Capitulo 4: Hielo y Fuego

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Después de la desaparición de la stela el General acordó dejar a los serafines bajo el cargo de Hazel al que él llamaba Arcángel Raziel, entrenaríamos en el Reino de Fuego hasta ser llamados al Reino de las mareas ya que tener demonios en la fortaleza de cristal no era una opción. Luego de ultimar todos los detalles deje que los centinelas guiaran al General al portal de la iglesia de las sombras. En cada reino había un portal creado por las hijas de la luna ámbar por órdenes de mi tío Bael que les permitía a las criaturas viajar entre reinos por motivos diplomáticos o en nuestro caso para alimentarnos, debías ser aceptado para poder ingresar a cualquier Reino, menos al Reino de las mareas. El nuestro estaba en la iglesia de las sombras y era protegido por la sacerdotisa y las hijas de la luna ámbar.

Como acorde fui en busca de las doncellas para preparar la estadía de los serafines, pero apenas abrí las puertas del salón mis ojos se encontraron con los de Gedrick y con solo mirarlo mi cuerpo reacciono a su presencia, desde niña siempre me sentí igual, mi cuerpo buscaba inconscientemente su cercanía, sin importar si podía o no verlo, todo en el me atraía de una manera que no podía entender, sabía que estaba a mi alrededor incluso antes de que pudiera verlo, conocía de memoria su voz y su olor. Crecí deseándolo de una manera que diariamente me dejaba exhausta

Sentía la mirada del Arcángel fija en mí espalda pero mis ojos nunca abandonaron los de Gedrick hasta que este los desvió al Arcángel, algo casi imperceptible cambio en su expresión y de mala gana mire al Arcángel también, nuestras miradas se encontraron y lo tomó por sorpresa, pero rápidamente se repuso, su mirada era intensa, Estaba acostumbrada a que me vieran de aquella manera, la alta concentración de éter en mi cuerpo era difícil de resistir incluso para las criaturas de mi reino, era mucho más difícil para quienes no estaban acostumbrados a estar rodeados de él. Las criaturas de otros reinos solo podían vivir durante cortos periodos en el Reino de Fuego debido a la concentración de éter en el aire, los soldados obviamente estaban mejor preparados que el resto para soportarlo, pero aun así los estragos de estar expuestos durante tanto tiempo al éter podían desencadenar adicción al mismo, sin embargo lo que veía en la mirada de este arcángel no era solo el deseo por el éter en mi cuerpo, algo más se encendía en su mirada, mi piel se erizo en una inconsciente respuesta.

—Pediré que el salón de entrenamiento esté listo para la tarde—me dijo Gedrick con voz helada interrumpiendo el hilo que empezaban a tomar mis pensamientos, Sus ojos viajaron del arcángel a mí y de nuevo algo indescifrable cambio en su rostro

–Las doncellas le indicarán a tus soldados donde establecerse— le indico al arcangel sin apartar su mirada de mí. Como de costumbre la corriente subió por mi espalda y sus ojos atraparon los míos, creí ver un destello de molestia en ellos, el Arcángel asintió y volvió al salón en busca de sus soldados. A nuestro alrededor las doncellas daban indicaciones y caminaban de un lado a otro, subiendo y bajando por las escaleras, el silencio reinaba entre Gedrick y yo mientras nos mirábamos, y como de costumbre mis ojos viajaron por su cuerpo, estaba vestido con el uniforme de centinela por completo negro que lograba hacer un interesante contraste con su piel marfil y su cabello azabache, el escudo de nuestro reino estaba en la parte superior izquierda de su uniforme táctico que se adhería a la perfección a cada musculo de sus brazos y piernas, sus ojos grises me miraban con una expresión indescifrable mientras yo me tomaba mi tiempo en detallarlo.

El salón volvió a abrirse segundos después revelando al arcángel seguido de sus soldados, una leve mueca de disgusto apareció en el rostro de Gedrick y una chispa se encendió en mí. Gedrick y Hazel eran mejores amigos antes de que mi padre lo enviara al Reino de las mareas, pero a pesar de su amistad ambos eran bastante competitivos y el que ambos quisieran el puesto de comandante de los centinelas no hacía más fácil la situación, aprovechándome de esa información me gire quedando frente al arcángel y el mismo retrocedió un centímetro inconscientemente, yo lo recupere y me acerque despacio a él hasta quedar a pocos centímetros, nadie respiraba, lo mire directo a los ojos y sentí como el aroma del deseo emanaba de él, sus labios entreabiertos y su cuerpo rígido, ladee mi cabeza y aproveche su desconcierto para hablar

Herederos Del Infierno #1 EvangelyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora