Capítulo 17

8K 474 0
                                    

- P... probar.- logre balbucear.
La sonrisa de Adonis se hizo más grande.
- Si, probarte. Todo tu cuerpo me llama, pequeña.
Sentir el nudo en la garganta cuando Adonis se acercó a mí. Por supuesto, mi primer instinto fue subir a la cama y alejarme de él. Sus ojos se entrecerraron durante una décima de segundo antes de cambiar. De repente, me sentí como la presa y Adonis era el depredador. Me miró como si quisiera devorarme. Antes de que pudiera decir o hacer nada, Adonis me agarró de los tobillos y me tiró hacia abajo de la cama, haciéndome chillar.
- No hay ningún ligar donde puedas esconderte de mi. He olido tu deseo, y ahora estoy desesperado por probarlo.- me susurró inclinándose sobre mí oído.
Mierda, este hombre será mi muerte. Puedo imaginar mi lapida: 《Muerte por deseo, causada por Adonis》. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el reguero de pequeños besos que dejó Adonis desde mi mandíbula hasta mi cuello. ¿Por qué sus labios dejan esa sensación tan placentera sobre mi piel? Cuando depositó más besos, cerré los ojos y me descubrí deseando que me besara en los labios de nuevo punto siendo el provocador que es, Adonis me besó cerca de los labios pero nunca sobre ellos. O no se daba cuenta del efecto que estaba causando en mí, o lo sabía y estaba disfrutando con mi nerviosismo. Gimiendo de frustración, abriré los ojos y agarré la cabeza de Adonis antes de aplastar mis labios contra los suyos. Gruñó y apretó más sus labios contra mí mientras se encaramaba sobre mi cuerpo.
Dios, sus labios eran increíbles. Acerque su cabeza a la mía para profundizar en su boca. Si me muero después de esto, me parecerá bien. Al menos había avisado un tipo que me hizo no querer dejar de besarlo. Adonis rompió el beso y apoyó su frente contra la mía mientras ambos recuperabamos el aliento.
- Bueno, no me lo esperaba.- dijo finalmente Adonis.
- ¿Por qué? ¿Porque las chicas no puedes dar el primer paso?- replique yo.
- No, porque pensé que te repugnaba.- respondió Adonis.
-¿Por qué piensas eso? Definitivamente no me repugnas. Más bien...- me interrumpi.
La mirada de Adonis se clavó en la mia; era como si buscará algo.
- ¿Más bien que?- soltó por fin.
- Más bien me fascinante.- jadee cuando los labios de Adonis encontraron mi cuello.
- ¡Sabes tan bien, pequeña!- gimio Adonis contra mi cuello.
No quería gemir, pero Adonis estaba poniéndomelo muy difícil punto su ataque a mi cuello se detuvo y sus labios se deslizaron hacia mi pecho punto cuando sus ojos de color avellanas se encontraron con los míos, juro que dejé de respirar. Nunca en mi vida había visto unos ojos tan llenos de lujuria y amor por mí.
- Respira, pequeña.- me susurró al oído antes de mirarme y volver a subir.
En cuanto dijo a esas palabras, soltó una profunda bocanada que ni siquiera sabía que estaba conteniendo.
- ¿Qué me estas haciendo, Adonis?- pregunté.
- Nada comparado con lo que me estás haciendo tú a mí.- Adonis me besó la oreja.
Se sentó y me levantó para que me sentara a horcajadas sobre él. Sinceramente, era incapaz de sobreponerme a cuanto me excitaba Adonis.
- Solo quiero que sepas que el hecho de que te decidieras a besarme fue increíblemente sexy.- me dijo Adonis.
- ¿Te ha gustado?- pregunté.
- Me ha encantado, pequeña. Nos has demostrado a mí y a ti misma que esas más segura de lo que crees. No hay más atractivo que una mujer segura de sí misma.- sonrió Adonis.
- Siempre sabes que decir para volverme loca.- respondí.
Antes de que pudiera decir nada, le rodeé el cuello con los brazos y lo acerqué solo para abrazarlo. Adonis se rió y me rodeó la cintura con sus brazos.
- No creas que te vas a librar, pequeña. Quiero probarte.- susurró Adonis.
- ¿No me has probado ya?- pregunté.
- No es suficiente para saciar ni hambre de ti. Quiero probar la parte más íntima de tu cuerpo.- me besó en el cuello.
- ¿Dimitri?- llamo una voz.
- Ignoralo- dijo Adonis, separándose de nuestro abrazo y acariciando la cara con su dedo.
Me estremeci de placer.
- ¿Dimitri? ¡Se que estas ahí dentro! Por favor.- volvió a sonar esa molesta voz.
El deseo que empañaba mi mente se aclaró cuando mi lente cerebro comprendió quién estaba en la puerta. Gruñendo, salte del regazo de Adonis y abrí la puerta para ver nada más que a Savanah. Estaba a punto de decir algo, pero sus ojos me recorrieron de arriba abajo. Probablemente era todo un espectáculo, con los labios hinchados, el pelo desordenado y la camisa de Adonis puesta.
- ¿Si? ¿Puedo ayudarte?- pregunté.
- ¿Por qué llevas su camiseta?- escupió Savanah.
- ¿Por qué sigues aquí?- replique con gesto de fastidio-. Creo que Adonis ya te ha dicho que no eres bienvenida.
- ¿Que quieres?- pregunto Adonis por encima de mi.
- Bueno, quería preguntarte si...- Savanah se interrumpió, bajando los ojos.
La miré con ojos entrecerrados y me giré para ver a Adonis de pie y sin camiseta. Esa perra estaba mirando mi compañero. Gruñendo, empuje a Adonis y cerré la puerta de golpe, de modo que ahora estábamos solas Savanah y yo.
- No tienes vergüenza,  mirando asuntos a mi compañero, ¿verdad?- la fulmine con la mirada.
- Estaba destinado a ser mío.- dijo Savanah.
- Si, estaba destinado a hacerlo, pero me encontró a mí, y tú ya no sales en la foto. Esta es la última advertencia que recibirás de mí. Será mejor que nos dejes a Adonis y a mí en paz. No vuelvas a entrar en esta planta, porque no eres bienvenida.- Le espete.
Sin darle siquiera la oportunidad de responder, la dejé fuera y volvía a entrar punto Adonis estaba de pie con mirada confusa.
- ¿Qué? ¿Puedes cargarme al hombre cuando llevo un sujetador deportivo, pero no puedo enfadarme cuando tu ex te mira descaradamente?- puse los ojos en blanco.
- Estas muy guapa cuando te enfadas. Los celos te sientan bien.- sonrió Adonis.
- La próxima vez ponte una camisa.- respondí, yendo directamente a mi armario a buscar otra camisa.
Una vez vestida, decidí salir de la habitación. Permanecer allí con Adonis no era buena idea.
- ¿A donde vas?- pregunto.
- No lo se, a algún lugar.- respondí.
- Bueno, supongo que ya se ha estropeado el momento. Tendré que probarte otro día.- Adonis me guiño un ojo.
- O nunca.- replique.
- Ambos sabemos que pronto te probaré. Lo que quiero, lo consigo.- Adonis me miró, restándole a desafiarlo.
- Ya veremos.- arquee kas cejas y salí de la habitación antes de que Adonis pudiera retenerme.
El destino estaba de mi parte porque, en cuanto baje las escaleras, apareció Lexi.
- Hola, Lexi.- la llamé.
Se giro y me dedico una enorme sonrisa.
- ¡Adilah! Me alegro de verte. Ven a ayudarme en la cocina.- vio a Adonis detrás de mí y añadio-: Si no estas muy ocupada.
- ¡No, no estoy ocupada! Te ayudare.- replique, mirando primero a Adonis y luego a Lexi.
Adonis me observó con el ceño fruncido mientras me alejaba con Lexi. Ver el deseo los ojos de Adonis me hizo preguntarme si jugar con él iba a terminar bien para mí...

Reina de los licántroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora