7. Marca Verdenia

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El alcázar de Marca Verdenia era de la misma época que el viejo puente. Uno de los edificios más antiguos al norte del desierto. Testigo de una época anterior a la alineación de los pueblos, cuando los Albicornio dominaban la región al oeste del Bosque Lóbrego sin ser subordinados a la gran Bastián.

Aún en los tiempos de Leonte, bajo juramento de obediencia al rey, los verdenios conservaban una altivez característica, reminiscencia de un pasado regio en el que no rendían otro vasallaje que a su propia corona

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Aún en los tiempos de Leonte, bajo juramento de obediencia al rey, los verdenios conservaban una altivez característica, reminiscencia de un pasado regio en el que no rendían otro vasallaje que a su propia corona.

El regente era la digna representación del orgullo de su pueblo. Al igual que había hecho su padre, acataba los dictámenes del monarca de Bastián pero sus reservas eran conocidas por todo Arga. Eran recurrentes las mofas sobre la arrogancia del joven, sin embargo había una opinión que hasta ahora nunca había cuestionado (también al igual que su padre), la de su asistente Caravill Bachio. "El viejo mirlo", o "el cuervito", como se le llamaba a sus espaldas, era de escasa estatura y siempre vestía de negro. No era de mucho hablar y al parecer no tenía vida social fuera de sus deberes con la regencia. Se pasaba las horas de ocio en su inmensa biblioteca que ocupaba tres salones del alcázar. Su falta de apetito por las cosas mundanas como el aguardiente o las juergas, así como su aparente falta de deseo carnal hacia cualquier género, inspiraba teorías sobre una supuesta carencia de órganos sexuales. Otras conjeturas señalaban que era un maestre del ocultismo, o una criatura arcana. La verdad es que evidentemente sus intereses no eran tan frívolos como los de los cortesanos que lo rodeaban.

Todos esperaban en el gran salón de eventos a que la invitada de honor hiciera su entrada espectacular. Leonte no había tenido oportunidad de ver a ninguna de las dos muchachas hasta ese momento.

La primera en pasar fue Crystala. Los presentes quedaron impresionados con el atractivo de la dracónica. Todos aplaudían frenéticos mientras abrían paso para que la heroína y su compañera cruzasen hacia el lugar de honor reservado junto al regente de Marca Verdenia.

A Leonte no le sorprendió la belleza de Crystala. Ya le habían dicho que la saetera era muy linda. Sin embargo cuando movió la vista más allá y clavó su mirada sobre Ladyola se pasmó ipso facto. La humana estaba radiante. El vestido blanco se le ceñía al cuerpo y traslucía sus atributos físicos. Era simplemente hermosa. Quedó prendado inmediatamente.

—Ya me habían hablado de su atractivo mi doncella. —El regente hizo una pausa para posar sus labios sobre la mano de Crystala. Del líder verdense, lo único que podría decirse que rivalizaba con su arrogancia era su labia. —Le debo mi vida y no encuentro manera de agradecerle. Por favor disfrute al menos de este humilde banquete.

—Dos caballos y la vía libre para irnos me hubiese funcionado mejor —Dijo la dragona en voz baja, recibiendo sólo media sonrisa por respuesta.

—De usted y su esplendor, sin embargo... —Tomó la mano de la humana y le plantó un prolongado beso. —Nadie me había comentado nada —pronunció estas últimas palabras demasiado cerca de la cara de Ladyola. Tanto como para causar incomodidad en la humana y recelo en su novia. —¿Cuál es su nombre?

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