29. El Enemigo de mi Enemigo

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—Gerolt está desquiciado. Piensa iniciar una guerra contra Payán sabiendo las implicaciones que eso acarrearía. No escucha razones. Intenté disuadirlo, pero sé que ahora sólo piensa en destituírme y quitarme mis dominios. Es por eso que vine. Sabía que Leonte estaría aquí. —El regente Laquando aparentemente estaba dispuesto a agotar su último recurso que era aliarse con la resistencia en contra de la Corona.

—¿Y cómo podemos estar seguros de que no has venido infiltrado como espía del rey? —preguntó desde su asiento Damian.

En el despacho del Primer Provecto se encontraban reunidos junto a Adamantios: Aisha, Lyra, Leonte, Lore y el recién llegado Regente de la Costa de los Espejos.

—Dejémonos de tonterías. Todos sabemos que usted maneja una importante red de inteligencia en el continente. Seguro se hubiese enterado de cualquier confabulación antes incluso de que yo me presentase —dijo Laquando.

Damian permaneció pensativo.

—En este momento necesitamos toda la ayuda que podamos reunir —intervino Leonte. —Y lo que dice tiene mucho sentido para mí.

—A ver si entiendo... Se opone a los planes bélicos de la Corona... ¿Yéndose a la guerra? ¿Su objetivo no es en primer lugar evitar un enfrentamiento? —preguntó Lyra en tono suspicaz.

—Creo que una guerra en contra de Payán y Riscalion es una locura (como siempre lo ha sido) y me encantaría que no tuviese lugar en principio. Sin embargo la demencia de Gerolt es evidente. No se detendrá en su empecinamiento y nos arrastrará a todos a la perdición. Por eso he optado por el menor de los males para mi pueblo: Estar del lado correcto de la contienda. Del lado del dragón.

—¿Cómo puedes estar seguro de que Gerolt no está al tanto de tu visita aquí? —preguntó Lore.

—Tomé todas las medidas necesarias para que Bastián no se enterase, pero debo volver a la costa de inmediato. Ya la corona intuye la alianza de ustedes... Por cierto... ¿Por qué no hay ningún representante de las tierras altas con nosotros?

—Ese es un asunto que escapa a tu incumbencia —respondió Damian.

—Si somos aliados no podemos tener secretos. Riscalion es crucial para nuestros intereses.

—No te preocupes por los corsarios. Estarán cuando los necesitemos.

—Y el dragón... El dragón también es crucial.

—De eso me encargaré yo —intervino Leonte.

—Eso nos dejaría entonces por un bando: Marca Verdenia, Costa de los Espejos, Puerto Payán, las tierras altas de Riscalion y el dragón de los Albicornio. Por el otro: El ejército real de la Gran Bastián, Mirandul y la Costa del Martillo. Vaya... Puesto así la ventaja nos sonríe. Sólo espero que puedan amarrar bien el tema de los corsarios y el temita del dragón. —Laquando era un hombre calculador. Se había ganado su puesto como regente por puro mérito propio. La familia que gobernaba la Costa antes que él había perdido su puesto por caer en desgracia con la Corona debido a una malversación de fondos destinados a Bastián, en beneficio propio. Si algo no perdona Gerolt ni los gobernantes antes que él es que peligren los recursos de la gran Capital. Laquando sabía bien esto, era la mano derecha del antiguo regente, pero no le tembló el pulso para desenmascararlo ante la Corona. Gerolt lo premió con la regencia de la Costa, pero siempre lo vio como un traidor. Sabía bien de lo que era capaz.

—Estaba dispuesto a forjar un pacto histórico el día de hoy, sin embargo, vaya pacto de mierda sin la anuencia de dos de las principales partes. —El regente Born sonaba apesadumbrado. —Igual no es como que tenga otra alternativa. Confiaré en el criterio de ambos y ofreceré la fuerza de la Costa de los Espejos para luchar en contra del rey chalado. ¿Están de acuerdo?

Crónicas de IrindellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora