Crónicas de Irindell

8. Cazar un Dragón

La gran Bastián está dividida en dos ciudades situadas a ambas orillas del río del mismo nombre. Bastián Oriental y Bastián del Oeste. En esta última se encuentra el castillo de su majestad Gerolt, tercero de su nombre, rey de la gran Bastián y de los pueblos alineados de Arga.

La ciudad original, hoy conocida como las ruinas de la antigua Bastián, fue levantada muchos siglos antes de la guerra del Ocaso en un asentamiento sobre la margen oriental del río, en las faldas del gran volcán Yaxtal.

Los habitantes de aquella ciudad eran humanos capaces (según las leyendas) de manipular la magia arcana tan bien como las hadas y los dracónicos.

Si nos acogemos a los mitos de Axtal (una recopilación de crónicas legendarias acerca del pasado de Arga) el cataclismo que ocasionó la destrucción de la antigua ciudad y el declive de su civilización fue justamente el uso de la magia arcana por sus habitantes, aunque la versión más probable es que simplemente se debió a una serie de terremotos seguidos de la erupción del gran volcán.

El caso es que aquella hecatombe significó el colapso de esa civilización y si en verdad hubo algún manejo de la magia arcana, quedó en el olvido.

La nueva Bastián se fundó sobre una aldea al norte, formada por antiguos ciudadanos exiliados que rechazaban la manipulación arcana. Cuando los supervivientes llegaron a esta aldea (según cuentan las leyendas) el uso de magia por humanos se prohibió definitivamente y las técnicas fueron borradas de la memoria colectiva para siempre.

Tanto las hadas como los dracónicos proceden de las tierras desconocidas al sur de Dondalia. Ni los más osados gusanos del desierto sobrevivirían en aquel lugar. El mismo aire es venenoso para los humanos. Ambas razas provocaron una devastación climática tal que tuvieron que abandonar aquel territorio, encontrando en Arga una excelente opción. Así se originó la guerra. Un conflicto en el que los humanos eran simples espectadores. Al final de la contienda, las hadas quedaron extintas y los dracónicos significativamente reducidos decidieron acomodarse en la isla de Irindell, donde aún quedaban vetas mágicas, dejándole el estéril continente a los humanos y demás criaturas inferiores.

Hoy día, la próspera y enorme Bastián es la capital del reino de Arga, formado por los pueblos alineados: Mirandul, Costa de los Espejos, Costa del Martillo y Marca Verdenia. Cada uno con su regente, pero todos súbditos del rey.

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Horton Fuegosanto Llegó a Bastián del Oeste junto a una escolta de soldados de Mirandul acompañados de un emisario oficial de la regencia. La idea era informar a la corona sobre el peligro que implicaba una dracónica suelta y ofrecer los servicios del matadragones para formar una coalición que detuviese la amenaza.

Horton nunca había estado en la capital. Cuando se vio en medio de la plaza central de camino al castillo, le vino una sensación abrumadora. La Costa del Martillo (el estado de los Fuegosanto) no era pequeño, pero la cantidad de personas reunidas en aquel mercado no se había visto nunca allá. Todos se movían más deprisa, el ritmo era muy distinto al de los pueblos de la costa.

Las edificaciones estaban mucho más próximas, y las calles más sucias. Se sentía como si la propia ciudad estuviese más viva. Sin duda era muy activa.

El Pedernal Negro, como se le conocía al castillo de Bastián, era imponente. Mucho más grande que los alcázares de los regentes del sur. Era una villa en sí misma. Atravesaron los inmensos jardines escoltados por cuatro soldados vestidos de púrpura ducal, hasta el despacho del comisionado real, encargado de recibir a la comitiva.

Tasio Grihma quedó en silencio un momento. Estaba digiriendo toda aquella información sobre un dragón asesino de ancianas, un viejo que en realidad era un hada... y que el campeón de la corona fuera un muy probable desquiciado disfrazado de explorador. Revisó varias veces el sello del regente de Mirandul porque todavía no daba crédito a lo que acababa de leer.