Un chico de Westalis y una chica de Ostania se conocieron en un campamento y, sin saberlo, plantaron una semilla que, al principio, no parecía tener importancia. Pero, con el tiempo, lo que habían iniciado creció en algo más profundo: una historia q...
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Loid luchó por mantener la compostura cuando vio a su esposa con las armas en alto y en una postura defensiva frente a la casa. La urgencia de correr hacia Yor lo invadió, pero no podía descuidar a su hija. Por lo tanto, esperó a que su respiración se calmara y comenzó a considerar sus opciones.
«No sabemos quién es. Quédate detrás de mí o corre con Bond hacia el arroyo si algo sucede».
El agarre firme de Anya en su ropa fue una clara señal. Por dentro, Twilight lamentaba que estuvieran en esta situación, especialmente después de un mes desde que habían dejado el laboratorio. Durante solo ese tiempo, habían logrado mantener a su familia sin problemas.
Se acercó, notando cómo Anya temblaba de miedo y cómo Bond gruñía, alertándolos sobre la situación. Twilight apretó la pequeña bolsa que llevaba consigo, llena de nueces de su árbol, sin entender cómo habían pasado de una tarde, preparando dulces a enfrentarse a una pistola apuntándoles a la cara.
—¿Eres el espía? —preguntó el anciano sin rodeos.
Twilight observó al hombre detenidamente. Tenía el rostro marcado por la edad y lucía un corte de cabello gris y ordenado. Aunque su traje y su arma no parecían excepcionales, la presencia que emanaba le recordó los momentos en que Yor lo había perseguido. Era un asesino.
—Lo soy —respondió, debatiéndose si debía permitir que la información continuará fluyendo—. Escucha, hay una chica aquí. Por favor, no dispares.
—No lo haré —declaró el anciano con voz ronca y profunda—. Necesito una explicación de cómo una asesina de The Garden está en medio de la nada con un espía y...
—Anya.
El anciano le lanzó una mirada irritada, inclinando la cabeza hacia ella.
—Anya, por favor —rogó su padre. No era momento para sus comentarios—. El señor es...
—¡Es mi abuelito! —declaró con determinación—. Papi, el anciano, es el tío de mami.
Ante la expresión confusa del anciano, dirigió su mirada a Yor. Twilight supuso que Anya estaba haciendo algo bien por la forma en que el hombre se enfocaba en su esposa. Aun así, él no se movió de su lugar, manteniéndose alerta ante cualquier posible peligro.
Después de unos segundos de tensión, Yor se apresuró a explicar:
—No le dije nada. Lo juro —se defendió, con un tono de voz ansioso—. Creo que Anya leyó tus pensamientos.
El anciano arqueó una ceja ante la respuesta, y Twilight notó que bajó el arma de su rostro. Sintió un alivio instantáneo y agradecido, tomó a Anya en brazos y corrió detrás de su esposa. Yor se sintió más relajada al estar por delante de su familia, pero eso no significaba que todo hubiera terminado.
—¿Mis pensamientos? —preguntó el anciano, con expresión de duda—. ¿De qué estás hablando?
—Director, yo, bueno, puedo explicarlo.
El hombre mayor intentó lanzarle una mirada severa, pero solo pudo soltar un largo suspiro. Guardó el arma y miró seriamente antes de presentarse:
—Soy Matthew McMahon. Quiero saber qué sucedió hace un mes.
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Nota de la autora: Y con esto, entramos en la recta final.