Capítulo 4

581 35 0
                                    

- POV Naim -

—¿Qué demonios haces aquí? Se suponía que tu madre iba a traerte, debía ser una sorpresa.

No me fío de lo que puedan haber organizado Inés y mi madre, así que no he podido evitar venir unas horas antes a echar un vistazo.

—¿Has puesto un karaoke en mi fiesta? —pregunto incrédulo—. Canto casi a diario. ¿No has pensado que quizá no me apetecería trabajar el día de mi cumpleaños?

—Nadie te ha pedido que cantes.

—¿Entonces para qué es?

—¿No es obvio? Para que la gente pueda cantar.

—Entonces es mejor de lo que pensaba: no tendré que trabajar pero tendré que escuchar a gente desafinar.

Mi tono irónico saca de quicio a Inés, que pone los ojos en blanco antes de encararme.

—Supéralo. El mundo no gira en torno a ti.

Esta vez soy yo quien pone los ojos en blanco.

La verdad es que ha montado una fiesta increíble. Ha alquilado la última planta de un hotel, en la que hay tres grandes salas: una la ha convertido en karaoke, la otra en una discoteca, y en la última ha puesto el catering. Demasiado organizado para mi gusto, pero así evitaremos que la gente se manche entre ellos por comer y bailar a la vez.

—¿No hay barra libre en la zona de discoteca?

Eso debe de haber sido un error.

—No. En todos tus cumpleaños un estúpido borracho me ha tirado la bebida sobre el vestido, este año me he asegurado de que no vaya a pasar.

—Inés, la gente baila mientras bebe alcohol.

—La música de la zona de discoteca se escucha desde la sala de cátering, no estarán bebiendo en silencio.

—Sabes que no es lo mismo.

—No van a entrar bebidas ni comida a la zona de discoteca, he sobornado al de seguridad.

—Soy Naim Rodríguez, si hablo con ellos dará igual lo mucho que los hayas sobornado.

—Ve a vestirte y deja en la habitación esa prepotencia de cantante famoso —me regaña mientras ve horrorizada cómo un par de camareros cuelga la pancarta de "feliz cumpleaños" ligeramente torcida a la izquierda—. Necesito que esta noche seas el Naim de siempre.

Sé perfectamente a lo que se refiere: no soy el típico famoso que se lo tiene creído, pero a veces uso esa baza, está claro que esta noche no quiere que lo haga. Imagino que es por su amiga, esa que quiere presentarme. No sé para qué se esfuerza, desde que soy famoso no merece la pena malgastar el tiempo en conocer a una chica, todas buscan lo mismo: publicar en sus redes sociales que han estado con el cantante del grupo de moda del momento.

Mientras mi madre me regaña por teléfono por haber venido a supervisar cómo montaban mi fiesta de cumpleaños, acabo de abrocharme la camisa de color verde agua que me ha regalado esta mañana. Antes de colgar me recuerda que me ha pagado una habitación de hotel a mí, y otra a Inés, para que no tengamos que volver a casa con más alcohol que sangre circulando por las venas. Mi madre es de las que sufren si te ven subido a una moto, y le ha tocado lidiar con que su hijo adora las motos, así que hace todo lo posible para evitar que tenga un accidente: como pagar una noche de hotel innecesariamente; nunca bebería si tengo que conducir.

Sobre las nueve de la noche empieza a llegar gente, la mayoría van directos a la zona de cátering tras saludarme y felicitarme, alguno incluso se salta ese paso. Los amigos de siempre son los primeros en aparecer, los famosos siempre llegan tarde, y hoy no va a ser una excepción.

Una canción para sanar su corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora