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Varios días habían pasado y tras aquel desastroso encuentro en el que Sergio tiró la verdura y las frutas que Max había llevado en sus bolsas, el neerlandés no podía dejar de pensar en el mexicano, en sus ojos y como no, en esas pecas que podría tomarse todo el tiempo que quisiera para contarlas una y otra y otra y otra vez.

¿Estaba enamorado? No lo sabía, y la idea de estar enamorado de un hombre le aterraba, pese a que la idea de las relaciones y familias homoparentales ya no estaban mal vistas como en algunos años atrás, a Max le aterraba experimentar cosas nuevas, le aterraba dejarse llevar por sus emociones y sentimientos, infinidad de veces había visto llorar a Daniel por algún chico, por el daño que provocaron en él.

O tal vez estaba aterrado porque en aquel verano durante su adolescencia comenzaba a sentir cosas hacia un compañero suyo, y porque cuando decidió experimentar por primera vez aquello que hacía llamarse amor, Jos se encargó de alejarlo de aquel chico y repetirle una y mil veces que aquello estaba mal, que ser homosexual era faltarle al respeto a los demás y esa idea se quedó grabada en la cabeza de Max junto a los golpes del cinturón de Jos en la espalda de aquel adolescente que sólo quería saber por qué su estómago hormigueaba y se sonrojaba cuando estaba cerca de su amigo.

―Mira el lado bueno, ya no serás un amargado.―Daniel mencionó palmeando el hombro de su amigo mientras se sentaba en el comedor con un tazón lleno de cereal de aritos.―Sería tu romance adolescente o tu evangelización así como dicen los jóvenes.

―Evento canónico.

Mick, que recién se había levantado se sentó junto a ellos sólo para quitarle a Ricciardo de su cereal.

―¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

Verstappen menor no entendía por qué le observaban su amigo y su hermano.

―Mick, deberías de peinarte.

―Y lavarte la cara.―Ricciardo mencionó alejando su plato del neerlandés menor, provocando que este puchereara y se aferrara en alcanzar el plato con cereal.―Deberías de hablarle, Max.

―Ni siquiera habla inglés y yo no hablo español.

―Pues sería un buen momento para acercarte a él y pedirle que te enseñe español, tonto.―Daniel mencionó llevando una cucharada de cereal a su boca.―No está mal buscar lo que te hace feliz Max, nosotros te vamos a apoyar siempre, además Mick está enamorado también de-¡AY MICK!

El neerlandés menor pisó el pie de su amigo, Dios mío es que Ricciardo ni siquiera podía guardar un secreto.

Y cuando Max dirigió su mirada hacia su hermano menor, Mick decidió que era buena hora para levantarse e irse directo al baño.

―Mick.

―No oigo no oigo.

―Mick tenemos que hablar.

―También te quiero maxie, pero me tengo que bañar Dios mío no puedo andar así de despeinado.

Aquel sábado por la mañana estaba siendo un tanto desastroso para los Verstappen feat Ricciardo.

Al igual que para Sainz.

―Y me besa aquí y me tienta allá me besa por todos lados uy uy uy ay ay ay ay.―Sergio estaba cantando mientras bailaba y charles le hacía segunda.

Cuando el español se despertó por el ruido esperaba de todo menos encontrarse a su esposo bailando de manera descordinada junto al mexicano, mientras que su hijo y pato estaban en el sofá mirando a sus papás bailar.

―Hombre pero que es este escándalo.―El español mencionó y Sergio volteó a verlo junto a charles mientras bailaban una especie de huapango improvisado, aunque parecían gusanos removiéndose.

El chico del apartamento 512 (chestappen's version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora