplicando la liberación que ansiaba desesperadamente.
- ¡Estoy tan cerca!- Le dije.
Adonis gimio antes de soltarme, y yo caí de nuevo sobre las manos y las rodillas.
- ¡Me siento tan bien dentro de ti, cariño!- gimio.
- ¡Suéltalo, Adonis!- respondí, porque sabía que estaba cerca.
Eso era todo lo que necesitaba. Se libero mientras gritaba mi nombre. En mi cabeza, pensé que mi castigo era que no se me permitiera esa liberación que tanto deseaba. Lo que no esperaba era que Adonis saliera de mí y me pusiera de espaldas.
- ¡Oh, Dios mío!- jadee, porque no esperaba sentir la punta de su lengua acariciando mí coño.
Todo mi cuerpo se estremeció mientras Adonis seguía lamiendo mi clitoris.
- Adonis... no puedo, ¡no puedo!- no podía contenerme mucho más.
Su lengua se detuvo y levantó la cabeza.
- Voy a hacer que te corras tantas veces que recordaras de quien es este cuerpo y este coño.
Mi respiración broto entrecortada mientras Adonis metía y dacaba su lengua, y yo finalmente podía enredar mis manos en su pelo. El orgasmo no tardo en llegar con fuerza. Grité su nombre una y otra vez mientras se apagaba el orgasmo más potente que había tenido jamás. Ni siquiera pude recuperar el aliento antes de que dos dedos penetraran en mi sensible vagina.
- Joder.- levante las caderas mientras sus dedos continuaban exitandome.
Adonis empujó mi cuerpo hacia abajo y atacó mi sexo una y otra vez. Esa lengua suya, junto con sus dedos, consiguió arrancarme cinco orgasmos. Mi cuerpo estaba cansado, y sabía que lo sentiría mañana.
- No puedo aguantar más.- exhale.
- Creo que si puedes soportar uno más.- Adonis soltó mi coño.
Levantó la cabeza y se lamio los labios. Se arrastró hacia mi y su duro miembro se hundió en mis sensibles pliegues.
- Todavía estas muy prieta.- gimio Adonis.
- Muévete, muévete.- logre decir.
No necesitaba más estímulos. Aunque sus empujones no eran tan fuertes como antes, no tardé en gritar su nombre, con el no muy lejos de mí. Su cuerpo cayó a un lado y acercó mi cuerpo sudoroso y cansado a él.
- Ha sido increíble.- todavía estaba tratando de recuperar el aliento.
- Tu cuerpo es algo de lo que nunca me cansaré.- Adonis me besó mi frente sudorosa.
Me acurruqué en su calor, porque mi cuerpo necesitaba descanso. Nuestro momento se arruinó al pir a Evan subir las escaleras. Esta vez me negué a moverme.
- Puede irse a la mierda. Me quedo aquí contigo. No me importa si parezco una perra necesitada.- Le dije a Adonis.
- No me iré de tu lado, no te preocupes, pequeña.- Adonis se rio, con el pecho vibrando.
- Oye, Adilah, Niya te ha pillado...- se interrumpió Evan-. Ay, joder, no. ¡Lo voy a dejar aquí fuera!- grito.
Me eche a reír al oír a Evan.
- ¿Por qué soy yo el que siempre tiene que hacer esto?- Las quejas de Evan se desvanecieron.
- Dije fiera de mi planta, pero él no estaba.- dijo Adonis.
Sentí una gran pesadez en los ojos cuando Adonis me acomodo un mechón de cabello detrás de las orejas.
- ¿Te he cansado?- sonaba presumido.
- Si. Me va a doler mucho cuando me despierte.- me quejé.
- ¿De verdad te quejas?- pregunto.
Sacudi la cabeza. Aquellos orgasmos que me daba no se parecían a mada de lo que había experimentado nunca. Por supuesto que no me iba a quejar.
- No te pongas demasiado gallito.- bostece.
- Demasiado tarde. Estoy deseando contarles a los chicos cuantos orgasmos te he dado.- sonrió Adonis.
- Como si esperaras que me lo creyera. Eres demasiado posesivo para hacerlo.- me burle-. Yo, en cambio, les contaré a las chicas cuanto he gozado.- sonreí.
- Estas buscando otro castigo.- Adonis me miró fijamente.
- Como tu digas.- volví a bostezar y cerré los ojos-. Ya no se habla más. Solo abrázame.- Le pedí.
- Te abrazare para siempre.- Los brazos de Adonis me rodearon con fuerza mientras yo perdía la batalla con el sueño.

Reina de los licántroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora