La noche en que se llevó a cabo la incursión de rescate al Pedernal Negro caía una llovizna tan fina, que las gotas parecían flotar en el aire.
Prama Taq lideraba el comando que a parte de Crystala, Ladyola y Alura; contaba con tres soldados de la segunda falange del Loto Negro.
Se habían movilizado a caballo, recorriendo la margen oriental del río hasta el sur del castillo de Bastián dónde acamparon. Al caer la noche, dejaron los caballos en el improvisado campamento y se dispusieron a infiltrarse en la misión de rescate.
Dos soldados se quedarían con los caballos, mientras los demás llevaban a cabo el rescate con Crystala y Alura como exploradoras. El grupo tenía que ser lo suficientemente pequeño para moverse con sigilo y evitar ser detectado, pero a la vez tenía que ser apto para manejar los inminentes enfrentamientos.
Tanto Ladyola como Alura habían progresado mucho en sus entrenamientos. Aquel era el momento de demostrar que todo el sacrificio hecho no había sido en vano.
—Espero ser de más utilidad que la última vez —le dijo Alura a su antigua compañera de celda mientras se preparaban para entrar al Pedernal.
El campamento temporal estaba en total oscuridad. Lo habían hecho lo suficientemente lejos del castillo, para poder evitar que cualquier ronda nocturna acabase con el rescate antes de empezar. Esto claro, significaba que tendrían que moverse a pie un buen tramo antes de alcanzar los calabozos de Gerolt.
—La otra vez fuiste de mucha utilidad —contestó Crystala.
—Si tú lo dices... Sólo espero salir viva de todo esto para ocuparme de mi hermano.
—Te prometo que cuando todo termine, te ayudaré a encontrarlo.
Ladyola se acercó a las muchachas. Llevaba puesto el traje de cuero negro de los lotos negros; ese que le quedaba como pintado sobre su cuerpo; ese que hacía que Crystala alucinara por un instante cada vez que la veía llevándolo. —Estoy lista —dijo.
—Bien, sólo tenemos que esperar a que tu novia salga del trance, recoja la lengua que ha dejado desparramada por el suelo al mirarte y cierre la boca. —Luego de pronunciar estas palabras, Alura soltó una corta carcajada.
—Vamos a lo que vinimos —dijo la dracónica ignorando el comentario, pero evidentemente consciente de que se había quedado embelesada mirando a su amada acercarse. —Cuando esté lista, jefa —avisó dirigiéndose a Prama Taq.
La estratega había estado meditando sobre un mapa del calabozo (ahora lleno de cera por la diminuta vela con la que lo estudiaba) que habían dibujado las fugadas en el campamento del Loto Negro. —Nuestras flechas deberán ser certeras. Implacables. No podemos darnos el lujo de fallar, eso podría significar nuestra muerte; la de todos nosotros y la de los rehenes —sentenció la guerrera sin apartar la vista del mapa.
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Crónicas de Irindell
FantasyUna dracónica. Una humana. Una épica aventura en una tierra de Fantasía. https://www.pinterest.com/cronicas_de_irindell/ https://www.instagram.com/cronicas_de_irindell/ Diseño e Ilustración de portada: Ash Quintana.