Capítulo 20

346 23 0
                                    

- POV Naim -

Las estrellas brillan en el cielo mientras una suave brisa acaricia mi rostro. Había planeado una cena romántica con Chloe, pero de camino a su casa, un periodista ha reconocido mi moto, así que no me ha quedado más remedio que llamarla y pedirle que venga por su cuenta. Ha sido una mala idea venir en moto, pero me apetecía cogerla.

Estas son las cosas que más rabia me dan: no poder pasar a buscar a mi propia novia, tener que meditar hasta el último detalle de nuestra cita, no poder mostrar mi rostro en público según a donde vayamos... Ella me ha dicho que no pasaba nada, que cogería su moto y en poco tiempo se reuniría conmigo, pero en el fondo seguro que hubiera preferido que la pasara a buscar. ¿Quién prefiere ir por su cuenta en vez de que la lleven? Y más si se trata de una cita.

Al restaurante al que vamos es bastante exclusivo, solo entra gente famosa o muy importante, por lo que hay una especie de pacto de silencio entre los comensales y los trabajadores. Puedes ir con quien quieras, nunca saldrá un cotilleo o un escándalo de esas cuatro paredes. Mientras nuestra relación sea un secreto, no puedo permitirme llevarla a sitios corrientes.

Escucho el sonido de un motor y pronto veo la moto de Chloe. Había visto fotos de su casco, pero nunca la había visto lucirlo, y no puedo evitar sonreír al ver las dos trenzas fucsias con las puntas blancas que bailan a ambos lados de su cara.

Lleva un pantalón tejano ceñido, de tiro alto, y un top blanco de mangas anchas con un pronunciado escote. Su cuerpo me invita al pecado, pero me obligo a contenerme. Esta noche quiero que sea especial.

El restaurante está en medio de la montaña, así que es ideal para observar el cielo una noche estrellada como la de hoy. Obligo a Chloe a admirar el paisaje antes de entrar al restaurante. Los que vivimos en una ciudad grande estamos condenados a perdernos esta maravilla nocturna.

Al entrar al restaurante somos recibidos por un ambiente relajado, cada detalle refleja sofisticación y lujo. El diseño interior está cuidadosamente planeado para ofrecer una sensación de exclusividad. La iluminación en todo el recinto es tenue y cálida, y corre a cargo de diversos candelabros y lámparas colgantes. Mires a donde mires, predominan los tonos neutros como el beige y los grises suaves. Todas las mesas están cubiertas con manteles y servilletas de tela, y el centro floral ofrece un toque fresco y natural.

Uno de los camareros nos acompaña a nuestra mesa y retira la silla de Chloe para que pueda sentarse.

Tengo que contener una risa al ver la cara de Chloe.

—¿A dónde me has traído? —susurra—. Eres consciente de que sales con una estudiante universitaria, ¿no?

—Invito yo, tranquila.

—No sabía que tenía un sugar daddy —protesta ligeramente molesta.

A Chloe no le gusta depender de alguien, tampoco que la inviten, ni deberle dinero a alguien... Ella es una mujer independiente, le ha costado mucho demostrárselo a sí misma, y es normal que odie sentir que depende económicamente de mí para las citas.

Sonrío mientras cojo su mano y la obligo a mirarme.

—Solo es hasta que se descubra lo nuestro. Es la única manera que tengo de compaginar mi vida amorosa secreta y mi fama —no parece que la haya convencido—. Te dejo llevarme un burguer cuando estemos expuestos.

Consigo que se ría, y con eso me basta.

Cuando el camarero viene tomarnos nota, Chloe se decide por la sopa de trufas, yo por el salmón escocés ahumado. Pido una copa de vino para cada uno, Chloe protesta pero la insto a que confíe en mí, sé de sobras que le va a gustar porque es muy suave y afrutado.

—Pruébalo, y si no te gusta, pides otra bebida.

—¿Y tiramos una copa de vino?

No puedo evitar reírme.

—¿Crees que no puedo beberme dos copas de vino?

—Luego tienes que conducir la moto —me mira seria.

—Planeo dar un paseo nocturno antes de coger la moto.

Por mi tono de voz ha sonado como una propuesta indecente.

A Chloe no solo le gusta el vino, sino que le pide el nombre al camarero para poder añadirlo a las decenas de notas que guarda en su teléfono.

La comida está exquisita, y el sabor del soufflé de chocolate que pedimos de postre es indescriptible.

Minutos más tarde nos encontramos paseando por los alrededores cogidos de la mano. Tenía entendido que había un pequeño mirador con un banco para mirar el cielo a pocos metros, pero lejos de encontrarlo, acabamos adentrándonos en el bosque.

Apoyo mi espalda contra el árbol más cercano mientras las manos de Chloe pasean por mi abdomen. Quiero tocarla, pero me aparta las manos y baja las suyas hasta mi intimidad. Se deleita acariciándolo mientras atrapa con su boca cada uno de mis jadeos.

Veo como sonríe con picardía antes de descender en un camino de besos hasta mi entrepierna.

Esa diabla sabe cómo hacerme enloquecer de placer.

—Chloe —susurro su nombre mientras un espasmo recorre mi cuerpo.

Al separarme del árbol noto que algo tira de mí, y la cara de Chloe no presagia nada bueno. Un buen pegote de resina ha manchado mi camisa. Cierro los ojos mientras maldigo.

Cuando la invito a venir a casa, no duda ni un segundo en aceptar. Cada uno vamos en nuestras respectivas motos, con cierta distancia por precaución. Le indico que se separe de mi enseguida si nota que alguien nos sigue. Por suerte, eso no pasa, y llegamos al parking sin incidentes. Dejo la moto en el párking mientras ella aparca en una calle cercana, me apresuro a llegar a casa para abrirle la puerta.

Me quito la camisa y le pregunto a Chloe cómo puedo solucionar ese desastre, pero su respuesta no es la que esperaba. Tiro una de mis camisas favoritas a la basura bajo la atenta mirada de mi novia, que no despega su mirada de mi torso.

Sonrío mientras me acerco y la beso, cojo sus nalgas y la obligo a enroscar sus piernas en mi cintura.

—Creo que te debo algo.

Sus besos son calientes, excitantes, provocadores... Recorrer sus curvas mientras oigo sus gemidos me enloquece. Consigue encenderme como nunca antes lo habían hecho.

Una canción para sanar su corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora