Capitulo 15: La diadema del dictador (Parte 5)

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Genovive

No era demasiado difícil de creer o entender lo que el incubo me decía, había visto demonios, ángeles, hadas y duendes toda mi vida, sin contar que ahora la niña de las lágrimas negras parecía seguirme a todos lados, sentí la necesidad de preguntarle al respecto, pero por ahora tomaría las cosas con calma en todo lo que respectaba a él, no sabía hasta qué punto su efecto sería capaz de afectarme y no confiaba en mi misma cuando estaba cerca de él, apenas termino de darme detalles empezó a explicarme el plan que había armado, y yo todavía con la sabana contra mi cuerpo desnudo lo miraba tratando de seguir su hilo de acciones, definitivamente no era humano, acababa de soltarme que mi madre me había botado de mi reino para cuidar su reputación, y ademas que ella y mis hermanas habian sido asesinadas, y ahora solo esperaba que pasara pagina y me concentrara en sus palabras, además estaba lo de los poderes ¿tenía poderes?, jamás en toda mi vida había dado indicio alguno de ellos, tenía un instinto innato eso sí, pero se lo atribuí a mi entrenamiento, y por si fuera poco su asesino ahora estaba tras de mí.

En algún punto de su monologo el incubo dejo de hablar y el peso de los ultimos 10 minutos cayo sobre mi, me levante y camine despacio al baño sin decir ni una palabra, cerre la puerta tras de mi y tome un baño mientras sus palabras volvían a repetirse una y otra vez en mi cabeza, mi cuerpo estaba adolorido y sensible, los recuerdos de la noche anterior intentaban colarse, pero debía mantenerme enfocada, Salí y me mire fijamente en el espejo, una seelie, era increíblemente extraño, se sentía como si mi reflejo me hubiese mentido toda mi vida, ¿Quién era?, había trabajado tan duro para ser quien era hoy, para que mi pasado no me derribara, para ser tan fuerte que nadie pudiera siquiera pensar en tocarme y ahora estaba de nuevo en cero, no sabía nada de mi misma, no sabía que esperar del dichoso cambio que sufriría mi cuerpo y aunque me costara aceptarlo sentía miedo al respecto, mis ojos azules me devolvían la mirada mientras intentaba hacer los ejercicios de respiración que Beth me había enseñado, Beth su simple nombre me golpeo, la había traicionado, y no había excusas que valieran, sabía que el incubo era capaz de hacer que mi reacción ante el fuera desproporcionada, pero sentí la diferencia, y lo cierto es que no me detuve porque realmente me había gustado lo que veía y como se sentía, esperaba sentir miedo, incomodidad incluso desagrado como había pasado con todos los hombres desde aquella noche, pero lo cierto es que me sentí fascinada y segura en su presencia, sus ojos me hablaban de una manera en la que tenía la certeza jamás lo harían sus palabras, el saber que solo una puerta nos separaba generaba incontrolables escalofríos en mi cuerpo, y la sensación de necesitar su toque era asfixiante.

El incubo desapareció el resto del día mientras yo terminaba de repasar todos las evidencias que había recolectado, sabía que mi cerebro todavía no había digerido lo que implicaba la información que me había revelado sobre mi identidad y pasado, pero ya habría tiempo para indagar más en ello, por ahora mi atención estaba por completo en los documentos frente a mí, el objetivo principal era el presidente y el ministro de defensa, el incubo hablaba sobre posibles sacrificios y ofrendas, era inentendible para mí, pero no podía ir a ciegas, mis opciones eran limitadas ya que el internet estaba intervenido por el gobierno, mi cerebro empezó a trabajar en segundas opciones mientras releía una y otra vez los papeles frente a mí.

–¿Necesitas ayuda con eso?– una voz desde la esquina de la habitación me hizo saltar y mi mano fue directamente al arma con la que ahora apuntaba a la criatura frente a mí, ella sonrió sin moverse y la reconocí de inmediato, era ella, la demonio que se había acercado a mí por primera vez, su hermana y maldita sea que era obviamente su hermana, la misma sensación que me había invadido al ver a su hermano por primera vez empezaba a crecer bajo mi piel, mantuve mi arma en alto mientras sentía el temblor recorrer mis piernas, sus malditos ojos eran tan oscuros como los de su hermano, nombres, necesitaba nombres

Herederos Del Infierno #1 EvangelyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora