13. Presuntos Infiltrados

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Cuando los dragones y las hadas abandonaron sus tierras originarias, ya los estragos que sus sociedades habían ocasionado a la región al sur del desierto eran irreversibles.

Aquellos humedales, pantanos, y marismas en los que predominaban colores violáceos y añiles, y dónde los bosques de sauces y encinos morados formaban una tupida espesura púrpura, bajo la cuál resplandecían con bioluminiscencia las zarzas y los nenúfares fosforescentes, eran demasiado tóxicos para la mayoría de los seres que habitaban el resto del continente.

Aquellos humedales, pantanos, y marismas en los que predominaban colores violáceos y añiles, y dónde los bosques de sauces y encinos morados formaban una tupida espesura púrpura, bajo la cuál resplandecían con bioluminiscencia las zarzas y los nen...

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Los bichos se quedaron. Eran inmunes a aquella toxicidad. Las gigantescas arañas lumínicas se paseaban a sus anchas entrando y saliendo de las cuevas que abundaban en aquellas tierras. Durante la noche, nubes de luciérnagas azules iluminaban todo.

Al partir, las criaturas arcanas dejaron atrás estos lares. Sobrevolaron las inmensas dunas de Dondalia, donde se encuentra medio enterrado y casi totalmente olvidado el monumental laberinto del visir Zator, en cuyo centro se supone resguardado el orbe de cristal que contiene el infinito. Otrora templo y campo de adiestramiento de los más aguerridos soldados dondalianos, hoy es hogar de los inmensos gusanos del desierto, de quiénes cuentan las leyendas, se han encontrado restos que podrían servir de morada para una aldea completa.

 Otrora templo y campo de adiestramiento de los más aguerridos soldados dondalianos, hoy es hogar de los inmensos gusanos del desierto, de quiénes cuentan las leyendas, se han encontrado restos que podrían servir de morada para una aldea completa

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En contraste con el árido desierto, las tierras que le seguían, donde los hombres habían hecho sus estancias, estaban formadas por verdes valles, estepas y bosques irrigados por ríos y arroyos que rezumaban vida en abundancia.

Estas fértiles tierras fueron la causa de la guerra del ocaso. La gran guerra que cambió el curso de la historia de Arga para siempre.

***

Horton Fuegosanto Llegó a los límites de Marca Verdenia escoltado por el séquito de guardias reales que le cedió la corona para su campaña.

Se paseó airoso por la ciudad, causando la curiosidad de todos los verdences y sólo se detuvo a la entrada del alcázar de Leonte. Solicitó audiencia con el regente, a nombre de la corona de Bastián.

Todos los presentes estaban asombrados con la comitiva.

—¿Qué atuendos son esos de ese caballero? ¿Acaso es un brujo? —preguntó una de las cocineras del alcázar.

Crónicas de IrindellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora