CAPÍTULO 71

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Cristal abrió ligeramente sus ojos para comprender que había vuelto de una extraña realidad o sueño. Esa misteriosa voz decía palabras sencillas pero difíciles de comprender para otros, aunque ella podía entender todo su significado. ¿Quién era esa extraña voz femenina? Todavía sentía un poco de confusión en su mente. Recordaba girar en todas las direcciones, donde creía que estaba la silueta de quien le hablaba, pero nunca pudo encontrarla.

Cristal cerró los ojos recordando lo que se le había mostrado. Si ella no hubiera detenido a Kogan ese día, muchos hubieran perecido, como Ahir, Kalium y Clair. También recordaba cuando Kogan tenía la forma de esa temible bestia. Nunca tuvo temor, y lo único que prevalecía en su mente era poder detenerlo. En ese momento, un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar sus terribles recuerdos, haciendo que ella volviera a sentir mucho miedo.

"No temas, recuerda que él ya no volverá a lastimarte. Era necesario para que comience a controlar su gran poder", nuevamente esa voz. Como siempre, sus palabras la llenaron de tranquilidad y gran seguridad. Si era como le había dicho, todo esto debía ocurrir por ese fin. Daba gracias por no haber dudado en ir hasta Kogan, o en estos momentos se estaría arrepintiendo de todos los que hubieran perecido ese día.

Acompañando ese sentimiento de paz, recordaba las palabras de Elena. Esto la ayudó a comprender más que ella ahora es la pareja de un licántropo, y como le dijo la voz, había sido preparada por muchos siglos para él.

En ese momento, su pecho inició a arder, teniendo esa gran necesidad de tenerlo a su lado. Deseaba consolarlo a su pareja al recordar, por su vínculo, el sufrimiento de Kogan cuando él la miraba y ella mantenía un gran temor por sus acciones y rechazaba esa necesidad de estar a su lado. Ahora su temor había desaparecido y comprendía más sus funciones como luna.

Luego de estos pensamientos, Cristal se disponía a ir en búsqueda de su pareja, y al hacer un ligero movimiento para levantarse, se asombró al ver a Kogan junto a ella.

Él estaba sentado en el sillón junto a su cama, tamborileaba sus piernas en clara señal de preocupación. Mantenía su cabeza recostada entre sus manos, con sus ojos cerrados. Se podía notar su dolor, tristeza y su fuerte respiración con evidente señal de frustración.

Kogan no se había percatado de que Cristal había despertado, perdido en sus dolorosos pensamientos, meditando cómo haría para controlar sus impulsos, de no ir a verla, cuando la enviara de vuelta. Pensaba en cómo haría para seguir su vida. Estaba seguro de que no buscaría una media luna, su pareja era irremplazable, y más porque su rechazo era con el fin de protegerla. Él estaba seguro de que Cristal, después de todo lo que le hizo sufrir, aceptaría irse de regreso sin objeción alguna.

Volviendo a suspirar, se dispuso en ese momento sin poder controlar más su deseo de tocarla. Abrió sus ojos e inició a levantarse lentamente con el fin de acariciar el hermoso rostro de su pareja.

En ese momento, la mano de Kogan se detuvo a unos pocos centímetros del rostro de Cristal al verla con sus ojos abiertos, mirándolo fijamente. Siempre procuraba estar al tanto de su despertar, para alejarse rápidamente. Ambos se miraron mutuamente. Se sentía una atmósfera tensa y extraña. Uno deseaba acercarse, mientras que el otro había tomado la terrible decisión de alejarse.

Cristal veía la expresión de asombro de Kogan. Era evidente para ella, por las muchas veces que despertaba y lo veía alejarse, que él procuraba que ella no sintiera temor por su presencia. Pero lo que ahora Kogan no sabía es que su luna ya no sentía temor. Ella deseaba que él se quedará a su lado y, antes de que abandonara la habitación, Cristal abrió su boca para hablarle y retenerlo.

— Ko... — En solo segundos, una terrible tos la invadió. Cristal no recordaba el estado de su cuerpo. En esa extraña realidad o sueño, no percibió su debilidad, y en el intento de decir una palabra, un ataque de tos se hizo presente.

APODERÁNDOME DE MI LUNA HUMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora