10. El Conflicto

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El continente de Arga no estaba formado únicamente por los pueblos alineados al norte del desierto. La contraparte al reino de Gerolt III era la alianza del norte, formada por Payán y Riscalion.

La Ciudad amurallada de Puerto Payán, al sur del gran volcán, era la antítesis a la gran Bastián. No era súbdita del rey y no regían las mismas leyes que en el resto del continente.

 No era súbdita del rey y no regían las mismas leyes que en el resto del continente

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Estaba presidida por un mandatario al cual denominaban "Primer Provecto". escogido por los propios ciudadanos cada diez años.

Era el único pueblo al norte del desierto que tenía vía libre y relación comercial con los habitantes de las tierras altas de Riscalion, ubicadas al norte de Arga. Justamente, el apoyo de estos y la impenetrable fortificación que la guardaba, habían impedido que fuera invadida por Bastián en todos esos años. No obstante, el de la corona de Arga, era un conflicto imperecedero, que el rey esperaba que por fin se resolviera con el descubrimiento de la criatura arcana que trataría de usar para su provecho.

Los habitantes de las frías tierras de Riscalion no se relacionaban con el continente a excepción de los pobladores de Payán, con quienes llevaban siglos de pacifíco comercio. Eran proficientes navegantes y contaban con una flota numerosa.

No veían con buenos ojos el sistema monárquico que reinaba en Arga, pero tampoco se involucraban en la suerte de aquellos pueblos

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No veían con buenos ojos el sistema monárquico que reinaba en Arga, pero tampoco se involucraban en la suerte de aquellos pueblos. Simplemente se ocupaban de sus propios asuntos y permanecían al margen, al menos que se sintieran amenazados ellos o sus aliados.

En Arga no se sabía mucho de estas personas. Se decía que vivían en una anarquía, que eran guerreros sanguinarios, que practicaban las artes oscuras y que los demonios les construían sus barcos.

El sueño de todos los monarcas de Arga siempre había sido casarse con la gloria, sometiendo a Payán, pero todos terminaron desistiendo de esta difícil empresa. El último que intentó una incursión intramuros fue Gerolt I, abuelo del actual rey. No llegó muy lejos, pues los soldados apostados sobre la muralla, así como las decenas de barcos Riscalienses que se movilizaron frente a las costas de Mirandul, Costa de los Espejos y Costa del Martillo le hicieron reconsiderar su posición y abandonar su campaña.

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