Capítulo 48

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- POV Naim -

Algo se remueve en mi interior al ver lo preciosa que está Chloe. Mi deseo crece solo con mirarla, y ella lo sabe, lo veo en su forma de sonreír.

—¿A dónde me llevas a cenar? —pregunta con voz nerviosa.

—A casa —se sorprende—. Llevo toda la tarde cocinando, espero que te guste.

Un pasillo de velas blancas conduce a Chloe hasta el comedor, donde la mesa está decorada con dos velas rojas y una rosa del mismo color en el centro. Sonríe mientras, con delicadeza, coge la rosa y la lleva hasta su nariz.

—Naim, todo esto es precioso.

Sus ojos brillan más de lo normal con la luz de las velas. Beso sus dulces labios y le aparto la silla para ofrecerle asiento.

Siento alivio al ver que le gusta la decoración, quería hacerla sentir tan especial como ella me hace sentir a mí.

—Espero que te guste la cena.

Me observa mientras pongo sobre la mesa dos platos de tartar de salmón.

Abro una botella de vino rosado y le ofrezco una copa. Su sabor es dulce y suave, sé que le va a gustar. Estoy preparado para intervenir en cualquier momento, espero que diga que no le gusta el vino, pero no lo hace, parece que ha aprendido a confiar en mi criterio.

Durante la cena me cuenta divertida cómo la han estado peinando, maquillando y vistiendo. No puedo imaginarme que esas tres, con lo diferentes que són entre ellas, se hayan puesto de acuerdo para crear el look ideal para Chloe.

De postre saco un mousse de chocolate negro, y su cara me dice que he acertado con la elección.

Después de cenar recojo la mesa mientras mi preciosa novia mira curiosa una foto de la estantería en la que salgo con mi madre. Ahora que hemos vuelto, tengo que presentársela cuanto antes, de lo contrario mi madre me matará.

Busco la canción Solamente tú de Pablo Alborán en mi móvil antes de acercarme a ella. La cojo de la cintura y sujeto su mano en alto. En cuanto empieza a sonar la canción, Chloe abre los ojos y me mira con curiosidad.

—Esta canción...

—Es la que te oí cantar cuando te conocí.

Sonríe con ternura.

—Recuerdo que siempre me ha gustado, solía cantarla en público, especialmente durante mis diecisiete años —dice como si fuera obvio—. ¿Hay algo que no hayas planeado para que sea la velada romántica ideal?

Me acerco a su oído y susurro:

—No tenía en mente que llevaras un vestido tan sexy —ella se estremece entre mis brazos—. Me está costando no convertir el final romántico en uno ardiente.

Se remueve inquieta cuando atrapo sus labios entre los míos. Ella es puro fuego, y ante estas situaciones le cuesta contenerse igual o más que a mí. La obligo a dar una vuelta sobre sí misma antes de empezar a cantar:

Haces que mi cielo vuelva a tener ese azul

Pintas de colores mi mañana, solo tú

Navego entre las olas de tu voz y...

Chloe sonríe antes de unirse a mí:

Tú, y tú, y tú

Y solamente tú

Haces que mi alma se despierte con tu luz

Tú, y tú, y tú

Cantar con ella esta canción me hace sentir que ya lo he conseguido todo en la vida. Cuando la conocí me propuse salvarla, quería recuperar a la chica alegre y libre que vi en el escenario, y el otro día, durante el directo con Orión pude verla. Es posible que, como ella dice, yo la haya ayudado, pero el mérito es todo suyo.

Enseña tus heridas

Y así las curarás

Que sepa el mundo entero

Que tu voz guarda un secreto

Coge aire antes de mirarme a los ojos muy seria. Esta vez dejo que cante solo ella:

Haces que mi cielo vuelva a tener ese azul

Pintas de colores mi mañana, solo tú

Navego entre las olas de tu voz y...

Tú, y tú, y tú

Y solamente tú

Haces que mi alma se despierte con tu luz

Tú, y tú, y tú

Nos besamos con ternura al finalizar la canción.

—Perdona por todo lo que te he hecho sufrir estos últimos meses, Chloe —la abrazo con fuerza para evitar que me interrumpa—. Te prometo que no volveré a apartarte de mí. Es nuestra vida, y como bien dijiste, los dos deberíamos tener voz y voto.

Sus ojos se cristalizan, pero consigue retener las lágrimas a tiempo.

—Ya que nos estamos confesando... Gracias por no darme por perdida —dice de pronto—. Sé de sobras que lo fácil para tí hubiera sido no involucrarte con alguien con heridas del pasado aún abiertas.

—¿Tenías heridas del pasado por sanar? —me hago el loco.

Ella se ríe.

—Si no hubiera sido tan insegura, si hubiera tenido más confianza en mí misma, me hubiera dado igual exponer mi vida desde un principio.

Beso su frente con mimo.

—Todo lleva su tiempo, y todo pasa por algo —retiro un mechón de pelo de su rostro—. Seguro que esto nos hace más fuertes como pareja.

Su mirada analiza mi rostro.

—¿Cómo puedes ser tan amable?

—¿Y tú cómo puedes ser tan poco considerada con los famosos? —rompo con la seriedad del momento.

—Eso hizo que te enamorases de mí, y lo sabes.

Lleva razón.

Nuestros caminos estaban destinados a cruzarse para sanar las heridas del otro. Si no hubiera conocido a Chloe, seguiría pensando que ninguna chica merece la pena, que todas son superficiales y solo buscan mi fama. Y si Chloe no me hubiera conocido, seguramente, hubiera seguido odiando a los hombres y tratándolos como objetos sexuales por miedo a que volvieran a dañarla.

—¿Recuerdas que dijiste que querías ver hasta dónde llegaba nuestra historia? —asiente con una sonrisa iluminando su rostro—. Espero que no tenga un punto y final.

Levanta el mentón y me mira con esos preciosos ojos jade.

—Te amo, Naim.

Se tapa la boca cuando se percata de lo que acaba de decir mientras sus mejillas se tiñen de rojo. Ni ella misma esperaba que sus sentimientos tomaran el control de su cuerpo. Cojo sus manos y las aparto para poder besarla.

—Te amo, mi pequeña diabla.

Una canción para sanar su corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora