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Max se removió en el suelo, su cabeza dolía y tenía frío, además de que su espalda también estaba destrozada; con algo de dificultad se sentó en el suelo para notar la cobija que mantenía a su lado, y al ver al otro lado, precisamente hasta la cama, Sergio dormía con tranquilidad, como una oruga envuelto entre todas las cobijas.

Debía de estar bastante calientito.

Max sonrió, levantándose del suelo sólo para acercarse a su maleta que por alguna razón había terminado en la habitación del mexicano, tomó sus cosas de cuidado personal y se adentró al baño, rogando para que el agua estuviera calientita.

Mientras esperaba a que el agua se ajustara, tomó todo el tiempo que quiso viéndose en el espejo mientras hacía una que otra mueca y movía sus brazos, y después finalmente se metió a duchar, el agua calientita caía sobre su piel y resbalaba sobre sus brazos, recorriendo cada una de sus venas; Max sintió alivio en cuanto su piel hizo contacto con el agua, sólo tomaría una ducha, se pondría su pijama y se recostaría al lado del mexicano para poder dormir todo el día de ser posible.

Al terminar de ducharse, el holandés enredó la toalla que llevaba en su cintura, y salió del baño sin pena alguna, después de todo Sergio seguía dormido, o al menos eso pensaba, porque cuando salió el mexicano soltó un grito agudo provocando que el holandés de igual manera también gritara del mismo modo y cubriera su pecho.

―No mames, me asustaste.―Sergio mencionó apenado, tratando de disimular sus mejillas sonrojadas, ver a Emilian con el cabello húmedo, mientras gotas de agua caían sobre su piel y resbalaban desde su pecho hasta su abdomen le resultaba un deleite, pero aquello le apenaba demasiado.

―Lo siento, no creí que estuvieras despierto, te veías muy cómodo durmiendo así que no me lleve la pijama porque no creí que ibas a despertar.―Max se apresuró a decir mientras tomaba sus prendas con intenciones de encerrarse en el baño nuevamente.

―No, eh, voy a ir por algo para el dolor de cabeza, te dejo para que te puedas cambiar en paz.―El tapatío mencionó saliendo de la cama rápidamente, y sin darle al rubio la oportunidad de hablar, salió de la habitación descalzo y sintiendo sus mejillas arder.―Chingada madre, las chanclas.

Sergio abrió nuevamente la puerta de la habitación, pero al notar que Max estaba desnudo solamente soltó un "ay" y volvió a cerrar la puerta de manera inmediata, dejando al holandés apenado y con sus mejillas completamente rojas.

¿Cómo se supone que debe de comportarse ahora que está casado? Aquella pregunta rondaba por la mente de la joven pareja de recién casados, que tras el incidente de la mañana no habían hablado mucho, ambos estaban bastante apenados como para verse a la cara.

Alrededor del mediodía, ambos chicos acompañaban a sus amigos, bueno, ahora familia en una plaza comercial.

―¿Y bien?―Daniel codeó a Max, y Arthur no tardó en acercarse a ellos.

―¿Y bien qué?―Max respondió hacia Daniel, y Arthur soltó un quejido.

―Pues la noche de bodas, cuñado.―Arthur mencionó picando el brazo de Max, y Carlos que iba frente a ellos escuchaba atentamente la plática de los jóvenes.

―Bien.

―¿Bien? ¿Sólo eso?―Daniel se detuvo en seco.―No mi querido amigo, tú me cuentas con detalle todo.

―Si Max, que tan cierto es que los que no tienen papá se―Arthur se arrepintió de inmediato sobre decir aquello, y la filosa mirada de Max se puso sobre el monegasco.

―¿Qué ibas a decir, cuñado?―Preguntó el rubio mientras veía al monegasco que estaba nervioso.

―Ay Max, que si los que no tienen papá se mueven rico.―Daniel terminó de decir aquello, y Carlos se paró en seco.

El chico del apartamento 512 (chestappen's version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora