CAPÍTULO 26

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Sam, quien iba al volante del vehículo en el que viajaban los alfas, mantenía una distancia considerable, pero lo suficientemente cerca del vehículo donde se encontraba su luna. Iba tranquilo, pensando que su luna ya debía haber comprendido que era la pareja de su alfa.

"Roland, ¿cómo va todo?", preguntó al primer beta por el enlace.

"Mmm... Nuestra luna lo está comprendiendo", respondió Roland con la misma tranquilidad, ya que había estado escuchando cómo las lunas Elena y Lynn le explicaban a Cristal sobre su mundo.

"¡Excelente! Ya no tendremos que seguir persiguiéndola", mencionó Sam, aunque su felicidad no duró mucho, pues pocos minutos después de preguntarle a Roland, el vehículo frente a él se detuvo abruptamente.

— ¡¿Qué está pasando?! — preguntó Kogan, alarmado por lo que acababa de suceder.

— ¡Es la luna! — dijo Sam de inmediato, mientras aparcaba el auto. Todos vieron cómo Cristal salía del vehículo muy alterada, corriendo hacia el inmenso bosque. Observaron a Elena correr tras ella, logrando sujetarla justo antes de que escapara. Kogan salió rápidamente del auto junto a sus hermanos.

— ¡¿QUÉ ESTÁ OCURRIENDO?! — preguntó Kogan, con una mezcla de enojo, al ver cómo su luna intentaba huir nuevamente.

Al escuchar el grito de Kogan, el cuerpo de Cristal se paralizó y su corazón comenzó a latir con fuerza.

— ¡YO NO QUIERO ESTAR AQUÍ! — gritó Cristal, aterrada. Le había costado mucho escapar de ese maldito lugar, solo para ahora estar de regreso.

Cristal, al ver que Elena estaba distraída mirando a Kogan, logró soltarse de su agarre y salió corriendo desesperada hacia el inmenso bosque.

— ¡YA ESTOY CANSADO DE ESTA MIERDA! — aseguró Rax, tomando el control. — YA NO ESCAPARÁ MÁS DE MÍ —.

— ¡No te atrevas a lastimarla! — le dijo Elena, sujetándolo por los brazos al verlo ir tras su luna.

— ¡Nunca lastimaría a mi LUNA! — enfatizó Rax, con los ojos encendidos de rojo. Jaló su brazo para que Elena lo soltara y siguió el camino que había tomado su pareja.

Elena intentó correr tras él, pero Hiro la detuvo y preguntó:

— ¿Le dijiste de nuestra existencia? —.

— Lo hicimos — respondió Lynn, bajando del vehículo. — Lo estaba comprendiendo bien, no entiendo qué la alteró —.

— Reconoció la entrada a la guarida del lobo — mencionó Roland. — Las veces que se fugó, logró salir por las murallas —.

— ¡No te creo! — espetó Tou, dudando de las palabras de Roland. — Los humanos que he tenido prisioneros apenas ponen un pie fuera de la celda y ya están muertos, sin darse cuenta —.

— Pues mi luna pudo salir por las murallas sin ser detectada, e incluso logró herir y escapar de dos de nuestros mejores omegas —.

— Roland, no es momento para bromear — le dijo Tou, mirándolo fijamente. El beta de su hermano hizo lo mismo. — ¡JODER, ROLAND! No puedo creer lo que acabas de decir —.

— ¡Es cierto, alfa! — apoyó Sam. — ¿Cómo cree que mi luna llegó a su territorio? — agregó.

— Hoy fue la segunda vez que logró escapar — informó Roland. — Pasó por dos barreras de centinelas, un omega, Sam, Xander, Kalium y nosotros —.

APODERÁNDOME DE MI LUNA HUMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora