Seguía mirando fijamente al rey, que era mi compañero. Mi loba estaba extasiada, pero yo no estaba segura de lo que sentía. No se podía negar que este vínculo de compañeros era fuerte, más fuerte de lo que había creído. El momento se rompió cuando al rey me apartó un mechón de pelo de la cara.
- Nunca en mi vida he visto una chica tan hermosa como tú.- me susurró al oído.
La chispa recorrieron mi cuerpo y jadee. ¿Por qué sus palabras tienen un efecto tan poderoso sobre mí? Esto no era normal, pero de todos modos, nada de la situación lo era. El rey me sujetaba las manos en la espalda como si temiera que huyera.
-¿ Podrías... podrías soltarme las manos, por favor?- conseguí decir.
El rey arqueo las cejas y respondió:
- ¿Cómo puedo estar seguro de que no huirás? Por mucho que me guste la persecución, no quiero tener que volver a atraparte.
Me estremecí al ver el deseo en sus ojos. Por mucho que intentara convencerme de que el reino era un hombre guapísimo, mi cuerpo me decía lo contrario. Descubrí que deseaba que el rey me atrapara de nuevo. Mi mente estaba hecha un lío, esa era la única conclusión a la que podía llegar.
- ¿Puedo saber el nombre de la bella dama que será mi reina?- preguntó el rey.
- ¿Esos cumplidos tuyos funcionan con todas las mujeres?- respondí con descaro, sacando lo mejor de mí.
- No sabría decirte, eres la primera dama con la que pruebo.- respondió el rey, sonriendome.
Me obligué a apartar la mirada de sus ojos; eran peligrosos. El rey, con su mano libre, me ladeó la cara para que volviera a mirar sus ojos de color avellana. Me miró como diciendo: dime tu nombre, y yo suspiré.
- Adilah. Adilah Bedi.- cedí y le dije mi nombre.
- Adilah.- repitió el rey lentamente.
Dios, ¿tenía que decir mi nombre así? Mi cuerpo respondió inmediatamente a su voz, y sentí que una descarga eléctrica me recorría la columna vertebral. Cuando pronunció mi nombre, sonó increíblemente sexy. 《No, Adilah. No debes pensar así. Reacciona》, me reprendí a mi misma.
- Hermoso nombre. Tu ya sabes mi nombre, ¿verdad, amor?- preguntó.
No me fiaba de mi voz, así que me limité a sentir. El apelativo cariñoso me pilló por sorpresa. Todo esto estaba sucediendo muy rápido, demasiado rápido. No sabía qué hacer, pero algo me decía que, de todos modos, no podría hacer nada. Después de todo, mi compañero no era un hombre lobo normal, ni siquiera un licántropo normal. Era el rey licántropo, el más fuerte de todos. Hiciera lo que hiciera, él me atraparía. Mi cerebro lógico me reveló la temida verdad. Ya no había forma de escapar del licántropo; estaba conmigo para siempre.
El sonido de unos pasos me hizo girar la cabeza, y el rey me soltó las manos. Mi familia y mis amigos habían salido al jardín. Me alivió ver las caras familiares de mis seres queridos. Luke y Sofía parecían muy aliviados, y yo sabía por qué. Vi unos pasos hacia ellos, pero retrocedí sobresaltada cuando todos se inclinaron ante mí. No quería que mis seres queridos se inclinarán ante mí; yo no pertenecía a la realeza. Carter me guiñó un ojo, y yo le devolvía un gesto de fastidio. Evidentemente, esto le hacía gracia. Sin embargo, no tuve tiempo de pensar en nada. El rey me agarró la mano, haciendo saltar chispas entre nuestros cuerpos, y yo jadeé ante el repentino contacto. Ni siquiera se detuvo para que le dijera algo a mi familia. En lugar de eso los dejó atrás y me llevó directamente al interior. Volví la vista y vi que todos se quedaban rezagados. El rey me llevó directamente hacia los tronos. Mi corazón empezó a acelerarse. ¿Qué estaba haciendo? No iba a ser coronada, ¿verdad? Apenas conocía al rey.
Mi cerebro comprendió lentamente que Savannah ya no estaba en lo más alto y, cuando llegamos, la vi abajo, entre la multitud. No parecía nada contenta.
- Mis leales súbditos. Hoy es una ocasión monumental. Hoy he encontrado a mi compañera, vuestra reina, y no podría ser más feliz.- anunció el rey, atrayendome a su lado.
El anuncio fue seguido por un fuerte aplauso. Alcé la mirada y encontró a mis padres, que derramaban lágrimas de felicidad. Carter gritaba y Diya lo reprendía. Eso me hizo sonreír. Observé a todos los licántropos, que antes estaban más tensos. Estaban mucho más contentos y parecía que se habían quitado un peso de encima. Todo esto me pareció un error, pero me sentía tan bien. Me llamé a mi alrededor, pero no pude ver a Niya por ningún lado. La preocupación se apoderó de mí mientras la buscaba entre la multitud. Realmente no estaba allí.
- ¿Qué pasa?- me susurró el rey al oído.
Levanté la vista hacia él y debió ver la preocupación en mi rostro. Volvió a mirar a la multitud y sonrió antes de sacarme de allí.
- Niya- solté una vez que nos quedamos solos-. Mi prima Niya ha desaparecido. No la veo por ninguna parte.
- Vale, cálmate.- respondió el rey mirándome- ¿Tal vez fue a tomar aire fresco?
- No quiso ir, sobre todo porque yo acabo de encontrar a mi compañero. Algo va mal. Puedo sentirlo.- miré al rey con lágrimas en los ojos.
Pronunció algunos nombres y los guardias se apresuraron a entrar.
- Diles cómo es tu prima y que lleva puesto. Ellos la buscarán.- me aseguró.
Después de explicarles cómo era Niya y que llevaba puesto, se fueron a buscarla. Levanté la vista hacia el rey y dije:
- Gracias, eh...
Me quedé sin palabras, sin saber cómo llamarle realmente punto me sonrió y respondió:
- Haría cualquier cosa por ti. Y solo tú puedes llamarme Adonis. Solo tú tienes ese derecho.
Tragué saliva cuando el aire volvió a ser sofocante. Me descubrí deseando acariciar su cabello con mis manos y saborear esos deliciosos labios suyos.
- Venga, déjame presentarte a algunas personas muy importantes en mi vida.- dijo Adonis, tomando mi mano.
Nos dirigimos a la planta baja y todos charlaban entre ellos. Mi mente estaba concentrada en Niya y en dónde podía estar. Solo esperaba que esos guardias la encontrarán pronto.
- Bueno,bueno,bueno, ¿que tenemos aquí?- una voz desconocida interrumpió mis pensamientos.
Ni siquiera me di cuenta de que Adonis me había llevado hasta un grupo de personas. Dos hombres nos miraron a ambos con enormes sonrisas en su rostro. Uno de ellos se adelantó y sonrió punto tenía el pelo castaño oscuro; parecía negro punto sus ojos de color castaño oscuro brillaban de felicidad.
- Soy Evan Clark. No puedo decirte lo feliz que estoy de que esté idiota te haya conocido por fin.- Evan me estrechó la mano
Sonreí amablemente y Adonis sacudió la cabeza.
- Estos son mis mejores amigos. Evan ya se ha presentado, y aquel de allí es Gabe Davis.
- Encantado de conocerte.- Gave me estrechó la mano. Su pelo rubio era largo para un chico; realmente le quedaba bien.
Una mujer también se adelantó. Tenía el pelo rojo hasta los hombros y sus ojos azules destacaban en su rostro. Era preciosa.
- Soy Lexi Robinson, la compañera de Gabe. Tengo que decir que estas preciosa.- Lexi sonrió.
- Gracias, me encanta tu vestido.- respondí.
- ¿Sabes que los tres somos amigos desde hace mucho tiempo? A veces me pregunto cómo he aguantado a estos dos.- Evan suspiró dramáticamente.
Adonis puso los ojos en blanco y Gabe miró a Evan.
- Es al revés, idiota. No se como Gabe y yo te hemos aguantado a ti punto la cantidad de veces que nos hemos metido en problemas por tu culpa.- dijo Adonis, haciendo un gesto de incredulidad.
- Estoy de acuerdo. Evan, eres una buena pieza. Lo siento por tu compañera.- asintió Gabe.
Miré a Adonis, que tenía una enorme sonrisa en la cara. Aunque acabábamos de conocernos, por alguna razón, verle sonreír así me hacía muy feliz. Este vínculo de compañeros estaba volviendo locos a mis sentimientos, lo juro.
- Incluso a mi me cuesta creer que estos dos os hayan aguantado tanto tiempo. Quiero decir que Gabe y yo solo llevamos siete años siendo compañeros, pero eso es suficiente para saber lo difícil que eres.- corroboro Lexi.
- ¿Qué es esto?¿Es la hora de aliarse contra Evan?- se quejó Evan con dramatismo-. Me estáis avergonzando delante de la reina.
La mención a la reina me hizo ponerme rígida. No quería ser reina. Era demasiada responsabilidad, y ¿cómo podría comprometerme con una sola persona después del desamor que había sufrido?
- Suficiente. Tu eres el que se está avergonzando a sí mismo. Ve y asegúrate de que todos estén contentos. Voy a conocer a la familia de mi compañera.- dijo Adonis. Y volvió a poner su cara seria.
Evan y Gabe asintieron y fueron a cumplir las órdenes del rey. Adonis me tomó suavemente la mano; aquellas malditas chispas me hicieron jadear. ¿Siempre iba a ser así? No sé cómo lo supo, pero Adonis se dirigió directamente a mis padres. En cuanto mamá me vió, me envolvió en un enorme abrazo. El abrazo de una madre hace que todo sea mejor.
- ¿Por qué lloras?- pregunté, limpiando las lágrimas de la cara de mi madre.
- Porque soy muy feliz. Mi niña ha encontrado a su compañero. Alguien que la cuidará muy bien. ¿Qué más podría querer una madre?- dijo entre sollozos.
Se volvió hacia Adonis y sonrió.
- Lo único que quiero es que cuides de mi hija. Que la trates como a una reina.
- No te preocupes. Tu hija siempre será feliz.- respondió Adonis asistiendo.
- Vaya, mi princesa ya no es una princesa sino una reina. No puedo creerlo.- mi padre me guiñó un ojo.
- ¡Papá!- puse los ojos en blanco.
Se rió y me abrazo antes de decir:
- Adilah, quiero que sepas que tu madre y yo estamos muy orgullosos de la mujer en la que te has convertido. Ahora estás entrando en la siguiente etapa de tu vida. Disfrútala.
Las palabras de papá me dieron ganas de llorar al comprender que era su despedida. No quería dejar a mis padres y quedarme aquí. Quería volver a casa, a mi cómoda habitación.
- Te echaré de menos, hermanita.- Sai fue el siguiente en abrazarme.
- ¿Lo harás? ¿O simplemente echarás de menos burlarte de mí?- arquee las cejas.
- Me has pillado- se rio Sai-. Voy a echar de menos burlarme de ti y ponerte nerviosa.
- Te dije que parecías una reina.- Zoya me atrajo hacia sí para abrazarme-. Adilah, eres una mujer increíble, nunca lo olvides.
- Esto no es justo. Acabo de regresar y ahora me dejas, Sonrisas.- la voz de Carter llegó desde atrás.
- Ahora tienes una compañera que te cuida.- sonreí.
Carter suspiró y me abrazó. Me esforcé por no llorar. No era así como había planeado que fuera mi noche. Unían mis mejores sueños, pensé que encontraría a mi compañero en el baile y que tendría que despedirme de todos mis seres queridos.
- Sabes que me ocuparé de él.- sonrió Diya.
- Lo sé. Más vale que te cuide bien a ti también.- miré fijamente a Carter.
- Sí, Majestad.- dijo, levantó las manos en señal de rendición.
- ¿De verdad?- sacudí la cabeza.
- No he dicho nada malo; vas a ser reina, y serás una reina increíble.- Carter me besó en la frente.
Mis ojos captaron los de Hunter; estaba de pie, detrás de Carter. Me miraba con una expresión ilegible en su rostro. Lana estaba hablando con otra persona, pero la atención de Hunter estaba centrada en mí. Eso me hizo sentir incómoda, así que a partir la mirada. En mi trance, no me di cuenta de que los guardias se abrían paso hasta Adonis.
- Oye, ¿has visto a Niya?- me pregunto Diya.
- No, está por aquí en algún lugar.- repuse, sacudiendo la cabeza.
-La buscaré- decidió Diya.
- Fue un placer conocerlos a todos. Adilah y yo tenemos que irnos. Volveremos.- corto Adonis.
Todos asintieron cortésmente, y Adonis me sacó de allí. Nos dirigimos a la planta de arriba y mi corazón se aceleró.
- ¿Los guardias? ¿Han encontrado a Niya?- pregunté.
Adonis no dijo nada. Nos detuvimos frente a una puerta y Adonis me miró.
- Entra tú.
Respire profundamente y abrí la puerta. Nada podría haberme preparado para lo que vi al otro lado
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Reina de los licántropos
WerewolfAdilah, una mujer loba de 19 años, nunca se había considerado una romántica empedernida hasta que el chico al que amaba la dejó al encontrar a su compañera. Con el corazón recién roto, asiste a regañadientes al Baile de los Licántropos, donde conoce...