Adonis volvió con sus hermanos de mucho mejor humor. Riley se fue, diciendo que tenía que ir a ver a su hijo. Prometió que nos presentaría al pequeño Michael. Damien estaba más interesado en el comportamiento de Adonis. Se sentó en una silla e interrogó a Gabe y Evan.
- ¿Cuántas mesas ha roto?
- Demasiadas para contarlas. Demasiadas.- gimio Evan.
- Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad?- rio Damien-. Incluso después de todos estos años, no has dejado ese mal hábito.
- Los viejos hábitos son difíciles de erradicar.- Adonis se encogió de hombros.
La respuesta de Damien se vio interrumpida por el sonido del teléfono. Todo el mundo se tensó de repente. La última vez que alguien hizo sonar este teléfono, fue para advertirnos. Adonis apretó la mandíbula y cogió el teléfono, poniéndolo en manos libres.
- Rey Dimitri.- dijo una voz desconocida.
A mí me resultaba desconocida, pero las expresiones de tensión en los rostros de los hombres me decían que sabían exactamente de quien se trataba.
- Consejero Harrison, ¿a que debo este placer?- grito Adonis.
Vi que Damien también estaba tenso, mirando el teléfono como si fuera se peor enemigo.
- Pues bien, ha llegado a nuestro conocimiento que ha habido dos muertes en el último mes, causadas por alguien que en su día fue cercano a usted.- dijo el consejero.
- Si, estoy al tanto. ¿Ha llamado para darme alguna información útil?- pregunto Adonis.
- No exactamente. Le he llamado para advertirle que todos hemos decidido que si vuelve a cometer un desliz, es decir, si no puede atrapar a este asesino en la próxima semana, le apartaremos del trono.- El consejero Harrison sonaba engreido.
- ¿Y quién sustituiría a mi hermano? ¿Yo? Porque he dejado muy clara mi intención ante el consejero Harrison. No tengo ninguna intención de ser rey.- dijo Damien.
- Ah, príncipe Damien. Finalmente ha regresado. Pronto será el momento de dar un paso al frente y tomar el relevo de su hermano.- El consejero se estaba ganando una bofetada.
Esta vez gruñi y le arrebate el teléfono.
- Escucha, pedazo de mierda. Primero intentas que mi compañero tome a otra hembra como compañera, ¿y ahora lo amenazas con quitarle el trono? Dejame decirte algo. Adonis es el rey, no tú, y por eso tus palabras no significaban absolutamente nada. Acabas de hacernos perder el tiempo, un tiempo que debería haberse empleado en encontrar a ese criminal. Si descubro que estás tratando de entretenernos a propósito o si intentas hacer fracasar a Adonis, te demostraré por qué soy la reina.
No le di la oportunidad de decir nada más y lancé el teléfono contra la pared. Tanto mi licántropa como yo nos sentimos satisfechas viendo cómo se rompía en pedacitos.
- Otro teléfono destrozado. Por eso sois perfectos el uno para el otro.- gimio Evan.
- Vaya, realmente eres perfecta para mi hermano.- Damien me sonrió.
Adonis me miró con asombro antes de levantarme y echarme al hombro.
- Adonis. Bajame, gran bruto.- me esforcé por soltarme.
- Todos fuera de mi planta. ¡Ahora!- grito Adonis.
Se dirigió a nuestro dormitorio y me colocó en la cama.
- ¿Sabes lo jodidamente sexy que fue eso?- gimio Adonis.
- Yo... yo... no.- Las palabras me fallaron mientras contemplaba la mirada lujuriosa de Adonis.
- Eres una pequeña hechicera.- rio Adonis.
- No soy pequeña.- hice un mohín.
Adonis atrapó mis labios, haciéndome gemir.
- Mmm... me tienes muy excitado.- Adonis puso mi mano en su creciente bulto.
El hormigueo se disparó directamente a mi sexo. Adonis sonrió.
- Creo que alguien más también está excitado- me susurró al oído-. Yo podría arreglarlo.
- ¿Seguro?- respondí después de tragar el nudo que tenía en la garganta.
Estaba tentando a la bestia, pero descubrí que disfrutaba. Adonis gruñó y me tumbó, arrancándome la ropa interior.
- Eres una pequeña descarada. Además, hace tiempo que no te pruebo.
No perdió ni un segundo mas antes de hundir su lengua en mis pliegues.
- Mierda.- me aferre a las sábanas mientras Adonis atacaba mi coño.
Su hábil lengua sabía exactamente qué hacer, y no tardé en gemir y suplicar mi liberación.
- Mmm... ¿que quieres?- se burló Adonis.
- ¡Adonis!- no estaba de humor.
- No te oigo, pequeña.- Adonis sonrió contra mi clitoris.
- Quiero que hagas que me corra. ¿Contento?- gruñi.
La respuesta de Adonis me estaba dando lo que tanto deseaba. Labios todos mis jugos antes de concentrarse en mi clitoris.
- Perfecto.- sonrió.
Maldito sea. Me tenía justo donde quería.
- Es hora del espectáculo principal.- me guiño un ojo.
Me lami los labios mientras Adonis se desnudaba lentamente. Joder, lo estaba haciendo a propósito.
- Date prisa, antes de que te arranque yo misma la ropa.- gruñi.
- Estamos impacientes, ¿verdad?- se rio.
- Recuérdame que la próxima vez me desnude lentamente cuando estés excitado- dije con impaciencia-. Entonces sabrás lo que quiero decir.
Adonis abrió la boca para replicar, pero un fuerte gruñido nos dejó helados a los dos. Miré a Adonis, que parecía tenso. ¿Quién coño ha gruñido?
- Mierda, tío. ¿Por qué siempre soy yo el que te pilla?- se quejó la voz familiar de Evan.
Adonis me levantó y yo me apresuré a coger ropa interior limpia y a volver a ponerme los leggins. Algo no iba bien; tanto Adonis como yo lo intuimos, y por eso no nos burlamos de Evan.
- Chicos, será mejor que vengáis rápido. No es nada bueno.- la voz solemne de Evan ne heló la sangre.
Adonis me agarró de la mano mientras salíamos corriendo a ver que demonios pasaba. Sabía que algo iba muy mal. Gabe y Evan parecían increíblemente tensos mientras Lexi y Niya intentaban reconfortarlos acercándose a ellos y cogiendoles las manos. Vale, algo iba rematadamente mal pata que todos se pusieran tan nerviosos.
- ¿Que coño esta pasando? ¿Y quién ha gruñido?- Adonis muro a sus mejores amigos.
Gabe suspiró y nos indicó que le siguiéramos. De nuevo acabamos en el estudio de Adonis. Gabe cogió el teléfono y marcó un número. Lo puso en altavoz y esperó. Adonis y yo nos miramos confundidos, pero lo entendimos al escuchar la voz familiar de Bradley.
- Ah, Adonis. Has decidido no responder; gran error, amigo. Tengo a alguien muy especial aquí. Sophia Butler. ¿Te suena el nombre? Creo que es la compañera de mi hermanito, una cosita muy bonita. Ahora, llámame en treinta minutos o esta muerta. Tic toc, viejo amigo.
Oh, mierda, no. Este bastardo se ha llevado a Sophia. ¿Cómo se atreve? Lo desollare vivo. Adonis estaba tenso, agarrando mi mano como si fuera su único apoyo.
- Ese gruñido era de Luke.- suspiré. Tenía sentido.
Gabe asintió con tristeza.
- Vino a mi cuando vio un mensaje de voz en su teléfono. No hace falta decir que perdió el control y se largo. Damien ha ido tras él para asegurarse de que no hace daño a nadie.
- ¿Cuanto tiempo?- pregunto Adonis.
- Creo que nos quedan diez minutos.- respondió Gabe.
- Joder.- Adonis se pasó las manos por el pelo.
- Es lo que tenemos.- apreté su mano.
Adonis asintió y cogió el teléfono. Volvió a marcar al número desde el que había llamado Bradley y el cabron engreido no tardo en contestar.
- El gran hombre en persona. Sabes contar, Adonis.- respondió Bradley.
- Te he llamado antes de tu límite de tiempo- gruño Adonis-. No te atrevas a hacer daño a Sophia.
- ¿Muy protector, no? ¿Que opina tu compañera sobre eso?- pregunto Bradley.
- Si le tocas un pelo de la cabeza, te despellejare vivo, cabrón.- escupi.
- Vaya, una fiera, ¿no es así? Esta claro que te importa mucho esta licántropa.- Bradley se rio.
- ¿Que coño quieres?- Adonis tenía problemas para controlarse.
- Estaré en tu territorio muy pronto. Entraré y nadie me hará daño porque, si lo hacen, le romperé el cuello a Sophia tan rápido que no podréis salvarla.- advirtió Bradley.
Conociendo al tipo, cumpliría su promesa. Yo lo sabía y Adonis también, por lo que soltó un profundo suspiró y dijo:
- De acuerdo. Nadie te hará daño.
- Bien. Supongo que te veré pronto, viejo amigo. Recuerda que si alguien intenta hacerme daño, esta muerta.- dijo Bradley antes de colgar.
Mure a Adonis, que me taladro con la ira que desprendían sus ojos.
- Este cabron estará muerto antes de que pase una semana. Es hora de que encuentre su fin.
- Todos estamos contigo.- dije, asintiendo con la cabeza.
- Decirles a los guardias que se retiren cuando entre Bradley, y que nadie le haga daño- ordenó Adonis mirando a Gabe y a Evan-. No puedo arriesgarme a que le pase nada a Sophia.
- Me pondré en contacto con Damien. Luke tiene que estar aquí.- dijo Gabe.
- Si, pero también hay que sujetarlo. Preparad algunos guardias por si acaso. No quiero que haga nada estúpido que pueda causar daño a Sophia o a si mismo.
Un tono de llamada nos saco a todos de nuestros pensamientos. Era mi teléfono. Suspirando, conteste al ver el nombre de Carter.
- Sonrisas.- Carter ni siquiera espero a que lo saludara.
- Carter, lo sabemos. Se han llevado a Sophia.- supuse que era por eso que llamaba Carter.
- Si. Dios, lo siento mucho. Teníamos más guardias, pero estos tipos son licántropos. Fue difícil.- Carter parecía frustrado consigo mismo.
- Oye. No puedes culparte. Bradley habrá atacado a la manada cuando estaba más debilitada en defensa y seguridad. Lo principal es que todos los demás están a salvo.- respondí.
- Si, todos están bien. El bastardo sabía lo que quería, y lo consiguió.- gruño Carter.
- Siphia volverá a los brazos de su compañero muy pronto.- Le asegúrese a Carter.
- Se que todos haréis lo que sea necesario. Pero nosotros vamos a ir. Yo y algunos otros. Hunter se quedara aquí, pero necesito asegurarme de que Sophia esta a salvo.- dijo Carter.
Estaba a punto de discutir diciendo que era peligroso, pero Adonis me puso una mano en el hombro y nego con la cabeza.
- Bien. Por favor, ten cuidado.- respondí suspirando.
- Eso haré. Tu también ten cuidado.- Carter colgó.
- Pequeña, tienes que dejar que venga; su lobo se siente responsable de la situación de Sophia. Necesita saber que esta a salvo. No olvides que es un alfa, además de un amigo íntimo de Sophia y tuyo.- explicó Adonis.
- Lo se.- asentí con tristeza- Es que no quiero que le hagan daño.
- No se lo harán. Carter es una persona fuerte.- Adonis me besó en la frente.
Me cogió de la mano mientras bajábamos las escaleras.
- Ahora es el momento de conocer al diablo.
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Reina de los licántropos
WerewolfAdilah, una mujer loba de 19 años, nunca se había considerado una romántica empedernida hasta que el chico al que amaba la dejó al encontrar a su compañera. Con el corazón recién roto, asiste a regañadientes al Baile de los Licántropos, donde conoce...