En el momento en que la primera bola de fuego impactó en medio del ejército de Costa del Martillo, todos los soldados que hasta ese instante estaban estupefactos observando a la bestia alada sobrevolar el alcázar de los Albicornio, inmediatamente rompieron filas y huyeron a buscar refugio.
El regente Simaro no fue la excepción. Espoleó su caballo como un desesperado y procuró escapar del lugar.
Crystala voló hacia los guerreros que estaban apostados fuera de la ciudad en espera de la ocupación, y les escupió una prolongada ráfaga de fuego. Muchos de los que recibieron las flamas de lleno, quedaron inertes en el momento. Otros gritaban de dolor mientras se retiraban con sus armaduras humeantes adheridas al cuerpo.
En un momento pareció que abandonaba la destrucción. Se elevó, y una vez que consiguió suficiente altura, arqueó el cuerpo con las patas y la cola hacia adelante. Los primeros rayos del sol, que ya empezaba a aparecer por el horizonte, se reflejaron en las verdes escamas metálicas y la dragona brilló con un fulgor mortífero. Acto seguido se dejó caer en picado sobre las huestes del Martillo bufando fuego y humo.
Ningún soldado intentó siquiera hacerle frente. Ni una sola flecha martillense fue disparada esa madrugada.
Incluso los pobladores de Marca Verdenia veían a la dragona como una terrible amenaza. No era para menos. Hacía muchos años que no se descargaba tanto fuego desde los cielos de Arga.
El General Sirago y las tropas verdenses, observaban desde la residencia del ausente Leonte, como la criatura ahuyentaba a los invasores. Sólo podían admirar el poder destructivo de la chica transformada.
Luego de obligar la retirada de las tropas de Costa del Martillo, Crystala voló hacia la torre más alta del alcázar y se aferró con sus patas a los muros. Abrió sus alas todo lo que la envergadura le permitió y moviendo la cabeza de lado a lado, lanzó una ráfaga de fuego hacia el cielo, seguida de un rugido intenso que se debe haber escuchado mucho más allá de las Montañas de las Dagas.
Luego de tan espectacular despliegue de poder, se dejó caer hacia atrás sobre la azotea de la torre, recuperó su forma humana y quedó tendida observando el cielo. Humo y cenizas subían a su alrededor hacia el infinito. Lo había conseguido. Había obtenido una victoria aplastante ella sola gracias al empujón que le había otorgado la banshee en aquella cabaña a orillas del río. Al parecer había sido sólo eso, un empujón para un momento como aquel. Ya no latía el poder en su interior. Volvía a sentirse sin energía arcana. No creía que pudiese convertirse de nuevo, pero eso no lo sabían los de Costa del Martillo. No lo sabía tampoco la corona de la gran Bastián. Ahora la voz empezaría a correrse en todo el continente. Marca Verdenia tenía un dragón capaz de acabar con todo un ejército en un momento. «Mira lo que hice, padre... evité una incursión yo sola»
—¿Dónde está? —le preguntó Ladyola al General Sirago ni bien llegó al alcazar acompañada de los jinetes del Loto Negro.
—En el techo de aquella torre. Voló hacia allá luego de derrotar a los invasores —contestó el general.
Ladyola se tiró de Sueño, su robusto caballo, y corrió hacia el interior del alcázar. Los estrategos de Lore, asombrados con el panorama, se aprestaron a conversar con Sirago sobre lo sucedido, mientras los demás lotos escuchaban, todavía incrédulos, los comentarios de los verdenses sobre la hazaña de la temible criatura.
—Nunca vi nada semejante... —le dijo el general a Prama Taq. —Los soldados del martillo no pudieron ni oponer la más mínima resistencia. Simplemente se largaron... Te confieso que yo mismo me vi tentado a huir. Si no lo hice fue porque sabía que estaba de nuestro lado, pero aún así sentí miedo. No me da vergüenza admitirlo. He visto muchos terrores a lo largo de mi carrera en el ejército, pero nunca nada como esto. No es natural. No puede serlo.
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Crónicas de Irindell
FantasyUna dracónica. Una humana. Una épica aventura en una tierra de Fantasía. https://www.pinterest.com/cronicas_de_irindell/ https://www.instagram.com/cronicas_de_irindell/ Diseño e Ilustración de portada: Ash Quintana.