Capítulo 23

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- ¿Cómo coño has entrado?- gruño Adonis al hombre.
Para mi sorpresa, no parecía asustado, ni siquiera se inundaba por el hecho de que Adonis estuviera unos segundos de perder el control. Por el contrario, parece que estaba disfrutando. Su sonrisa lo confirmó, y no era una sonrisa atractiva; era una sonrisa aterradora que te hacía sentir incómodo.
- Sólo he venido a ver a tu compañera. Cálmate.- este hombre no tenía vergüenza.
El cuerpo de Adonis estaba muy tenso y Lexi se agarró a mí, probablemente nerviosa por si Adonis perdía el control. Me di cuenta de que Niya estaba de pie a un lado con una expresión confusa en su rostro. Por suerte estaba alejada de todo el drama. Ya tenía bastante con lo suyo. 《Lo último que necesito hoy es que Adonis pierda el control frente a este idiota, que evidentemente está en su contra》.
- Soy el rey. Yo decido que escoria puede entrar en mi casa, y tu no eres bienvenido. Así que coge a tu molesta sobrina y lárgate.- Adonis apretó los dientes.
《¿Sobrina? Espera...¿no me digas que Savanah es su sobrina?》.
- ¿Llamas molesta a mi sobrina? Savanah no se merece esas duras palabras.- El hombre parecía ofendido.
《¿Sabes que? Veo claramente el parecido. Ambos son unos idiotas molestos que no saben cual es su lugar, y ambos tienen esa mirada de no tramar nada bueno. Bueno, la ventaja de que este gilipollas este aquí es que se puede llevar a su maldita sobrina a casa y así ya no tengo que tratar con ella. Una cosa menos por la que estresarme. Además, Savanah hace tiempo que debería haberse ido, si quieres saber mi opinión》.
- No necesito explicarte mi elección de palabras, Mark.- Adonis estaba apretando los puños. Eso no era bueno.
- Bueno, me entere del ataque a tu compañera. Que alguien logro colarse y colgar el cuerpo de una niña muerta sobre ella. ¿Donde estabas tu? He oído que estabas en tu estudio, lejos de tu compañera. Si no eres capaz de proteger a tu propia compañera, entonces ciertamente no eres capaz de dirigir un reino.
《¡Oh, diablos, no! Alguien tiene que decirle a este Mark que si continúa por ahí, lo echaré a la calle. ¿Cómo se atreve a insultar así a mi compañero? ¿Y realmente cree que le dejaré salirse con la suya?》. Entrecerre los ojos y me puse delante de Adonis. No me haría daño, y así permanecería tranquilo.
- ¿Quién te crees para decirle a Adonis de lo que es y no es capaz de hacer? Ha gobernado sin compañera durante 10 años y ha hecho un buen trabajo. Tu opinión no nos interesa y es un montón de mierda, porque lo que te pasa es que estás molesto porque tu sobrina no consiguió ser la compañera de Adonis. Ahora es el momento de que tu calva y tu os vayáis a la mierda. Ah, y no te olvides de tu sobrina llorona.- sonreí dulcemente al final.
Oí a Lexi reírse en voz baja y algunos de los guardias esbozaron una sonrisa. Miré a uní que pareció captar el mensaje y se apresuró a echar a esa escoria tan molesta para siempre. Mark se quedó con la boca abierta, probablemente sorprendido porque ninguna mujer le había hablado nunca así.
- Escucha, no acepto órdenes de las mujeres.- se burló Mark.
- Nunca pensé que usaría mi título, pero ahora parece el momento perfecto, porque significa que puedo bajarte del caballo- respondí sonriendo-. Sal de mi palacio antes de que te obligué. Son órdenes de la reina. Lo has intentado con tu sobrina, y por suerte no ha funcionado, así que es hora de que te vayas.
Adonis me puso la mano en el hombro, y me giré para ver su enorme sonrisa.
- Mi reina ha hablado; ya sabes donde está la puerta.
- ¿Que estás haciendo? Quítame las manos de encima.- grito una voz conocida.
Dios, que voz tan irritante. Los guardias derribaron a Savanah, y quedó claro que no le gustaba demasiado el trato que recibió.
- Dimitri, diles que me quiten las manos de encima. Mira lo que están haciendo.- se quejó.
- Ya ves, Savanah, ya no eres bienvenida. Pero no te preocupes, tu querido tío ha venido a recogerte y a llevarte a casa, porque está nunca fue tu casa y nunca lo será.- hice un gesto a Mark.
- ¿Tío Mark?- Savanah parecía sorprendida.
Adonis no perdió el tiempo. Me tomo en brazos y llamo a Gabe y Evan que acababan de incorporarse.
- Sacalos de aquí.
- Vaya, tío. ¿Por qué siempre me pierdo la diversión?- se quejó Evan, haciéndome reír.
Adonis me llevó hasta nuestra habitación temporal y me deposito sobre la cama.
- ¿Sabes lo increíblemente sexy que ha sido eso?- me miró con orgullo.
- No, pero viendo tus ojos, adivino que lo encontraste muy atractivo.- me reí.
- Le dijiste a Mark que se fuera y usaste tu título contra él.  Pequeña, ha sido jodidamente increíble.- Adonis sacudió la cabeza con incredulidad.
- Gracias, pero tuve que hacerlo. Ese idiota diciendo todo tipo de tonterías sobre ti.- dije con gesto de indignación.
- Cada día me sorprendes más.- Adonis me sonrió.
- Si, bueno, después del día que hemos tenido, creo que era necesaria una buena sorpresa.- respondí.
De repente, el ambiente cambió. Fue como si algo hiciera clic en Adonis, porque ahora parecía que quería devorarme.
- Tienes razón. Después de los acontecimientos de hoy, necesito una distracción.- dijo sonriendo.
Mi corazón se aceleró al contemplar la familiar visión del deseo que se arremolinaba en sus ojos.
- Pero... pero ahora no es el momento. Están pasando muchas cosas que...- me interrumpi.
- Exactamente por eso necesito una distracción, y creo que te he dicho que quiero probarte. No lo he olvidado, pequeña, y ahora parece el momento perfecto.
Adonis parecía disfrutar con mi nerviosismo.
- Ahora realmente no es el momento, Adonis.- lo intenté de nuevo.
Por supuesto, mis palabras cayeron un saco roto con Adonis se acercó a mí con mirada de depredador. Bueno, mierda, ahora Savanah no iba a aparecer para interrumpirnos. Adonis iba a conseguir probarme. Desvíe los ojos hacia la ventana. Tal vez podría saltar. No era porque no quisiera que Adonis me probara, pero si quería una distracción, no debía ponérselo fácil punto además como a mí citaba hacer que me persiguiera. Lo hacía más divertido.
- ¿Has cerrado la puerta?- pregunté.
- Parece que alguien está lista.- la sonrisa de Adonis se ensancho.
Cuando se giró para cerrar la puerta, me levanté de un sol y corría hacia la ventana. La adrenalina lleno mi cuerpo al abrir la ventana y sacar una pierna.
- ¿Que crees que estás haciendo?- Adonis me atrapó.
Ahora estaba sentada en la ventana, con una pierna dentro y otra fuera. Buen movimiento, Adilah. Era demasiado lenta para Adonis.
- ¿Crees que te dejaría ir sin probarte?- se relamio los labios.
- Querías una distracción, así que te la estoy dando.- agite las pestañas.
- Ni siquiera pienses en saltar, pequeña. Entra para que pueda probarte.- Los ojos de Adonis se clavaron en mis piernas.
Esta vez sonreí, aunque el no me podía ver.
- ¿Donde está la diversión en eso?- dije.
Antes de que pudiera decir nada, giré ka pierna y salté. Di gracias a que ahora era licántropa, porque aterrice en el suelo sin problemas. Adonis asomo la cabeza por la ventana y gruño.
- Así que quieres jugar. Juguemos, pero será mejor que corras rápido, porque tengo hambre.
Me estremci al ver esa mirada depredadora en sus ojos. Luego, abrí los ojos d epar en par cuando sus palabras calaron en mi. Mis ojos recorrieron al frente del Palacio y corrí. La velocidad del licántropa me ayudó a adentrarme en los jardines. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara su fuerte gruñido, lo que me animó a correr más rápido. Encontró un viejo cobertizo cubierto por árboles. Decidí que era el mejor escondido por el momento. Adonis me encontraría. Necesitaba deshacerme de esta ropa pero como punto asomé la cabeza y sentí el olor de Adonis muy cerca. Estaba claro que era muy rápido, y que yo le hiciera enfadar probablemente le impulsaba encontrarme más rápido. Corría aún más y me detuve ante un enorme árbol. Si supi si pudiera escalarlo, sería el escondite perfecto. Solo había un pequeño problema con mi genial idea: no me había subido a un árbol en mi vida. Bueno, siempre hay un momento y un lugar para aprender cosas nuevas. Aunque te puede haber sido el lugar, ciertamente no era el momento, especialmente con Adonis pisándome los talones. Respirando profundamente estaba a punto de saltar cuando un chorro de aire me hizo perder el equilibrio. Gimiendo, intenté levantarme, pero me encontré con que me sujetaba nada menos que Adonis.
- Me recuerda a cómo te encontré por primera vez.- me susurró al oído.
Mierda, me ha encontrado. Porque no lo escuché ni lo oí. Tenía que aprender a concentrarme más en mis sentidos.
- Ah, claro, porque la primera vez que me encontraste me tiraste al suelo.- puse los ojos en blanco.
- Solo lo hice esa vez porque alguien tiene la mala costumbre de huir.- Adonis me besó en el cuello, haciéndome temblar.
Se puso de pie y me arrastró a él. Olfato el aire y, de repente, el ambiente se puso tenso.
- Huelo tu deseo.- la voz de Adonis se volvió ronca.
Sentí un nudo en la garganta pero no dije nada; no confiaba en mi voz. Adonis iba a devorarme ahora. No había nada que pudiera hacer, y además sabía que no quería hacer nada.
- No puedo esperar más.- dijo Adonis gimiendo.
No perdió un segundo en levantarme y echarme al hombro.
- Adonis.- jadee.
Ni siquiera respondió y me llevó corriendo al palacio. Los alrededores pasaron como un borrón ante mis ojos y mi corazón se acelero. Adonis volvió en tiempo récord y se dirigió a la habitación. Vi a Niya, que estaba en la cocina, y se rió. Vaya, podría haberme ayudado a escapar de esta situación, pero no, estaba disfrutando con mi sufrimiento. Adonis abrió la puerta de la habitación y la cerró con llave antes de tirarme a la cama.
- Has ido una niña traviesa; creo que es hora de tu castigo.- Adonis se acercó a mí.
Me agarró por los tobillos y tiró de mí hacia el punto se quitó la camiseta y me permitió contemplar su delicioso cuerpo punto me moría de ganas de pasar mi lengua por sus abdominales. Espera, que no puedo creer que haya pensado eso. Se agachó y me rascó la camiseta por la mitad, haciendome jadear y cubrirme el pecho con las manos.
- No te atrevas a cubrirte. No me niegues lo que es mío.- Adonis me apartó las manos y me las sostuvo por encima de la cabeza.
- Joder, eres preciosa.- gimio, soltandome las manos y arrastrando sus besos por mi cuerpo.
Con un solo movimiento, Adonis me quitó los los pantalones y las bragas, dejándome completamente desnuda punto de nuevo intenté taparme, dominada por los nervios. Esta vez Adonis me sujeto las manos por encima de la cabeza antes de que tuviera oportunidad de intentarlo.
- Tus nervios te están superando.- me susurró Adonis al oído.
Para distraerme, sus labios reclamaron los míos en un beso hambriento. Su lengua invadió mi boca, haciéndome gemir. Sus besos son algo de lo que nunca me cansaré punto cuando nos separamos, mi mente estaba nublada por el deseo. Adonis bajó la mirada hacia mi pecho, que seguía cubierto por el sujetador. Volvió a mirarme con los ojos entrecerrados.
- Si vuelves a intentar taparte, te atare a la cama.
Dos ojos de amparempar y ya sentí con la cabeza. Lo último que quería era estar atada en la cama. Adonis parecía satisfecho y me arrancó el sujetador con una mano mientras yo me obligaba a no moverme; déjame decirte que fue difícil. Me quedé mirando el cuerpo de Adonis para intentar distraerme, pero mis ojos se dirigieron a la zona de su entrepierna, donde su impresionante bulto era cada vez más grande.
- ¿Te gusta lo que ves?- Adonis sonrío,  haciéndome levantar la vista hacia él.
- Si.- respondí.
- Bien, porque estoy deseando que veas lo que hay debajo de estos vaqueros. Pero hoy se trata de ti, no de mi.- Adonis me guiño un ojo.
Antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, Adonis se inclinó y atrapó mi pecho en su boca, haciéndome gemir. Joder, cuánto me gustó. Sentí que sonreía contra mi pecho mientras continuaba su ataque y acariciaba el otro pecho con su mano libre. Intenté contener los gemidos, pero Adonis me apretó el pezón con fuerza, haciéndome jadear, y me miró.
- Quiero escuchar todos tus gemidos, pequeña.
Después de darse por satisfecho con mis dos pechos citados por su increíble boca, bajo por todo mi cuerpo dejando un recuerdo de besos. Sabía hacia dónde se dirigía y mi corazón se acelero. Nervios, sí, pero sobre todo porque estaba muy excitada punto y no ningún hombre me había hecho nada así, y descubrí que me excitaba solo con pensar en el placer que me daría Adonis.
- Alguien está muy excitado.- respiro Adonis directamente en mi sexo, haciéndome gemir-. Puedo oler lo mojada que estas. Tan mojada, y todo otra mi.- gimio Adonis.
Se me seco la boca y lo miré con expectación. ¿No podía darse prisa, por favor?
- Podría hacerte esperar como tú me obligaste a perseguirme por el palacio.- Adonis me miró con la diversión reflejada en sus ojos.
- ¿Hablas en serio? Tu no estabas aquí desnudo, Adonis. Pero gracias por la idea, porque la próxima vez te voy a dejar todo... ¡Dios, mierda!
Ni siquiera tuve la oportunidad de terminar la frase, porque Adonis decidió que ese era el momento perfecto para penetarme con su lengua. La lengua de Adonis sabía lo que quería conseguir. Atacaba mi sexi con rudos golpes, y no pude evitar emitir gemido tras gemido mientras me aferraba a las sábanas.
- ¡Sabes tan bien, amor! Me muero por saborear tus jugos.- Adonis respiro en el interior de mi sexo antes de continuar su ataque.
Esta vez donde sucede se unieron a él, haciendo que mi espalda se arquease punto Dios, esto era otra cosa de la que nunca me cansaría. Sus dedos entraban y salían de mi interior, cada vez más rápido, mientras su boca subía y se pegaba a uno de mis pechos.
- ¡Oh Dios, oh Dios!- me sentí al borde de un orgasmo.
- ¿Disfrutando?- sonrió Adonis.
- No te detengas.- respire, demasiado absorta en mi placer.
Su dedo continuaron su asalto en mi interior hasta que grite su nombre mientras llegaba mi liberación. Inmediatamente Adonis volvió a bajar, y su lengua la mitad de los jugos de mi vagina, ahora muy dolorida.
- Creo que he encontrado mi nuevo postre favorito.- Adonis se relamio los labios mientras se arrastraba hacia mi.
Quise replicar, pero en lugar de eso, bostece. Los acontecimientos de la mañana, más lo que acababa de ocurrir habían agotado totalmente mi reserva de energía junto sentí que el calor me subía a las mejillas. A donde se rio antes de tirar de mi cuerpo desnudo hacia el suyo.
- Duerme, pequeña. Nunca más me iré de tu lado.
Esta vez me dormí sintiéndome segura en sus brazos.

Reina de los licántroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora