Sentí el agotamiento de mi cuerpo mientras nos dirigíamos de vuelta al palacio. Mis ojos se encontraron con el campo ensangrentado donde yacían los licántropos, los que lucharon por nosotros, no contra nosotros. Adonis me apretó la mano.
- Esos valientes no murieron en vano. Me aseguraré de que tengan un entierro apropiado.
- Sé que lo harás.- sonreí con tristeza.
- Yo sé quien se alegrará de verte.- dijo Niya.
- ¿Qué?- pregunté, confundida.
Al entrar en el palacio, un borrón corrió hacia mí y me levantó.
- Carter, bájame.- me reí.
- Vaya, Sonrisas, me alegro mucho de que estés bien.- Carter me bajo mientras sus ojos me recorrían de arriba a abajo para comprobar si tenía alguna herida.
- ¿Y tus heridas? Un golpecito y estás fuera de combate para el resto de la batalla.- ne burlé.
- Eso no es justo.- Carter hizo un mohin-. Ahora eres una licántropa, mucho más fuerte que yo.
Adonis se aclaró la garganta antes de tirar de mí hacia él y poner una mano alrededor de mi cintura. Una sonrisa se abrió paso en mi rostro cuando comprendí que Adonis estaba celoso. Quise reírme, pero me contuve sabiendo que no era el momento adecuado.
- Gracias por toda su ayuda.- Adonis sonaba como si estuviera hablando con un extraño.
- No hay problema. Ahora somos familia. Mi mejor amiga y mi cuñada son parte de tu manada. La familia ayuda a la familia.- Carter me sonrió.
- Si, lo que significa que la familia no se pone celosa de la familia.- Le susurre a Adonis, que se limitó a fulminante con la mirada.
- Soy un hombre celoso, nena, no puedi evitarlo.- susurró Adonis.
- ¿Qué estáis murmurando vosotros dos?- pregunto Carter.
- Créeme, no quieres saberlo.- murmuró Evan, pero recibió un codazo de Niya, que sacudió la cabeza.
- Nada, no te preocupes.- respondí.
- Será mejor que no me guardes más secretos, Sonrisas. A menos que se trate de tu vida sexual, porque realmente...- Carter se detuvo cuando una fuerte tos le interrumpió.
Mi padre tenía cara de no quiero saber lo que hace mi hija con su compañero.
- Si ellos supieran...- murmuró Adonis entre mis cabellos, haciendo que enterrara mi cara en su pecho, totalmente mortificada.
Voy a matar a Carter por esto. Lo último que necesitaba era que mi padre se enterara de mi vida sexual.
- Ay, mi niña, mírate.- mamá se acercó y me libro del momento embarazoso abrazándome.
- Estoy bien, mamá, de verdad.- Le devolvi el abrazo. El abrazo de una madre hace que todo sea mejor, lo juro.
- Sí, tu hija es dura de pelar.- Damien sonrió.
- Dinos algo que no sepamos.- Sai hizo acto de presencia alborotando mi pelo.
Le miré con el ceño fruncido mientras intentaba colocarmelo. Sai se limitó a sonreír y a revolvermelo de nuevo. Yo no añoraba aquello, pero obviamente él sí.
- Aunque me encantaría sentarme con todos vosotros y charlar, necesito una ducha y mi cama.- dije.
- Por supuesto. Ve a descansar, estaremos aquí hasta mañana.- respondió mi padre, dándome un rápido abrazo.
Después de despedirme, subí las escaleras, desesperada por una ducha. Adonis se quedó abajo para asegurarse de que mi familia estaba bien. No tardé en entrar en mi habitación, quitarme la ropasucia y entrar en la ducha. El agua caliente resbalando por mi piel me hizo suspirar. Parecía que hoy era un día interminable. Me tomé mi tiempo para lavarme el pelo y restregarme la piel hasta dejarla roja. Cuando por fin me decidí a salir, el olor de la comida hizo que me rugiera el estómago. Rápidamente, me vestí y me sorprendió ver todo un festín preparado.
- Te has tomado tu tiempo.- Adonis se sentó sonriendo-. Temía tener que entrar y sacarte de ahí antes de que la comida se enfriara.
- ¿Tenías miedo? Me cuesta creerlo.- me burlé.
- Es verdad.- rio Adonis.
- Claro, lo recordaré la próxima vez que quieras que nos duchemos juntos.- puse los ojos en blanco.
- Vamos, tienes que comer.- Adonis me cogió de la mano y me sentó a su lado.
Tenía razón, necesitaba comida. Así que, sin perder un segundo, tomé un plato y lo llene de todo tipo de comida deliciosa. Ni siquiera se me ocurrió comer como una dama mientras me atiborraba. Cuando hube comido suficiente, me desplome en la cama con un fuerte suspiro.
- ¿Satifecha?- Adonis se rio.
- Mucho.- respondí.
- No puedo creer que todo haya terminado.- Adonis me miró con preocupación en los ojos.
- Estas pensando que va a pasar algo más, ¿no?- pregunté.
Adonis asintió, y yo negué con la cabeza, poniéndome de pie y dirigiéndome a él.
- No lo hagas. Hemos ganado esta batalla, Adonis. Bradley no nos causará más problemas. Estoy segura de que el Consejo también nos dejará en paz por ahora.- me reí al final.
- Si, gracias a mi increíble compañera.- Adonis sonrió.
- Lo se, soy demasiado buena para ti.- me sacudi teatralmente el pelo.
- ¿Sabes cuanto me has torturado hoy?- Adonis me atrajo hacia él y gimio-. ¡La cantidad de veces que he tenido que ocultar mi ereccion a todo el mundo!
La risa se me escapó de la boca antes de que pudiera detenerla. Pensar en Adonis tratando de ocultar su ereccion me hizo reír aún más.
- ¿Te parece gracioso?- parecía indignado.
- Lo siento. Sí, solo un poco.- intenté dejar de reírme.
Antes de que me diera cuenta, Adonis me había levantado y me había tirado sobre la cama, haciéndome chillar. La risa cesó en cuanto vi sus ojos. Se arrastró por la cama con una sonrisa de satisfacción.
- Menos mal que ta no tengo que ocultar mi ereccion esta noche.
- Eh... yo... mi...- tenía un nudo en la garganta.
- ¿Mi compañera no tiene nada que decir?- la sonrisa de Adonis no abandonó su rostro mientras se inclinaba y me mordía la oreja.
- Mis padres.- trate de inventar una excusa.
- Están en un piso completamente diferente. Sabes que toda esta planta es solo nuestra, mi amor.- Adonis intento no reírse de mí.
- Pero...- mi cerebro no tenía nada más que decir.
- Mmm...- Adonis me siguió la corriente mientras derramaba pequeños besos desde mi oreja hasta mi cuello, haciéndome temblar.
De repente, fue como si mi cerebro dejara de funcionar. No podía pensar en nada más que en el placer que Adonis me estaba causando.
- ¿Tienes miedo, pequeña?- pregunto.
- Parece que quieras devorarme.- admití.
- ¿Y eso te da miedo?- Adonis me miró, preocupado.
- No, me pone nerviosa. Mañana me va a doler el cuerpo una barbaridad.- respondí.
- Pensé que tenías miedo.- Adonis dejó escapar un suspiro-. No haría mada si te sintieras así, pero ahora que se que si lo deseas...
No perdió tiempo en bajarme los pantalones y agarrarme el coño.
- Joder...- arquee el cuerpo sobre la cama, sintiendo la hábil lengua de Adonis hacer su magia.
- Eso viene después. Dejame probarte primero.- Adonis sonrió.
Lamida tras lamida, Adonis me torturo mientras mi cuerpo se agitaba.
- Adonis, por favor.- Le rogué.
- Ahora no. No te atrevas a soltarlo antes de que yo lo diga.- dijo Adonis.
Deje escapar un grito de frustración que se convirtió en un gemido cuando Adonis me introdujo dos dedos y los frotó dentro y fuera de mi vagina.
- ¡Oh, Dios! Adonis, no puedo...- me costaba formar incluso una frase.
La respuesta de Adonis fue mover los dedos aún más rápido. Un lamentado a mi coño, y ya no pude aguantar más.
- ¡Joder!- grite mientras sentía que mis jugos se derramaban.
Mi cabeza volvió a caer sobre la almohada mientras respiraba con fuerza pata recuperar el aliento. Adonis saco los dedos y vi como los lamia para limpiarlos.
- Me has desobedecido.- dijo.
- Lo he intentado, pero es difícil.- hice un mohín.
- Puede ser, pero aún así me desobedeciste. Creo que se impone un castigo.- dijo Adonis, con un brillo malvado en los ojos.
Se levantó y entró en el armario antes de salir con un trozo de tela de seda.
- ¿Qué vas ha hacer?- pregunté.
No contestó, sino que me levantó las manos y me las sujeto detrás de la cabeza. La comprensión cruzó mi rostro mientras luchaba, pero fue inútil. Adonis utilizó la tela de seda para atarme las manos al poste de la cama.
- No te muevas. Si intentas escapar, tendré que castigarte aún más.- me dijo Adonis.
Creía que podía liberarme fácilmente, pero su cara me hizo pensar lo contrario. Además, una parte de mí no podía evitar excitarse. Estúpidas hormonas. Además me arrancó la camiseta, haciendome jadear.
- ¡Hay tantas cosas que quiero hacerte, pequeña! Pero tenemos mucho tiempo. Ahora mismo lo único que quiero es hundir mi polla en tu apretado coño.
Decía guarradas. Sabía lo mucho que me gustaba eso. Observé como se quitaba la ropa muy lentamente. Me picaban las manos deseando arrancarsela, y gemi de frustración. Esto era parte de mí castigo, y castigo era de verdad.
- Adonis.- gemi.
- No. No lo hagas, pequeña.- me advirtió Adonis.
Cerré los ojos y me propuse que mi cerebro pensara en otra cosa. Un gruñido desbarató mis pensamientos.
- Los ojos en mi. No dejes que se cierren.- gruño Adonis.
Joder. Esto era una absoluta tortura, pero obedeci. Tenía los ojos pegados a los suyos de color avellana mientras él seguía tomándose su tiempo para quitarse la ropa. Me retorci en la cama, rogándole que se diera prisa, pero él se limitó a quedarse de pie con una sonrisa triunfante en la cara.
- Ahora sabes que no debes desobedecerme. Puedo hacer que los castigos sean peores.
- Muy bien, sí, he aprendido la lección. Por favor, ¿podrías follarme ya?- grite.
Adonis se arranco el resto de la ropa en una décima de segundo y se colocó junto a mí coño, que pedía a gritos que lo penetrara.
- ¿Es esto lo que quieres?- Adonis se burló con su polla junto a mí abertura.
- Oh, Dios, por favor, Adonis.- levante el pubis para tratar de animarlo.
Lentamente, Adonis avanzó. Ay, que cerca. Todas estas burlas eran un atortura. Solo espera, Adonis, ya te devolveré el favor.
- ¡Adonis!- llamó una voz fuerte, haciéndonos saltar a ambos.
No, esto no estaba sucediendo. Ignoralos, se irán.
- ¡Adonis!- volvieron a gritar.
- ¿Me estáis tomando el pelo?- grite.
Adonis me agarró de las caderas para que no me moviera. También parecía cabreado.
- Estoy ocupado, vete a la mierda.
- ¡Adonis, tienes que venir ahora!- grito la voz de Gabe.
- Vete a la mierda, Gabe. ¿Sabes que demonios está pasando aquí?- Adonis soltó mis caderas y se levantó.
Suspirando, rasgue la seda para liberar mis manos y me puse de pie. Frustrada y cachonda. También es suerte.
- Te juro que si no es cuestión de vida o muerte, metere a Gabe en las malditas celdas todo un día.
Adonis se quedó de pie, sorprendido, mientras yo entraba furiosa en el baño y me lavaba la cara sonrojada. Fuera lo que fuera, no quería salir con una cara que dijera: ¡Estuve tan cerca de que me fallarán...! Volviendo a vestirme rápidamente, salí del baño y vi a Adonis ya vestido, con una mirada solemne. Bueno, cuanto antes acabemos con esto, antes podré volver a la cama y conseguir el órgano que tanto merezco. Salimos de nuestro dormitorio y vimos a Gabe de pie con una expresión ilegible en su rostro.
- ¿Que pasa?- pregunto Adonis.
- Hay un problema abajo.- Gabe me miró y dudo.
¿Que demonios? ¿Uno de mis familiares?
- ¿Que problema?- pregunté. Un pequeño resquicio de preocupación se abrió paso.
- Adilah, su no vienes aquí ahora mismo,atare a todos tus seres queridos.- gritó una voz conocida.
Abrí los ojos como platos al reconocer la voz. Mierda, esto era malo, muy malo. Mi mirada se dirigió a Adonis, que apretó la mandíbula y bajo furioso las escaleras con ira que irradiaba en oleadas. Estaba a punto de perder el control, y eso no sería bueno para nadie. Joder, ¿por qué no podemos tener un día normal? Me apresuré a bajar las escaleras, apartando de mi mente todo pensamiento de sexo. Supongo que ser una reina esta por encima de mi propio placer.
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Reina de los licántropos
WerewolfAdilah, una mujer loba de 19 años, nunca se había considerado una romántica empedernida hasta que el chico al que amaba la dejó al encontrar a su compañera. Con el corazón recién roto, asiste a regañadientes al Baile de los Licántropos, donde conoce...