CAPÍTULO 28

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Había pasado casi un día, y Cristal aún no despertaba. Kogan, acompañado de sus hermanos y sus lunas, permaneció toda la noche junto a ella, velando en silencio.

Cristal había tenido algo de fiebre, pero nada que indicara que estuviera en peligro de muerte. Kogan se encontraba intranquilo, preocupado por su estado y molesto con su lobo.

— ¡Definitivamente, es tu luna escogida por la Diosa! — mencionó Hiro, acompañando a su hermano mientras hacían un recorrido por la manada para calmar su angustia. — Si hubiera sido solo un capricho, ya estaría muerta —.

Está prohibido marcar a las humanas porque la fuerza del vínculo con un licántropo es tan poderosa que ellas no sobreviven más de unas pocas horas.

— La mordiste por la espalda, del lado incorrecto del cuello. Su herida va cicatrizando lentamente, y está tomando el color oscuro típico de la marca. Nunca dudé que ella fuera mi luna — afirmó Roland, quien caminaba a su derecha.

— Hermano, sé que estás preocupado, pero debes estar tranquilo. Si no hubiera sido tu pareja predestinada, ya estaría muerta. Cristal está asimilando tu sangre, por eso perdió el conocimiento — recalcó Tou. Cuando un licántropo marca a su pareja, las lobas suelen sentir solo un dolor momentáneo. Es inusual que pierdan el conocimiento, a menos que su pareja sea débil.

— También pienso que esa puede ser la razón — dijo Kogan, apretando los puños con fuerza. Aunque Tou y Lynn le aseguraron que Cristal estaba fuera de peligro, él no estaría tranquilo hasta que ella despertara. Pero más que eso, lo que realmente lo angustiaba era qué sucedería cuando abriera los ojos.

Persistiendo en su preocupación, Kogan miró hacia el campo de entrenamiento, intentando distraerse. Vio a Clair dando una paliza a los jóvenes y percibió la inquietud de sus betas por el estado de su luna. Los betas, siendo los más cercanos a Kogan, percibían con mayor facilidad su aura intranquila.

— Debe estar agotada. Ayer pasaron muchas cosas. Además, no ha dormido ni comido bien en toda la semana — recordó Roland, señalando a Clair para que terminara el entrenamiento, ya que no estaba siendo nada dócil con los futuros guerreros.

— Lo que no comprendo es cómo puede usar tu aura de alfa, tener tu olor y usar el enlace sin haber sido marcada — comentó Tou con incertidumbre, intentando analizar una posible explicación. — Cuando fuiste a la isla del lobo, ¿Qué encontraste, Hiro? —.

— ¡Nada! No hay registros de parejas humanas. Todas mueren a las tres horas de ser marcadas — señaló Hiro.

— Claramente, esta es la primera vez que una humana sobrevive. Podemos deducir que la Diosa la preparó para ti — concluyó Tou, ofreciendo una explicación de por qué Cristal no había muerto y cómo podía usar habilidades de licántropo sin tener la sangre de Kogan en su sistema.

A pesar de estas palabras, Kogan continuaba con su semblante decaído. Sabía que Cristal no estaba en peligro de muerte, pero cuando despertara, ¿Seguiría rechazándolo?

— Si vas a continuar actuando como un estúpido, ¡No debiste dejar que Rax la marcara! — comentó Tou, provocando una mirada airada de Kogan.

— ¿Crees que lo dejé? — replicó Kogan, elevando la voz. Una de las razones por las que no había marcado a su luna la primera noche que estuvo con ella, era porque sabía que podría morir.

— No debiste marcarla — murmuró Hiro, quien también mantenía un semblante preocupado. Kogan lo miró con deseos de golpearlo, pero en lugar de eso respiró profundamente y decidió contar lo sucedido.

— ¿Su cuello brilló? ¿Su olor se intensificó? — preguntó Tou, cada vez más confundido. Nunca había oído hablar de algo similar.

— ¡Debiste controlarte, hermano! Sabes lo que podría haberle pasado. ¡Cristal es humana! —.

— ¿Crees que no lo pensé? Intenté detener a Rax, pero me fue imposible — explicó Kogan, con dolor en su voz. Roland colocó una mano en su hombro.

— Estoy seguro de que estará bien. Nos ha demostrado ser fuerte, a pesar de ser humana — dijo Roland, intentando consolarlo.

— Roland tiene razón — apoyó Tou, creyendo que la angustia de su hermano se debía por su estado. — Solo debemos esperar a que despierte. La revisé, está dormida. Si no hubiera sido tu pareja, ya habría muerto. Su cuerpo debe estar asimilando tu sangre —.

— Recuerda, hermano, que hace décadas, cuando los humanos hacían pactos con nosotros, les tomaba unas horas adaptarse a los cambios en su cuerpo. Eso es lo que debe estar pasando con tu luna — mencionó Hiro.

A pesar de las palabras de aliento, Kogan no podía dejar de estar preocupado.

— ¿Qué te asusta? — preguntó Hiro, comprendiendo que la preocupación de su hermano era algo más. — ¿Que no te acepte? — Cristal había sido marcada sin saberlo.

Era probable que al despertar Cristal siguiera evitándolo. Kogan sabía que, llegado el momento, tendría que enseñarle cómo rechazarlo.

— ¡NUNCA PERMITIRÉ QUE ME RECHACE! — gritó Rax, tomando el control. Había sido provocado tanto por los pensamientos de Kogan como por las palabras de Hiro.

— ¡Maldito lobo, recién te dignas a aparecer! — le recrimina Hiro. Llevaban horas intentando comunicarse con él, pero Rax no respondía.

— ¡Mi luna ya no podrá estar lejos de mí! ¡La he reclamado y ya lleva mi marca! — proclamó con orgullo. El lobo sentía la unión de su alma con la de su pareja.

— Sabemos que la marcaste, pero lo hiciste mal. Así, el vínculo no se formará correctamente — comentó Tou. Rax sonrió con superioridad y, mirando a todos, dijo:

— Nuestro vínculo se ha fortalecido. Nunca permitiré que me rechace — repitió, mientras sus ojos se volvían blancos.

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó Roland, mirándolo intrigado.

— Ya lo verán. Regresemos, mi pareja acaba de despertar — añadió Rax.

APODERÁNDOME DE MI LUNA HUMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora