✿Especial✿

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LOST SOULS

año 845 antes de la caída de la muralla María.

Levi soltó un gruñido frustrado mientras intentaba en vano acomodar su cabello. La situación le sacaba de quicio y lo peor era que Fiorella, o la rubia rompe pelotas, como había decidido llamarla en secreto, estaba disfrutando cada segundo de su incomodidad. La rubia lo observaba con una expresión divertida en su rostro, como si estuviera disfrutando de un espectáculo privado.

─ Quita esa sonrisa de tu cara ─le ordenó mientras sus ojos se encontraban en el espejo, tratando de domar su rebelde cabello.

─Llevas mucho tiempo parado ahí. Ya deberíamos estar en el bar.

─Aún estoy considerando si quiero ir o no

─Leeevi ─ gimió en protesta, alargando la e apropósito para molestarlo─. No seas amargado. ¡Es tu cumpleaños!

─ Ya te dije que no celebro nada ─refunfuñó él, sin mirarla directamente.

─ Pues eso se acabó ─respondió ella con una sonrisa desafiante─. A partir de ahora, como amigos que somos, vas a tener que acostumbrarte a celebrar cualquier ocasión especial.

La afirmación de que eran amigos hizo que Levi alzara una ceja en incredulidad. No estaba seguro de cuándo exactamente habían cruzado esa línea, pero de alguna manera Fiorella había logrado meterse en su vida de una manera que nadie más había logrado. Eso lo desconcertaba, pero también lo reconfortaba en algún nivel.

─ No somos amigos ─refutó él, aunque sus palabras carecían del énfasis usual que solía poner en ellas.

─ Claro que sí ─respondió ella con una seguridad que lo desconcertó aún más.

Levi soltó un suspiro resignado y se puso su chaqueta oscura. Fiorella, sin perder tiempo, se levantó de la cama y lo tomó de la mano, arrastrándolo fuera de la habitación hacia un destino que solo ella conocía.

Esa era otra de las cosas que lo desconcertaban de ella. Siempre parecía saber exactamente qué hacer, como si estuviera leyendo su mente. Y aunque Levi odiaba admitirlo, en cierto modo eso le gustaba. Era refrescante tener a alguien que pudiera entenderlo sin necesidad de palabras.

Creía que a estas alturas, la menor ya se habría rendido en tratar con él y su mal humor. Pero Fiorella se aferró a él con uñas y todo, obligándolo a formar parte de su vida. Aunque claro, él tampoco hizo un gran esfuerzo en alejarla, porque muy en el fondo no quería volver a sentirse solo en ese enorme cuartel.

Además de todo eso, estaba el hecho de que la mujer no aceptaba un no por respuesta. Pero él tampoco se esforzaba en negarle algunas cosas. Incluso cuando la rubia llegó al entrenamiento ese día en la mañana y le dijo que saldrían a celebrar su cumpleaños en la noche, él solo le respondió con un lo pensaré.

Debió haberse negado rotundamente.

Pero no lo hizo. Y ahora estaba siendo arrastrado por la rubia a través de las calles desérticas de Trost en medio de la noche.

Debía reconocer que la rubia rompe pelotas tenía agallas. Porque pese a saber que el distrito solía ser potencialmente peligroso de noche por los criminales, la menor había decidido salir sin ninguna clase de armamento, a diferencia de él que tenía una navaja bien escondida entre sus ropas solo por si las dudas.

La rubia seguía tirando de él con entusiasmo, como si fuera su guía a través de la vida. La forma en que lo arrastraba lo irritaba, pero también le recordaba que no importaba cuán terco o independiente tratara de ser, había encontrado a alguien que no se rendiría fácilmente.

SOUL| Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora