16. Cría cuervos

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—La clave para la supervivencia es aprovechar tu entorno. —Treskor trataba de aleccionar a la pequeña Crystala durante un viaje de campamento en los bosques de Irindell.

—Tengo magia, Treskor. Si quisiera fuego, podría incendiar todo el monte. Es estúpido sentarse a intentar hacer chispa para prender un tronquito.

—Ya hemos discutido esto antes. Se trata justamente de estar preparados para situaciones extremas.

—Tonterías.

—Si no tienes la capacidad de obtener agua, alimento y refugio... si no puedes reconocer los peligros que te rodean y evitarlos... si no cuentas con habilidades médicas básicas... si no mantienes una mentalidad resiliente... estarás perdida en un medio hostil.

»Ahora termina de prender la fogata.

Ni bien el maestro pronunció aquellas palabras, la niña dragona lanzó un poderoso aliento contra los troncos apiñados, haciendo arder no sólo la pequeña pira, sino todos los árboles que estaban en frente.

Treskor furibundo tomó su forma de dragón, se elevó del suelo y con un solo batir de sus enormes alas, apagó el incendio.

Imponente, el gigantesco dragón negro dirigió la mirada sobre Crystala, quien lo observaba asustada, y le gritó a la pequeña desde el aire:

—¡Suficiente!

Aquel bramido gutural se debió escuchar en toda la isla. La niña pasó el resto de la jornada intentando hacer fuego a pura fricción, hasta que por fin lo consiguió.

***

—Debería buscar a mi hermano. Si continúa con vida no lo debe estar pasando nada bien —comentaba Alura mientras Crystala revisaba su herida. Las dos muchachas habían huído hacia el sur del castillo, hasta el lecho del río, al oeste de la gran Bastián.

—Ahora lo que debemos hacer es conseguir a alguien competente que te trate esta lesión —decía la dracónica mientras le aplicaba un emplasto que había preparado con hojas de la ladera del río. —Este mejunje bien puede hacerte mejorar, como puede que te termine de joder. Nunca presté mucha atención a las lecciones de botánica en Irindell... Yo era más de números.

—Vaya, eso me hace sentir más tranquila.

—No tengo idea de donde estamos. Sé que nos movimos hacia el sur, pero nada más. Debemos continuar alejándonos, ya amaneció y es cuestión de tiempo para que descubran todo el despelote que hicimos (si no es que ya lo han hecho) y empiecen con nuestra búsqueda —Crystala analizaba el entorno mientras hablaba, en busca de algo que las pudiera ayudar en su huída.

—Si continuamos río abajo bordearemos Bastián del Oeste, luego los montes de las Dagas y finalmente llegaremos a Marca Verdenia —explicó Alura.

—Marca Verdenia podría servirnos. Me deben un favor ahí... Bajaremos por el río —comentó Crystala.

—Ah sí, espera que me saco mi barco del culo.

—Improvisaremos una balsa. Las espadas nos servirán de herramientas. Primero debemos fabricar un marco resistente y luego agregarle una plataforma con ramas y troncos más pequeños. Utilizaremos lianas para las conexiones.

—Yo lo que tengo es hambre. Empiezo a extrañar el engrudo que nos daban en el calabozo.

—Sí, yo también, pero ya tendremos tiempo para comer algo cuando nos alejemos de aquí.

***

—Volverán a la guarida del Loto Negro y le dirán al líder que estoy dispuesto a reunirme con él de manera diplomática y por supuesto, clandestina. Es preciso que entienda que esto no significa en lo absoluto un apoyo a su temeraria iniciativa y debe abandonar la idea de querer liquidar a Caravill.

Crónicas de IrindellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora