CAPÍTULO 23

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Cristal se encontraba rodeada por una densa oscuridad. Por más que caminaba, no encontraba un camino por donde seguir. No estaba asustada; sin embargo, sentía que debía hallar algo que le pertenecía.

— ¡¿Dónde estás?! — se preguntó con mucha frustración. — ¡Por favor, ven a mí! — suplicaba ella.

Cristal buscaba con desesperación en la oscuridad. De repente, vio unos iris dorados brillando en la penumbra. Con cautela, se acercó, y pronto distinguió la silueta de un imponente lobo.

El hocico de aquel inmenso animal pasaba fácilmente sobre su cabeza. Cristal jamás había visto un lobo tan grande e imponente en su vida. Y por muy extraño que pareciera, no tuvo miedo y en ningún momento se sintió en peligro ante esta temible bestia.

Aquel inmenso lobo, que mostraba gran poder, se acercó e inmediatamente se inclinó ante ella. Cristal podía sentir lo sumiso que estaba. Con un poco de recelo, estiró su mano para tocar su hermoso pelaje negro. El lobo inmediatamente comenzó a emitir un suave gruñido alegre. Con su hocico inició a olfatear a Cristal hasta detenerse en su cuello izquierdo, el cual no dudó en lamer.

— ¿Quieres morderme? — le preguntó Cristal, percibiendo sus intenciones.

— ¡Solo así volverás, mía! — aseguró el gran animal posesivamente.

— Hazme tuya, mi cuerpo te pertenece — le respondió Cristal, reconociendo que este gran lobo era lo que buscaba con tanto afán, pero seguía sin comprender. ¿Por qué no sentía temor de esta bestia?

Ella, llevada por la gran atracción que sentía por la bestia, inclinó su cabeza hacia un lado, dejando libre el acceso a su cuello. El lobo abrió su boca mostrando sus colmillos y se dirigió a su cuello.

Cristal cerró sus ojos, sintió el aire caliente de su respiración chocar contra ella, esperando ansiosamente sentir sus colmillos profanar su piel. Pero se inquietó al sentir unos diminutos labios besando el otro extremo de su hombro.

— ¿Kogan? — Cristal se sobresaltó, asombrada y confundida, de ver a ese hombre en lugar del gran lobo.

Kogan, notando la expresión de asombro de su pareja, inmediatamente la acunó delicadamente en sus brazos y juntó su frente con la de ella.

— ¡Mi pareja! He esperado mucho por ti — le declaró con una dulce voz, mirándola con mucha ternura.

— Nunca volveré a estar separada de ti — le respondió Cristal, sintiendo internamente que ese lobo y Kogan eran lo que ella había estado buscando. No podía expresar la alegría que sentía y su cuerpo pedía a gritos estar por siempre a su lado.

Luego, Cristal escuchó voces provenientes de la oscuridad que la rodeaba. Miró a su alrededor buscando las fuentes de esos murmullos.

— ¿Dónde están? — preguntó Cristal, volviendo a sentir frustración al ver que el lobo y Kogan habían desaparecido. Corrió desesperadamente buscándolos, temiendo perderlos nuevamente.

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Cristal abrió lentamente sus ojos después de que la oscuridad desapareció. Intentó levantarse, pero el fuerte dolor en todo su cuerpo y su hombro se lo impidieron.

— Déjame ayudarte — le dijo Elena, sujetando su mano y ayudándola a sentarse. — ¿Cómo te sientes? — le preguntó.

— Tengo hambre — balbuceó Cristal con voz perezosa.

— Te buscaré algo de comer — dijo Lynn, retirándose inmediatamente al notar lo débil y el poco peso de ella.

— ¿Sientes dolor en tu hombro y pierna? — le preguntó Kogan, quien había permanecido a su lado preocupado. Cristal, un poco adormilada, parpadeó por unos largos segundos y miró a todos de manera extraña antes de responder:

— Estoy bien, pero tengo mucha hambre — continuó hablando de manera perezosa y le costaba mantener firme su cuerpo.

— Parece desorientada — mencionó Tou, viendo que sus ojos no miraban fijos en una dirección.

Kogan, preocupado por el extraño comportamiento de Cristal, sujetó su mentón para mirarla y, al sentir su vínculo, se sorprendió al notar que su mente estaba totalmente en blanco.

— ¿Estás segura de que te encuentras bien? — preguntó Kogan, preocupado nuevamente.

— Me siento bien, solo con mucha hambre — volvió a responder Cristal, mirando a Kogan con una hermosa sonrisa.

— Lynn te traerá... algo de comer — mencionó Hiro boquiabierto, al notar a Cristal sonreírle a Kogan después de que ella había dejado en claro que no lo deseaba cerca de ella.

Luego de un par de minutos, Cristal comenzó a frotar su cabeza al sentir un ligero dolor. Frotó sus ojos y los acontecimientos de ese día se hicieron presentes en su mente. Cristal alzó su rostro y lo primero que vio fue a Kogan.

— ¡ALÉJATE! — le gritó con temor, alejándose y quedando tras Elena que se encontraba junto a ella.

— ¡Tranquilízate, estás herida! — enfatizó Kogan, preocupado, aproximándose a su luna.

— ¡Mantén la distancia! — le espetó Lynn a Kogan, deteniéndolo de seguir acercándose a Cristal al regresar.

— Es lo más prudente por ahora — le indicó Tou, tomando asiento en el otro extremo del jet y le indicó a su hermano que tomara asiento junto a él. Kogan, de mala gana, fue al lado de su hermano.

— Come para que recuperes las energías — le mencionó Lynn a Cristal, entregando un refresco y un sándwich.

— ¿Tú quién eres? — preguntó Cristal, mirando a la hermosa mujer esbelta, de cabellos negros y de piel blanca, recordándola de haberla visto antes de caer dormida.

— Ella es mi pareja — declaró Tou, levantándose e inclinándose, dijo: — Me disculpo por haberte tratado indebidamente, no sabía que eras la pareja de mi estúpido hermano mayor —.

— ¡No soy su pareja! — le recrimina con enojo. Cristal miró al hombre a un costado de Kogan y comprendió en ese instante por qué se parecían tanto.

Todos permanecieron en calma ante las palabras de la luna de Kogan. Él no mostró expresión alguna ante su evidente rechazo.

— Debes comer, así podrás tomar este medicamento. Te ayudará a desinflamar la hinchazón de tu hombro — le ordenó Lynn, al ver que no había ingerido nada de los alimentos que le había entregado.

Cristal dudaba si comer, ya que creía ciegamente que los alimentos tenían alguna sustancia extraña, por la forma en que su cuerpo se sentía. Cristal miró a Elena junto a ella y esta le indicó que comiera. Sintiendo seguridad por su presencia, además de que ella había sido la única en ayudarla, comió con tranquilidad y confianza.

Kogan sintió un gran alivio al ver a su luna comer. Estaba consciente de lo poco que ella se había alimentado esa semana. Por más abundantes que fueran sus alimentos, ella se negaba a seguir comiendo. Ahora podía comprender su actitud y su gran afán de escapar de él. Cristal creía que había sido violada y drogada. Y por más deseos que tenía de estar a su lado y poder curar sus heridas, debía mantenerse alejado de ella por el momento.

APODERÁNDOME DE MI LUNA HUMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora