Herederos Del Infierno #1 Evangely

Capitulo 10: La hija de las dos lunas (Parte 3)

Evangely

10 segundos fue todo lo que me llevo asimilar que había estado revolcándome con el novio de mi mejor amiga durante dos años, Blake seguía en el piso sin aire en los pulmones mientras yo miraba a Paige conteniendo las lágrimas que sabía no podía derramar, mis sentimientos hacia ella por fin tomaban sentido, Blake y yo habíamos cuidado de ella cada vez que Heather estaba demasiado ocupada con la academia y el instituto, mi tío Bael desde el primer año logro ver el gran potencial que tenía Heather y por ello recibió el mismo entrenamiento avanzado de Hazel y Gedrick, a los 20 años ya era tan letal como cualquier centinela graduado, pero el exigente entrenamiento robaba cada segundo de sus días dejándola exhausta la mayoría del tiempo, por lo que se apoyaba en nosotros en todo lo referente a su pequeña hermana.

Mi duende servía de chivo expiatorio cada que no lograba una excusa creíble para escaparme del castillo, apenas tenía 12 años y mi tutora era demandante e invasiva, durante los siguientes cuatro años mi duende siguió cada paso de la pequeña Paige, desde las sombras y al igual que Blake hicimos todo lo posible por mantenerla a salvo. No solo la había visto un par de veces en el instituto la había visto durante cuatro años crecer y volverse admirablemente fuerte entre ausencias y miedos frente a mis ojos.

Heather era la única amiga de Góspel que jamás me había tratado como una niña, a pesar de mis ataques de sentimentalismo y rabietas impropias de un demonio como yo, Heather siempre se mostró compresiva y poco a poco se ganó mi confianza hasta volverse mi confidente y mejor amiga, a pesar de nuestra diferencia de edad ella siempre me escucho como una hermana mayor y valido cada una de mis emociones y miedos del modo en que la naturaleza de Góspel no se lo permitía.

Nuestra amistad duro 4 largos años en los que me ayudo a ocultar todo lo que no me convenía mostrar, me enseño todo lo que mis tutores no estaban preparados para enseñarme, Heather era la persona más brillante que conocía, siempre tenía todas las respuestas, era increíblemente talentosa y muy poderosa, con el tiempo se abrió a mí y me contó sobre su doble vida, me contó lo difícil que era para ella practicar la magia dentro de la academia y que todavía quedaba demasiado por aprender porque no estaba autorizada para entrar en las clases de hechicería, solo Blake y yo sabíamos su secreto por lo que juntos ideamos una solución, practicaría en el castillo, le pediríamos ayuda a mi tío Bael, todos confiábamos en él y sabíamos que era la persona correcta a la que acudir en estos casos, y lo fue, mi tío Bael le dio las indicaciones a Heather para crear un lugar que solo nosotros pudiéramos usar, lejos de la vista y oído de todos, un lugar donde Heather pudiera experimentar libremente con su magia, un lugar justo en el medio del mar negro, El mismo se encargó de dotar a Heather de todos los libros y herramientas que necesitaba para su preparación, hasta sugirió una instructora personal pero Heather rechazo la idea y en menos de 2 años ya Heather manejaba a la perfección todo lo que las hechiceras de la academia apenas aprendían a controlar, era una hechicera admirable y el hecho de que su magia viniera de la luna ámbar, pero también de la sangre la hacía un arma letal y todos lo sabíamos, pero aun así decidimos confiar en ella, Góspel Gedrick y Hazel se enteraron hace dos años de su secreto, justo el día que mi padre la envió a una misión en el reino de las mareas junto a Hazel, luego de eso solo podía recordar la amarga despedida

— prométeme que vas a cuidar de ella — le decía a Blake con sus frentes unidas, lagrimas caían sin control por el rostro de Blake mientras ella trataba de concentrarlo en sus palabras, el hacía puños en la parte de atrás de su vestido reacio a dejarla ir

— Blake por favor — Suplico ella con lágrimas que amenazaban con caer, Blake solo asintió, no podía formular palabra, Gospel se mantenía inmutable al igual que Gedrick y los gemelos Lee, Gael contenía las lágrimas mientras abrazaba a su hermano